_
_
_
_
_

El juego del 9

España pudo ganar con Fernando Torres como haber perdido antes sin él y con Cesc

Cesc, durante el partido ante Italia.
Cesc, durante el partido ante Italia.B. ZBOROWSKI (EFE)

Fue por las bandas donde comenzó a filtrarse Italia para oxidar poco a poco el funcionamiento de La Roja en el primer tiempo. Porque es sabido que España no tiene problemas para dominar facetas del juego que para otros equipos serían una pesadilla, como mantener el balón en su poder o hacerlo circular con velocidad; como tampoco los tiene para lograr, a través de ese dominio del elemento, el dominio de la posición en el campo. Pero, en cambio, sí los tuvo para lograr que ese juego fluido que arrimaba el balón a los costados se plasmara por el centro, el lugar en el que se deciden los partidos. Porque la falta de una referencia fija le restaba a España en el área todo lo que le sumaba fuera de ella y le obligaba a reanudar ataques cuando ya estaban en posición de definirse.

Esa indefinición de España transformaba los repliegues con que formaba Italia la línea de cinco hombres en el fondo rápidamente en una de tres, tras la ubicación alta de los laterales cuando recuperaba el balón. Introducían así la duda en los intentos de presión de España. Estratégica resultó para este fin la ubicación de De Rossi en el centro de la defensa. Desde allí, con la soltura para el lanzamiento del futbolista del Roma, gestionaba la altura de las salidas. Eran en corto cuando Arbeloa y Alba se veían forzados a cuidar su retaguardia, sea por las frecuentes caídas de Cassano a los ángulos del campo o por las proyecciones de Maggio y Giaccherini. Eran en largo si España procuraba acercar sus líneas hasta el mediocampo. Otra grata sorpresa fue observar el atrevimiento para algunas triangulaciones centrales de los italianos, históricamente reticentes a arriesgar el balón en esa zona. Para ello se aprovechaba Prandelli de los espacios que lograba su equipo al ensanchar la cancha con las subidas de los laterales, con el empuje central y los apoyos de Balotelli y con la precisión en el manejo de todas las dimensiones del campo que posee Pirlo.

Con todo esto, sumado a su clásica agresividad para el acoso y la marca, Italia logró en el primer tiempo no solo agrietar por los costados las líneas rivales sino también, por rachas, igualarlo en su mejor registro: el juego con pelota. Tal es así que España no lograba detectar a Cassano, que estuvo a punto de marcar cortando desde izquierda como receptor de Pirlo a los 33 y, luego, como asistente de Marchisio a los 35, y de Motta, justo antes del descanso. Pero la presencia más peligrosa del exjugador del Madrid se vio cuando Piqué y Ramos le hicieron perder el equilibrio por centímetros en el filo del offside, en una jugada similar a la que aprovecharía Di Natale a los 20 minutos de la reanulación, para quebrar el equilibrio del partido tras una puntual asistencia de Pirlo.

Italia logró en el primer tiempo igualar a su rival en su mejor registro: el juego con pelota.

Una segunda parte en la que España había salido decidida a acelerar el giro del balón y había logrado inquietar a la defensa con el toque y a Buffon con un remate de Iniesta y otro de Fàbregas. Fue este último quien convirtió después de trazar una milimétrica diagonal para aprovechar un espacio que el mismo desocupó todo el partido.

Tras el gol se movió rápido Navas por Silva, para ganar profundidad por la derecha como lo hiciera en la final del Mundial, y un desborde suyo estuvo a punto de convertirlo en gol Iniesta. A esta altura la apuesta por la paciencia del plan inicial de España estaba dando resultados. Incluso para un equipo con variados recursos y de la experiencia de Italia se hace demasiado largo un partido en el que el rival tiene esa soltura natural para el manejo de la posesión. Y fue aquí donde Del Bosque, a menos de 20 minutos del final, jugó la ficha que se había guardado: Torres por Cesc. El nueve verdadero por el nueve falso.

España generó mas peligro con la presencia de Torres que con la ausencia de Cesc como 9. En realidad sus funciones y sus posiciones fueron también parte del manejo de los tiempos del partido: uno jugó para desgastar y el otro entró para romper, y Fàbregas ya había cumplido su cometido antes de salir. España pudo ganar el partido sobre el final con Torres como pudo perderlo al principio sin él. Sin embargo, lo empató un gol de Cesc con un pique exacto a la ausencia de 9. Así es el fútbol. Un gran partido en el que, al final, Del Bosque casi se sale otra vez con la suya.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_