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La bestia devora al rayo

Yohan Blake (9,75s) inflige a su amigo Bolt (9,86s) la derrota más dolorosa de su carrera

Carlos Arribas
Yohan Blake corre en el centro entre Powell y Bailey-Cole
Yohan Blake corre en el centro entre Powell y Bailey-ColeIVAN ALVARADO (REUTERS)

No hubo salida nula. No se corría en la Conchinchina ni en las Quimbambas, sino en la mismísima pista nueva del Estadio Nacional de Kingston que Usain Bolt quiso azul para recordar eternamente la del Estadio Olímpico de Berlín, escenario de sus más grandes hazañas. No se trataba de unos Mundiales, ni siquiera de unos Juegos Olímpicos, sino de algo mucho más importante, de la final de los campeonatos jamaicanos, donde no está en juego la gloria ni el dinero, sino el orgullo. Era la primera vez desde la frustrada final del Mundial de Daegu en que se enfrentaban los dos colosos de la velocidad, ‘La Bestia’ Yohan Blake y ‘El Rayo’ Usain Bolt, ambos celosamente protegidos de los arañazos mutuos por Glenn Mills, el hombre que cuida de ambos, el entrenador que guía sus carreras. Todas las circunstancias habían cambiado, pero volvió a ganar el mismo: el joven Blake (22 años) pudo de nuevo (y por primera vez en carrera) al ‘viejo’ Bolt (25 años), suficiente para hacerle dudar a un mes de los Juegos Olímpicos, por supuesto. Tercero terminó el eterno (29 años) Asafa Powell (9,88s).

Fue la primera vez en su vida que alguien le ganaba a Bolt corriendo en su isla. Fue una derrota a lo grande. Blake ganó con una marca de 9,75s (1,1 m/s de viento a favor), que es la mejor marca del año y también de su vida (Blake entra así en el restringido club de quienes han descendido de 9,80s: Bolt, Tyson Gay, Powell, Nesta Carter, Mo Greene y él mismo. Por delante de todos, los 9,58s inalcanzables de Bolt en Berlín), que es también, y ahí el dolor de Bolt, el récord del Estadio Nacional de Kingston, el tiempo más rápido jamás conseguido en Jamaica, la isla de la velocidad, que ya no pertenece al rey Bolt, que la mantenía desde hace cuatro años en 9,76s y a quien nunca antes nadie le había ganado en su isla.

Bolt se quedó en 9,86s, un puesto (segundo), una forma de conseguirlo y un tiempo con los que un año después acabó dando la razón a aquellos, como Greene, que en Daegu dijeron que su salida nula se había debido al miedo que le tenía a su compañero de entrenamientos, Blake. En la final de Kingston ocurrió lo mismo, pero al revés: temiendo la nula, nervioso, Bolt se quedó clavado, dormido, en los tacos, de la misma manera en que se clavó en 2010, cuando Tyson Gay le infligió la hasta anoche su primera derrota en la pista. Salió, como siempre, más rápido Powell que nadie, y Blake tras él. Remontó fácil la Bestia. A Bolt, sus extraordinarios últimos 40 metros, su gran fuerza, solo le valieron para superar a Powell.

Mills prohibió hablar a Blake terminada la carrera, pero Bolt sí que habló. “Los rivales se movían mucho en los tacos y eso me desconcentró”, dijo el plusmarquista mundial, que el sábado por la noche volverá a enfrentarse a Blake en los 200 metros. “Para mí no tiene tanta importancia, fue uno de esos días”.

El entrenador de los dos más rápidos de 2012 tampoco dio excesiva importancia a lo ocurrido. “Bolt es un tipo duro y sobrevivirá. Estamos donde queríamos estar para ir a Londres”, dijo Mills a Reuters. “Mi única preocupación es que no se lesionen. La estrategia de la planificación pasó por que Blake no corriera en Europa y por eso está en mejor forma que Bolt ahora. Nos quedan cuatro semanas hasta los Juegos y sabemos lo que tenemos que hacer”. En Londres les espera a la pareja jamaicana una pareja de resucitados norteamericanos, Justin Gatlin (9,80s hace una semana en sus ‘trials’) y Tyson Gay (9,86s), así como el fenómeno de Trinidad y Tobago Keston Bledman (9,86s).

Mientras Blake, al que el propio Bolt apodó la Bestia por su dedicación extraordinaria en los entrenamientos (y sus pectorales desorbitados, sus brazos, su cuerpo de acero es una buena prueba andante de ello), destaca por su ética de trabajo y su poco gusto por las fiestas, Bolt es todo lo contrario. Su talento le permite correr, bailar y conducir mal. Sus penúltimos titulares en los periódicos se los ganó con un accidente con su BMW cuando salía de una fiesta YUSH a altas horas de la madrugada de Kingston para celebrar su regreso en junio de la gira europea.

Los reyes de la noche fueron los chicos, pero la mejor marca la consiguió una chica, Shelly Ann Fraser, que corrió los 100m en 10,70s. Solo tres mujeres en la historia, las norteamericanas Florence Griffith, Marion Jones y Carmelita Jeter, han corrido más rápido que ella.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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