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El club que viene del barro

El Alcorcón exige a sus jugadores humildad para cargar porterías o viajar en autobús

“Nosotros no podemos renunciar a esto. Sería traicionarnos, perder la normalidad con la que siempre se ha hecho todo en este club”, asegura Nicolás Rodríguez, Nico, el director deportivo del Alcorcón. “Esto” a lo que se refiere es el bar El Pisco, una sede oficiosa del club en la que cuelga una foto de Juan Antonio Anquela, el entrenador, en sus días de futbolista del Elche. Los dos comen allí a diario para analizar la marcha de un equipo que hace dos años se instaló en el epicentro mediático con aquella tunda al Madrid (4-0) en los octavos de final de la Copa del Rey. “El secreto de este éxito está en que aquello del alcorconazo no nos hizo cambiar ni nos volvió locos. Seguimos con la misma filosofía de club humilde, de control exhaustivo en el gasto, pero ambicioso. Eliminar al Madrid nos cambió en cuanto a repercusión mediática. Ahora caemos simpáticos hasta a los madridistas. Pero eso no te da de comer. Lo que nos impulsó es haber llegado a Segunda y mantenernos”, analiza Nico. Ahora lucharán por subir a Primera.

Los cambios más notables tienen que ver con la transformación del Alcorcón en sociedad anónima deportiva, culminada el pasado febrero, y la pérdida de una cláusula en los contratos de los jugadores desde la temporada pasada, cuando el club ascendió: “Antes teníamos que hacerlos por un año y, si venía un club de superior categoría, los futbolistas podían marcharse libres. Ahora el que venga a por nuestros jugadores tiene que pasar por caja y pactar las condiciones”.

Julián Villena es el presidente del Alcorcón desde 2010. Está en el club desde 1997. Antes fue tesorero y vicepresidente. Su despacho también está diseñado con esa línea austera que caracteriza al club, frente al campo de entrenamiento. Sobre la gestión económica dice: “La conversión en sociedad anónima deportiva fue difícil porque conseguir que se suscriba un capital de 2,8 millones es complicado. Pero hoy estamos al día con Hacienda y con los pagos a los proveedores, De ser un equipo hemos pasado a ser un club. Éramos un grupo de 11 amigos que se juntaban para jugar al fútbol y ahora somos un club con una masa social, con relaciones institucionales, con directivos, con cantera”.

La implicación de la ciudad madrileña, de 168.000 habitantes, es una asignatura pendiente: “En Alcorcón, la influencia del Atlético y el Madrid es tan grande que es complicado recibir apoyo [varios chavales que llegan al club para probar como jugadores llevan camisetas del Madrid]”.

Los jugadores cargan porterías, viajan en autobús y duermen en hoteles modestos

Con 3.200 socios, las taquillas no suelen dar ni para pagar al árbitro, como sucedió en el penúltimo choque disputado en Santo Domingo, ante el Sabadell. El presupuesto, unos tres millones de euros, está entre los cinco más bajos de la categoría y el sueldo medio del plantel es de 60.000 euros anuales, muy por debajo de la media de la categoría. Lo primero que hace la entidad cuando contrata a un jugador es explicarle las limitaciones del club. “Aquí no falta nada de lo imprescindible, pero no hay lujos”, prosigue Nico. Las ñoñerías no se aceptan en el Alcorcón, que ha desechado fichajes de jugadores que fruncían el ceño o ponían caras raras cuando escuchaban que el aparcamiento no es cubierto, que los desplazamientos se hacen en autobús o que los hoteles pueden no alcanzar las tres estrellas.

“El primer filtro es el personal. La mayoría de las operaciones que se han tirado abajo tienen que ver con futbolistas que no encajaban en un tipo de perfil determinado. Aquí buscamos jugadores con ambición que sepan lo que es haberlo pasado mal. Las pijadas no las aceptamos”, sostiene Nico.

No hay entrenamiento en los que no se vea a los jugadores transportar las porterías. Es una costumbre que perdura de los tiempos en Segunda B. Esa esencia de la humildad permanece. “Cuando alguien viene con la idea cambiada, le hacemos ver que somos un club que viene del barro y de los campos de tierra”, advierte el director deportivo, que dice que su club “no hace cuentas de la lechera” ni en los objetivos deportivos ni en los libros de contabilidad: “Es el milagro de los panes y los peces. Tienes que manejarte con los ingresos de la tele. Lo que saques de más con las cuotas de los socios es para pagar los desplazamientos o los gastos corrientes que genera el día a día de club. Como te vayas a más de eso, tienes problemas, seguro”.

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