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Ciencia ficción

Usain Bolt vuela como el sobrehumano que es en Londres, gana una estupenda final con mejor tiempo (9,63s) que en Pekín y se queda a solo cinco centésimas de su récord mundial

José Sámano
Usain Bolt celebra su victoria en Londres.
Usain Bolt celebra su victoria en Londres.Pascal Le Segretain (Getty Images)

Un relámpago deslumbró ayer al planeta, sobrecogido ante el hombre más rápido de la tierra, alguien que no corre, sino vuela, se dispara desafiando las leyes físicas y no parece tener freno. Usain Bolt fue sobrehumano en Pekín, con 9,69s, y un extraterrestre en Londres, con 9,63s, la segunda mejor marca de la historia, solo cinco centésimas por debajo de su propio récord mundial (9,58s). Tiempos del más allá, logrados a cerca de 30 grados en China y a unos 17 en suelo inglés. El colosal Bolt fue forzado al límite de la naturaleza por sus imponentes rivales, que no son precisamente unos piernas. Ahí estuvo su compatriota Blake, un tiro, capaz de igualar su mejor registro (9,75s), y Justin Gatlin, también por debajo de los 9,80 segundos (9,79s). Una final a la altura del cartel con los cuatro atletas más rápidos que haya conocido la humanidad. Dos de ellos, Tyson Gay y Asafa Powell, se quedaron fuera del podio. El turbo de Bolt fue inalcanzable para todos. Visto y no visto. Un rayo, un parpadeo.

Lo de este jamaicano revoltoso como un chiquillo con pulgas al que no se le descuelga la sonrisa, es pura ciencia ficción. Parece alguien regresado del futuro. La final por excelencia fue un espectáculo asombroso, el momento cumbre de estos Juegos, que el sábado despidieron al emperador del agua (Michael Phelps) y anoche festejaron la nueva gesta de este fórmula uno con patas. En el Olímpico londinense se tomó la hazaña con la solemnidad que merecía al inicio y la incredulidad final ante una carrera soberbia, en la que Bolt mantuvo la marcha hasta el último metro. Londres ya tiene a sus divinidades en el póster. ¡Vaya celebridades!

A España, le faltan cromos. No hay novedad: las chicas, esas guerreras como se definen ellas en la delegación, se mantienen como principal sustento

A España, por su parte, le faltan cromos. No hay novedad: las chicas, esas guerreras como se definen ellas en la delegación, se mantienen como principal sustento. El waterpolo, en la primera participación de su historia, se ganó anoche un puesto en la semifinal tras batir a Gran Bretaña (9-7) y se jugará luchar por la plata ante Hungría, a la que ya derrotó en la primera fase (13-11). Extraordinario. El balonmano, por su parte, tampoco se frena y la selección de Jorge Dueñas, que ya estaba en cuartos, obtuvo una victoria de enorme prestigio ante Noruega (25-20), campeona del universo: del mundo, de Europa y olímpica. Ahora, España tiene cita con Croacia. Dos casos admirables, tanto el del waterpolo como el del balonmano, deportes con poca hucha y apenas focos que agudizan el ingenio frente a países donde estas disciplinas tienen arraigo y más sostén financiero.

A la gran fiesta del medallero puede sumarse mañana la windsurfista sevillana Marina Alabau en la modalidad de RS:X. Un octavo puesto en la última regata le garantiza la medalla, un séptimo puesto, el oro. Todo a favor para esta domadora de vientos que ha sido líder de su prueba desde el primer día. Y hoy a última hora (22.00), Marta Domínguez en la final de 3.000 obstáculos. Las vallas y las rías son sus únicos enemigos. Sus silencios nada vengan.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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