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La generación del 87 toma el mando

Laurent Blanc le entrega el ataque a Nasri, Menez y Benzema, marginados anteriormente por Domenech

LADISLAO J. MOÑINO
Benzema, Nasri y Ribèry celebran uno de los goles ante Ucrania
Benzema, Nasri y Ribèry celebran uno de los goles ante UcraniaMICHAEL BUHOLZER (REUTERS)

Abrió la lata de Ucrania Jeremy Menez y los primeros en correr a abrazarle fueron Samir Nasri y Karim Benzema. La imagen se daba con frecuencia años atrás, cuando junto a Ben Arfa, el cuarto de esa quinta del 87, maravillaron en el europeo sub 17 de 2004. Se impusieron en la final a la España (2-1) de Adán, Cesc, Piqué, Granero y Capel. “La generación de oro”, les bautizó la prensa francesa. Por entonces, Javier Clemente, era informador técnico de la UEFA y se quedó prendado de la pareja de delanteros, Menez y Ben Arfa. “Aunque tienen 17 años, el año que viene será jugadores de Primera División”, le dijo a Ginés Meléndez, que era seleccionador español de la categoría sub 17 junto a Juan Santisteban. No se equivocó Clemente. Un par de meses después Ben Arfa debutaba con el Lyon y Menez, con el Sochaux, se convirtió en el jugador más joven de la Ligue 1 en lograr un hat-trick

“Menez era muy rápido y el más colectivo de todos, los otros tres eran más de la escuela magrebí, más anárquicos. El de más calidad era Nasri”, recuerda Meléndez. “Sabíamos que Ucrania dejaba huecos y Jeremy [Menez] tiene una cualidad: es capaz de dar profundidad. Tiene mucho talento, pero él debe tener confianza para expresar todo lo que lleva dentro. El gol es alentador para él. Los jugadores que tienen talento son molestos. Pero pueden ser estimulantes cuando tienen éxito. Con estos jugadores, debes ser muy estricto y muy exigente”, dice Laurent Blanc. Él ha cumplido con la promesa que hizo cuando llegó al cargo tras el bochorno futbolístico y el escándalo del motín de 2010 que padeció su antecesor Raymond Domenech, que dejó fuera de la cita de Sudáfrica a Benzema, Menez y Nasri, aunque llevó a Ben Arfa.

 Con Blanc la generación del 87 ha tomado el mando ofensivo de los bleus. Al contrario que Domenech, Blanc miró a la calle más que al laboratorio de Clairefontaine, el centro de alto rendimiento de la federación gala. No prescindió, pero sí relegó a un segundo plano el concepto de construir las victorias con clones de Vieiras y Makeleles. Esa vía no ha funcionado. Blanc ha recuperado para Francia el libertinaje futbolero de esos chicos de la periferia de las grandes urbes galas. Hijos de la inmigración que competían por saber quién era el más virguero con el sonido de fondo de las reivindicaciones del rap.

Con tres de ellos en el once titular ante los ucranios (Menez, Nasri y Benzema), Francia ganó su primer partido en una competición oficial desde 2006. De la Eurocopa de 2008 y el Mundial de 2010 salió eliminada en la primera fase sin un triunfo del que presumir. “Si un equipo quiere lograr algo especial se necesita talento y estos tres lo tienen. También está Ben Arfa, que no jugó. Tienen mucha calidad, por lo que intentamos quedarnos por detrás de ellos y tener los ojos abiertos. En el ataque hay que correr por todas partes, pero eso no es algo malo, siempre y cuando hagan su trabajo y marquen goles”, analizó Yohan Cabaye, el mediocentro del Newcastle que también representa esa idea de Blanc de primar la calidad sobre el músculo. De que la generación del 87 tome el mando como sucedió ante Ucrania.

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Sobre la firma

LADISLAO J. MOÑINO
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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