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Por fin Murray

El escocés gana el oro en Wimbledon, donde no se imponía un británico desde 1936 (Fred Perry), y frustra a Federer, que solo se apunta siete juegos (6-2, 6-1 y 6-4)

J. J. MATEO
Murray celebra uno de los puntos.
Murray celebra uno de los puntos.LUIS ACOSTA (AFP)

En la catedral del tenis, un británico coronado: Andy Murray destruye 6-2, 6-1 y 6-4 a Roger Federer y conquista el oro olímpico, cerrando casi 100 años de frustraciones locales lloradas sobre la verde hierba. Hace un mes, el escocés se inclinó en la final de Wimbledon ante el suizo, tras ser el primer tenista local en el partido decisivo del torneo desde 1938 (Bunny Austin). En el mismo escenario, trasladado a los Juegos Olímpicos, se impuso hoy con una clase magistral que sirvió para que cicatrizaran muchas heridas. Cuando comienza el duelo, Murray solo ha ganado dos partidos al mejor de cinco sets contra los otros cuatro mejores del planeta. Un pírrico 15%. Al cierre del pulso, con Federer frustrado por ese oro olímpico individual que no llega, esa estadística ha quedado destruida: en 1h 56m, el nombre del británico queda inscrito en la historia (6-2, 6-1 y 6-4), la eternidad queda asegurada, el trampolín para ver desde hoy a un tenista nuevo, libre de las cadenas de la historia, ha sido tendido hacia el futuro. Por fin, Murray.

Si Federer quiere conquistar el oro individual, tendrá que buscarlo en Río 2016, con casi 35 años

El número cuatro discutió con un convencimiento inesperado los puntos de inflexión del encuentro. Nueve bolas de rotura, nueve, tuvo Federer, siete solo en el segundo set, que pudo ser la bisagra de su remontada. A todas respondió Murray con un vigor extraordinario. Luchando contra su naturaleza, que le pide esperar y contratacar, fiarlo todo a su increíble capacidad para recuperar jugadas perdidas, el escocés apostó por tomar el mando del partido. Fue un maravilloso ejemplo de adaptación competitiva. Con la lección aprendida en la final de Wimbledon, cuando se adelantó en el marcador entre los rugidos del público y luego perdió el título por levantar el pie del acelerador, el número cuatro mundial agarró el partido por la pechera y ya no lo soltó nunca. Atacó con decisión. Desde el fondo, percutió contra el revés de Federer. Tuvo en el servicio un aliado y en la grada un acompañante infalible, fiel siempre, ruidoso por comparación al de la etiqueta de Wimbledon.

Nueve bolas de rotura tuvo Federer; siete solo en el segundo set, que pudo ser la bisagra de su remontada. No logró el éxito en ninguna

Ante eso, Federer se deshilachó en errores no forzados. Sumó 31, por los 17 de su contrario. A un paso de los 31 años, con su brillante armadura mellada por el increíble partido de semifinales, cuando apuró más de cuatro horas, el duelo más largo de la historia a tres sets, se le vio inexacto, desdibujado. Presa del pánico cuando vio que se le escapaba el sueño de la medalla, quiso jugar demasiado rápido. Atrapado por el deseo, ofreció a Murray la tranquilidad que necesitaba; no supo explotar el agujero más notable del británico, su segundo servicio. Allí, en esa estadística ya mejorada en el último Wimbledon, Murray ganó un notable 63% de los peloteos disputados, por el exiguo 37% de Federer.

Federer, durante la final.
Federer, durante la final.MARTIN BERNETTI (AFP)

Esa estadística le valió el oro. Ese dato le costó la plata al suizo, con el argentino Del Potro bronce. Fue un podio amargo para Federer. Cuando Murray alzó los brazos al cielo, enseñando esas muñequeras decoradas con los colores de Escocia, justo cuando el ganador escaló hacia el palco para abrazarse a los suyos, el suizo desfiló hacia el vestuario, cabizbajo. Era imposible separar el presente del futuro: si Federer quiere conquistar el oro individual, tendrá que buscarlo en Río 2016, con casi 35 años.

Federer: “No se sientan mal por mí”

J. J. M.

“Él [Andy Murray] fue mejor que yo, mucho mejor, pero estoy contento con la plata”, reacciona el suizo Roger Federer en la derrota, que llega en su pista fetiche, la central de Wimbledon, y sobre su superficie preferida, la hierba. “Fue un torneo muy emotivo. Quizás estuviera vacío emocionalmente. Andy nunca dudó. Estoy feliz por él”.

Federer no solo perdió el oro individual, que con la Copa Davis es la única gran pieza que falta en su mayúsculo e incomparable currículo. El suizo también se quedó a un partido de completar el Golden Slam, la rarísima combinación de los cuatro grandes y el oro individual. En toda la historia del tenis, solo dos hombres han cumplido con ese reto titánico: el estadounidense Andre Agassi y Rafael Nadal. Entre las mujeres, dos tenistas pusieron el listón aún más alto: la alemana Steffi Graf consiguió acumular los cinco títulos en un solo y mágico año (1988), mientras que la estadounidense Serena Williams, doblemente coronada en Londres 2012 (tras ganar el título individual, ayer también conquistó el oro con su hermana Venus en dobles) es la única tenista que ha cerrado el círculo tanto en individuales como en dobles.

“No se sientan mal por mí”, reaccionó Federer, muy lejos de Murray durante todo el partido. “Siento que he ganado una plata, no que he perdido una medalla. Ha sido un gran mes para mí. Gané Wimbledon, me convertí de nuevo en el número uno del mundo, ahora esta plata...”, añadió. “Tras mi partido de primera ronda \[el colombiano Falla le extendió hasta el tercer set\] casi se me saltaron las lágrimas, se lo crean o no... tanto significan para mí los Juegos. Entendí lo cerca que había estado de perder. Volví a sentirme exactamente igual tras las semifinales [tumbó al argentino Del Potro tras el partido más largo de la historia a tres sets]“.

Ahora, Federer, que ganó el torneo de dobles en Pekín 2008 y junto a su compatriota Wawrinka, tendrá que esperar cuatro largos años para completar su sueño. Si decide competir en Río de Janeiro 2016 lo hará con casi 35 años, lejos ya de los mejores momentos de su carrera, por mucho que su talento sea infinito.

“No es imposible que participe en Río”, sonrió Federer; “pero quedan tantos años que me daría tiempo para retirarme y volver a competir luego”

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Sobre la firma

J. J. MATEO
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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