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Espléndido Wiggins

El británico, ganador de la Grand Boucle a falta de una etapa, se impone en la contrarreloj, por delante de su compañero de equipo Froome, que es segundo en la general, y de Luis León Sánchez ● El podio en los Campos Elíseos lo completará Nibali

Eleonora Giovio
Wiggins, en la contrarreloj.
Wiggins, en la contrarreloj.BOGDAN CRISTEL (REUTERS)

Entró Bradley Wiggins en línea de meta con la misma cara con la que había empezado la crono 53,5 kilómetros antes. Tardó menos que nadie en recorrerlos. Con su pedaleo tan bonito de ver, tan eficiente. Tan suave que parece que no se cansa. Patillas a la vista, el británico dio una exhibición. La mejor manera para cerrar este Tour, para proclamarse campeón. Para por fin relajarse y disfrutar mañana de ese paseo por los Campos Elíseos.

No hubo batalla ni siquiera con su compañero de equipo, su gregario de lujo, Chris Froome, al que le metió un minuto y 16 segundos. 12 eran los que les separaban en el primer intermedio, 54 en el segundo… A Wiggins no le molestó el viento que empezó a soplar por el lateral en el tramo intermedio. Marchó por fin solo con su pedaleo. Y eso que todo había empezado con Froome. Desde la etapa en la el supuesto gregario le tuvo que esperar aunque fuera más rápido que él. Hasta ayer. Hasta pocos minutos antes de que comenzara la crono. Juntitos de nuevo. Una vez más. Como en todas las etapas y los finales de etapa, en los Alpes y en los Pirineos. Esta vez, haciendo rodillo en frente del autocar de SKY.

Uno, Bradley, escuchando música. El otro, Chris, con la mirada fija hacia delante. Ambos sin casco. El hecho de verle el pelo casi los hacía más humanos. Juntos hasta ese momento. Porque luego, por una vez, aunque fuera por reglamento, Froome salió antes que Wiggins. Tres minutos. Y empezaron a rodar, los dos. Nada delante. Solo esas nubes y esos cielos de Francia que parecen infinitos. Froome algo más rígido. La boca abierta, las gotas de sudor que se le caían por la nariz. Wiggins, esplendido. En su postura, su pedaleo. Con una tirita en la nariz. El sillín blanco. Gafas de espejo. Cuadraditos amarillos pintados en su bici. Él también todo amarillo, menos los guantes y las zapatillas, negras. Sin balancearse. La columna vertebral tan plana que podría llevar una jarra de agua sin que se cayera ni una sola gota. Y rápido. Muy rápido.

Luis León Sánchez ahí estaba sentado en la zona de llegada con la gorra de Rabobank puesta. Viéndoles pedalear por la tele hasta la meta. Porque hasta entonces era él, el chico de Mula, el que firmaba el mejor tiempo. Pero cuando vio a Wiggins en el segundo intermedio (le sacaba ya 58 segundos, por los 38 del primer intermedio) le entró la risa. Sonrió el murciano. No le quedaba otra. Wiggins no paró hasta llegar a meta. La cruzó con un gesto de rabia, puño en alto. Quería cerrar el Tour dejando claro que había sido suyo.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de deportes, especializada en polideportivo, temas sociales y de abusos. Ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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