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El brazalete y el gol

Ibrahimovic, genio y figura, capitanea a Suecia tras renunciar a ella en dos ocasiones

Rafael Pineda
Zlatan, durante una rueda de prensa con Suecia.
Zlatan, durante una rueda de prensa con Suecia.JONATHAN NACKSTRAND (AFP)

Líder indiscutible de Suecia, el delantero del Milan es uno de los mejores atacantes del mundo. Esta distinción es la base en la que se asientan las opciones de Suecia, y más en un torneo corto como es la Eurocopa, donde su capitán puede marcar las diferencias. Pero no siempre fue así; Ibra ha tenido sus más y sus menos con la zamarra sueca.

Ibrahimovic lo tiene todo: calidad, golpeo, potencia, juego aéreo, visión de juego y eficacia. Una multitud de recursos. Quizás le falte algo de sacrificio defensivo y su carácter le juegue en ocasiones alguna mala pasada, pero lleva muchos años instalado en la élite desde que el Juventus lo fichara en el verano de 2004 del Ajax. Habituado al gol allá por donde ha pasado (Juventus, Inter, Barcelona y Milan), su rendimiento en la última temporada ha sido espectacular: ha anotado 35 goles en todas las competiciones, 28 de ellos en la Liga, lo que le han valido ser el máximo goleador de la Serie A (ya lo fue en 2009). También ha ganado dos Ligas holandesas, cuatro campeonatos italianos -tres con el Inter y otro con el Milan-, la Liga española con el Barcelona, una Copa holandesa, una Supercopa de Europa y un Mundial de Clubes con el Barcelona. Solo le falta reinar en la Liga de Campeones, el torneo que se le resiste temporada tras temporada.

Este curso ha anotado 35 goles en todas las competiciones, 28 de ellos en la Liga

Ahora, Ibra capitaneará a Suecia, selección a la que renunció en dos ocasiones. En la primera, fue una rabieta de seis meses, puesto que el entonces seleccionador Lars Lagerbäck le castigó económicamente por llegar tarde al hotel de concentración. Y la segunda, en 2009, por capricho, porque no había Mundial y porque no tenía motivación y no quería desgastarse. Pero toca Eurocopa e Ibra porta el brazalete; tiene la oportunidad de volver a redimensionarse y dar la gran campanada en un torneo de selecciones, algo que no hace desde su época dorada, entre 1992 y 1994, cuando alcanzó las semifinales tanto en la Eurocopa como en el Mundial.

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