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Una pirueta fuera de la pista

China gana con autoridad y los árbitros entregan a Japón la plata tras rectificar la nota en un ejercicio fallado por Uchimura

Amaya Iríbar
Uchimura, en el ejercicio de las paralelas.
Uchimura, en el ejercicio de las paralelas.DYLAN MARTINEZ (REUTERS)

China ganó por sorpresa el primer oro de la gimnasia en Londres, pero el escándalo se dio en la plata, que primero fue para Reino Unido y un rato después y tras una rectificación de los jueces, para Japón. Uchimura y sus compañeros se llevaron el abucheo del público en la ceremonia del North Greenwich Arena, perplejo ante lo que acaba de vivir. Y algunos se estremecieron al recordar aquel episodio que avergonzó a la gimnasia en Atenas 2004, cuando el error de los árbitros convirtió en campeón a Paul Hamm quien no debía serlo.

La cosa sucedió así. China, que había perdido camino de Londres a varias de sus estrellas, ya había acabado sus ejercicios y vivía, contra pronóstico, confortable en el primer puesto, inalcanzable para el resto. La lucha, el sudor y la sangre, estaban por detrás. Desfondados los estadounidenses por sus propios fallos, el segundo puesto se dirimía entre Reino Unido y Japón. Entre las acrobacias del suelo y los giros imposibles del potro con arcos simultáneos.

Los británicos acabaron un poco antes. Ni en sus mejores sueños este equipo podía imaginarse que se despediría con los tres gimnastas pletóricos, con puntuaciones por encima del 15,000, que viene a ser como un 9,80 o 9,90 de los de antes, de cuando aún existía el 10.00. Lo celebraron como merecía la ocasión histórica, pues el equipo británico no lograba una medalla desde 1912, hace justo 100 años, cuando la gimnasia no era esta gimnasia. Y llegó el último ejercicio de la noche. Y todos los ojos se posaron en el diminuto Uchimura, el mejor gimnasta de los últimos años, hay quien dice que de la historia, triple campeón del mundo, imbatido desde 2009, subcampeón olímpico. El mismo que había fallado el primer día en este potro con arcos lastrando a su equipo. El gimnasta que había visto caer a un compañero tan solo unos minutos antes. Necesitaba 13,950 puntos.

Los dos jueces de dificultad decidieron no contarle el valor de la salida, lo que supone no concederle 0,9 puntos

Empezó despacio, cogió ritmo, siempre con esa elegancia que le caracteriza, con las puntas como un bailarín, hasta que llegó a la salida. ¿Qué es eso? Uchimura hizo un extraño, como si se le venciera un hombro, flexionó las piernas y a duras penas logró tocar las tres partes de la grupa, una exigencia, y sorprendentemente aterrizó de pie arrancando una exclamación a los espectadores.

Los dos jueces de dificultad decidieron no contarle el valor de la salida, lo que supone no concederle 0,9 puntos (en realidad la diferencia entre la primera y la segunda nota se quedó en 0,7). Eran el japonés, sí japonés, Takeuchi y el español Pablo Carriles. “Hemos considerado que no ha pasado por la vertical y si el gimnasta no pasa por la vertical o a 15 grados el elemento no vale”, explicó después el español, experto en este aparato y muy tranquilo.

El marcador electrónico escupió un 13,46 —la nota es el resultado que suma la dificultad y la ejecución, que decide otro panel de cinco jueces— y a Uchimura se le quedó clavado el gesto. Dos de sus entrenadores presentaron una reclamación, primero al jurado de arcos y luego al de la Federación. Japón era cuarto y había cedido el podio a los ucranianos.

Dos de sus entrenadores presentaron una reclamación. Japón era cuarto y había cedido el podio a los ucranianos.

Un cuarto de hora después, Uchimura volvía a sonreír al ver rectificada su nota (14,166) hasta convertirla en plata. “No estamos ciegos”, protestó el seleccionador Kuksenkov a los periodistas. Para los profesionales de esto, incluso para los corregidos como Carriles es diferente: “Es una cuestión de apreciación. Es muy fácil ver todo a cámara lenta, pero hay que estar ahí. Los de apelación han tenido que ver el vídeo siete u ocho veces antes de ponerse de acuerdo”. Esto es la gimnasia, un deporte que sustituye los cronómetros del atletismo o la natación por personas, con sus deslices, sus errores y sus intereses. El tercer deporte de los Juegos ya tiene su primer campeón y su primera polémica.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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