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“En un campo seco quizá el balón hubiera ido fuera”

Fernando Torres revive el gol que marcó ante Alemania en la final de la Eurocopa 2008 que, 44 años después, significó la segunda de España

Ladislao J. Moñino
Torres supera al portero Lehmann y a Lahm para marcar en la final de la Euro 2008.
Torres supera al portero Lehmann y a Lahm para marcar en la final de la Euro 2008.Reuters

Cuando Fernando Torres confirmó que la agonizante trayectoria del balón picado con suavidad por encima de Lehmann acababa en la red, tomó conciencia de lo que podía significar. Cuarenta y cuatro años después, España lograba su segunda Eurocopa. Aquel remate finiquitaba la leyenda perdedora de la selección. Y lo hacía ante Alemania, un país ganador, una nación futbolística que en cada fracaso de España saltaba como ejemplo de lo que le faltaba al fútbol nacional para coronarse en un gran campeonato. “Mi gol fue la guinda a una Eurocopa impresionante, en la que España demostró que está preparada para competir, luchar con presión. Pasar la barrera de cuartos ante Italia nos dio alas”, recuerda el delantero.

En su biografía Fernando Torres, number nine, interioriza lo que significó aquel tanto: “No me quitaba de la cabeza el sueño de marcar en el encuentro definitivo. Era consciente de que, si lo lograba, pasaba a la historia. Desde 1964, Marcelino es recordado. Desde entonces ha ocupado un lugar de privilegio en la memoria de nuestro fútbol. Hasta ese momento del campeonato solo había marcado un gol, a Suecia”.

Torres recuerda que el desmarque previo al gol tuvo mucho que ver con el futbolista que tenía la pelota antes de iniciar su carrera definitiva hacia la historia del fútbol español: “Sabía que Xavi me iba a lanzar el pase, porque en cuanto tiene un metro te mete el balón”. En el camino hacia la portería se midió con Lahm, al que se quitó de en medio al galope con una maniobra rateril: “Si Lahm hubiera dado un paso a la derecha, el balón hubiera sido del portero. No sé si él no se entendió con Lehmann o se confió. Es una décima de segundo que me da para pasar por el otro lado. Elevársela al portero es la única opción porque se había tirado al suelo. En un campo seco quizá el balón se habría ido fuera por la rosca que le había dado, pero fue patinando y acabó dentro, muy pegadito al palo”.

Fernando Torres celebra el gol ante Alemania.
Fernando Torres celebra el gol ante Alemania.CORDON

Antes de llegar a Austria, Luis Aragonés había decidió dar un giro a la selección tras la estrepitosa derrota en la fase de clasificación ante Irlanda del Norte (3-2). Desde aquel traspié decidió prescindir de Raúl, y en Aarhus, ante Dinamarca, casi un año después, apostó por primera vez por jugar desde el inicio con tres bajitos, Xavi, Cesc e Iniesta. “Mi gol fue la culminación de un gran trabajo y del estilo que instauró Luis”. En su libro, Torres también relata la importancia suprema de Aragonés en el título: “La charla de Luis en la final se centró en motivarnos para ganar. Centró gran parte de su discurso en el capitán, Michael Ballack. Lo llamaba Wallace. A la tercera vez que repitió el error los futbolistas nos sonreímos. Luis tiró de su origen castizo madrileño de Hortaleza: ‘Lo llamo Wallace porque me sale de los cojones. Sé perfectamente cómo se llama’. Para relajarnos, cuando los dos equipos estábamos formados en el túnel para saltar al terreno de juego, se dirigió al capitán de Alemania y le dijo: ‘Suerte Wallace’. Nos miró, se sonrió y guiñó el ojo a quienes estábamos pendientes de él”.

Torres celebra su gol.
Torres celebra su gol.REUTERS

Con apenas 17 años, Aragonés fue el entrenador que hizo debutar a Torres en el Atlético. Siempre le exigió mucho por la fe que le tenía, tanta que le daba pequeñas lecciones para extraer lo mejor de él. Casi siempre era el primer cambio, lo que Torres digería con disciplina, aunque no le gustara. Llegada la final de Viena, Luis repitió con él un ritual que ya había practicado en el Vicente Calderón: “En el vestuario, antes de saltar para iniciar el calentamiento, Aragonés se acercó a mi asiento y me miró fijamente a los ojos. ‘Ya se lo hice en el Atleti, si recuerda. Hoy usted va a marcador dos goles’. Y me hizo con el dedo índice en la frente la señal de la cruz. No marqué dos goles, pero sí el que valió el título”.

A Torres no se le va de la cabeza el momento en el que Iker Casillas recibió la Eurocopa de manos de Michel Platini: “Cuando Iker levantó la Copa tuve la sensación de que no iba a ser la última. Aprendimos durante la Copa Confederaciones y todo se plasmó durante el Mundial”. El gol de Iniesta, al que Torres conoce desde que eran juveniles y del que siempre dijo que era el mejor futbolista que había visto, fue como un fogonazo: “¡Qué momento! Cuando el balón entró, pareció como si todo se volviese claro, no importaba cómo sucedió y cómo se llegó porque ese tanto cambió nuestra existencia”.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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