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El debate del ‘caso Pistorius’

El sudafricano, primer doble amputado de piernas que participa en unos Juegos, reabre la discusión sobre las ventajas y las desventajas de sus prótesis de carbono

Carlos Arribas
Pistorius, en la prueba de 400m.
Pistorius, en la prueba de 400m.OLIVIER MORIN (AFP)

Sepultado bajo el tinte homérico que la combinación del adjetivo olímpico y el sustantivo virtud confiere a todo aquello que toca y lo hace sagrado, intocable, los científicos intentan sacar a la luz el debate frío y desapasionado sobre las piernas protésicas de Oscar Pistorius, el primer doble amputado que participa en una prueba de atletismo en unos Juegos y que ayer se quedó fuera de la final de los 400 metros, tras haber superado antes la primera ronda.

Nadie pone en duda el espíritu de superación increíble del sudafricano, que nació sin tibias; nadie deja de reconocer que si una persona encarna como nadie los valores ejemplares del deporte para la humanidad, la lucha, el compromiso, el inconformismo y todo eso, ese es Pistorius, quien, tras ganar todas las medallas posibles en las competiciones paralímpicas, no paró hasta lograr competir contra deportistas enteros, sin defectos.

La ligereza de las cuchillas (20% menos de peso) le da mayor velocidad de zancada

Nadie desdeña todas las grandes palabras que acompañan a su peripecia deportiva como tampoco nadie es ajeno a la inmensa maquinaria de relaciones públicas que acompaña al atleta de Pretoria magnificando sus acciones, cargando de significado sus gestos, ni tampoco nadie esconde la maquinaria económica que envuelve al sudafricano rubio, de 26 años, todo un personaje en su país, un protagonista de las revistas del corazón que hablan de su tigre blanco; de su novia, una supermodelo rusa…

Las preguntas que se hace la comunidad científica, gente para la que la vida es siempre una duda, son: ¿las prótesis de carbono, esas cuchillas curvadas llamadas guepardo que permiten que a Pistorius se le llame sin que sea un insulto blade runner, le dan una ventaja injusta sobre los demás?, ¿sería justo hablar de dopaje tecnológico? Las preguntas siguen aleteando y a ello no es ajeno el que dos tribunales de especialistas, el convocado por la federación internacional (IAAF) para retirarle la licencia y el que utilizó el Arbitral del Deporte (TAS) para devolvérsela, emitieran sentencias contradictorias sobre el caso. Todos los científicos (ortopedistas, biomecánicos, protésicos, fisiólogos...) que han saltado al ruedo del debate están, sin embargo, de acuerdo en un punto de partida: el de que la extremada ligereza de las cuchillas (pesan un 20% menos que unas piernas de carne y hueso) permite a Pistorius una mayor velocidad de zancada, casi cuatro por segundo, que a todos los demás velocistas, que se quedan en tres.

Sus seguidores replican que no le permiten aplicar en cada pisada la misma fuerza

Esta ventaja no es tan nítida de entrada o incluso no es ventaja, claman los pistoriustas, pues las prótesis no le permiten aplicar en cada pisada la misma fuerza que un atleta normal (unas dos veces y media su peso en una décima de segundo, más o menos, que es lo que dura el contacto de su pie con el suelo) y, por lo tanto, la velocidad se resiente.

A esto los que dudan responden que, como tiene más velocidad de giro de piernas, Pistorius puede alargar durante más tiempo, más allá de la décima de segundo, su pisada en el suelo, con lo que puede aplicar más fuerza, la madre de la velocidad. Y recuerdan que un dato permite afirmar que Pistorius goza de ventaja, el de que con menos gasto energético consigue más rendimiento: si sus tiempos en los 100 y los 200 metros son similares a los de una sprinter de primer nivel, como es Allyson Felix, sus tiempos en los 400 (45,07s es su mejor marca; ayer hizo 46,54 en la semifinal olímpica) son 4,5 segundos inferiores a los mejores de la representación norteamericana.

Los rivales de Pistorius dudan mucho menos. Los que perdían ante él en las pruebas paralímpicas, la mayoría con una sola amputación, siempre denunciaron la ventaja de la velocidad de sus cuchillas ligeras, pues la suya de girar las piernas estaba limitada por su extremidad humana, más lenta siempre que la protésica.

Los rivales enteros, representados por Kirani James, el favorito para la final de los 400 metros de hoy, también lo tienen claro: “Respeto enormemente lo que ha hecho. Hace falta mucha valentía, mucha confianza, para pisar donde pisa”. Luego, le preguntaron si le dejaría correr contra él si sus tiempos fueran similares (James corre un segundo más rápido). “Eso es otra historia”, respondió el adolescente de Granada.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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