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La nueva aventura de Fabio Capello

Exitoso como pocos en los banquillos de clubes, el técnico italiano asume el cargo de seleccionador ruso tras su revés con Inglaterra

Jordi Quixano
Capello, en un partido con la selección inglesa.
Capello, en un partido con la selección inglesa.IAN KINGTON (AFP)

Lo avisó el futbolista Andrei Arshavin a través de su web oficial hace dos días, lejos de ser comedido, de guardar un secreto que ya se deslizaba con persistencia por todos los pasillos de la federación rusa. Fue, al tiempo, una señal de complicidad, de aprobación por parte del líder de la selección. “Le deseamos lo mejor al nuevo técnico”, anunció, al tiempo que revelaba el nombre: Fabio Capello. El entrenador (San Canzian d’Isdonzo, Italia; 1946) estaba dentro de un ambicioso y quizá pretencioso ramillete de opciones que desveló la propia federación la semana anterior, donde había 13 nombres y alguno era bien explosivo, como Pep Guardiola, Marcelo Bielsa, Rafa Benítez… “A la RFS le gustaría informar oficialmente que planea, en conformidad con las normas de la UEFA y FIFA, mantener conversaciones con estos especialistas para que uno de ellos se convierta en el nuevo seleccionador nacional”. Finalmente ha sido Capello.

“Solo falta firmar, pero ya hemos decidido darle el cargo a Fabio Capello”, reveló Nikita Simonyan, presidente de la RFS

Técnico exitoso como pocos en los banquillos de clubes, pues recogió al Milan de Sacchi y le mantuvo en la brecha al ganar cuatro de cinco Scudetti, culminado con imborrable Copa de Europa de Atenas sobre el Barça (0-4) en 1994, también cosechó laureles y Ligas con el Madrid en dos ocasiones (1997 y 2007), con el Roma (2001) y con el Juventus (2005 y 2006), además de varias Supercopas. No cuajó, sin embargo, su paso al banquillo de una selección, al de Inglaterra. Recibido entre vítores y elogios, puesto que el país consideró que su impronta de cerrojo y juego directo, de triunfo ante cualquier otra premisa, convenía a una selección desgastada y maltrecha desde hacía tiempo, todo parecía predispuesto para un nuevo éxito. Pero no resultó. Primero, porque en el Mundial de 2010 apenas dijeron ni pío –más allá de una sonrojante actuación de los porteros-, caídos ante Alemania en los octavos de final (4-1), su primer hueso duro. Por entonces, ya nadie se fijaba en su juego, sino que todo valía para desprestigiar a un técnico que cobraba cerca de cinco millones de euros anuales y que en dos años apenas había aprendido a hablar inglés con fluidez. Pero una fase de clasificación excelente para la Eurocopa bastó para girar de nuevo las tornas, para que los sensacionalistas rotativos ingleses dieran a Capello aire y vuelo. Duró poco. Lo que los propios jugadores ingleses, díscolos y con demasiados líos nocturnos, tardaron en estropearlo. Algo que el librillo de Capello no consiente, por más que luego sea capaz de perdonar, como demostró en el Madrid con Beckham, Ronaldo…

A cada mes había jarana. Terry mantuvo un lío con la mujer de Bridge y le quitó la capitanía durante seis meses. “Carroll debería beber menos”, apuntó en un par de ocasiones. Ashley Cole se empeñaba en salir en los tabloides en medio de discusiones con su exmujer Cheryl. A Rooney lo cazaron de juerga. Como a Lampard… Y la gota que colmó el vaso fue que el propio Terry insultó a Anton Ferdinand –hermano de su compañero de selección, Rio Ferdinand- con improperios racistas, por lo que la Federación Inglesa decidió unilateralmente quitarle el brazalete, sin consentimiento de Capello. Una interferencia que no aprobó ni consintió el italiano, que derivó en una dimisión que se aceptó de buen agrado por parte de los ingleses, rotas ya las relaciones. Faltaban apenas tres meses para que diera inicio la Eurocopa.

El entrenador estaba dentro de un ambicioso y pretencioso ramillete de opciones, donde había nombres como Guardiola, Bielsa, Benítez…

Inquieto como es, enamorado del banquillo y del balón porque antes que técnico fue futbolista –pasó casi toda su carrera en la Juve y participó en 32 ocasiones con la selección-, Capello ha aceptado ahora de buen agrado el puesto de seleccionador ruso. “Solo falta firmar, pero ya hemos decidido darle el cargo a Fabio Capello”, reveló Nikita Simonyan, presidente de la RFS, que espera resolver el tema contractual este mismo miércoles. Con un salario generoso –según el diario ruso Sport Express serán seis millones anuales y según la Gazzetta, 12-, a Capello le han puesto dos premisas claras, toda vez que el equipo nacional acumula desastres –no se clasificó para los dos últimos Mundiales y fue eliminado en la primera fase de la reciente Euro-: clasificar al equipo para el Mundial de Brasil del 2014 y, de paso, renovar y completar el relevo generacional del equipo con éxito antes de que arranque su propia cita Mundial (2018), donde no tendrán que pasar fase de clasificación al ser los anfitriones.

Queda por ver quién acompañará a Capello en el banquillo, puesto que desde Rusia señalan que tendrá como ayudantes a Igor Shalimov -exjugador del Nápoles y Bolonia, entre otros, además de seleccionador femenino de Rusia- y Dmitry Alenichev -que militó en el Roma y Perugia y que dirige a la sub-18 rusa-, pero Fabio suele trabajar con su propio equipo, siempre con un asistente, un preparador físico y un entrenador de porteros, además de su hombre de confianza, Franco Baldini, que ya ocupó la secretaría técnica a su paso por el Madrid. Es, en cualquier caso, la nueva aventura de Capello.

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