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JUEGOS OLÍMPICOS | BALONCESTO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Malparada

El librarnos de Estados Unidos no supone ninguna liberación viendo el juego de nuestra selección

Paul Gilham (GETTY)

En el encuentro de la controversia, España no salió bien parada. Ni salvaguardó su prestigio, pues por mucho que intenten disipar dudas, siempre sobrevolará sobre el partido la sombra de la falta de interés en la victoria (lógico por otra parte) ni, quizás más importante, tampoco dio síntomas de mejora en su juego, donde volvió a mostrar todos los defectos apuntados en partidos anteriores. Esta quizás es su mejor defensa ante posibles acusaciones éticas. España fue la misma España que el día de Rusia.

Dejando a un lado otro tipo de interpretaciones que pueden ser discutibles, España tiene problemas serios en su juego, agravados seguramente por la falta evidente de tensión que hubo durante casi todo el partido. No hay duda de que tenemos un juego interior demoledor, sobre todo cuando Ibaka aporta, por lo que sería deseable que Scariolo le encontrase el hábitat ideal para aprovechar su poderío, cosa que, por ejemplo, se echó en falta el día de Rusia. Pero de igual forma que los alrededores de la canasta rival son nuestro mejor pozo petrolífero, los de la propia se están convirtiendo en zona de excesiva producción para nuestros rivales. Lo hicieron los jugadores rusos, lo volvieron a repetir los brasileños, y eso que Nené Hilario no hizo acto de presencia. Falta contundencia e intimidación más allá de los tapones que coloca Ibaka y sobran despistes y malos ajustes. El problema defensivo interior puede ser extensible a todo el colectivo y se echa en falta una intensidad mayor de la que está mostrando España, alejada de lo hecho en otros cursos.

Tampoco se solucionaron los problemas de arritmia. No hay forma de que las buenas prestaciones se mantengan en el tiempo, por lo que cualquier ventaja, por grande que sea, termina por ser enjugada. Hablaban los jugadores de concentración como posible causa, y no les falta razón como se demostró en un partido como el de ayer, que de concentración no estuvo ni mucho menos sobrado.

Total, que perdimos. Cierto que era un partido muy difícil de jugar, por mucho que se invoque a espíritus olímpicos y demás conceptos que a la hora de la verdad terminan por ser superados por la cruda y dura realidad de un partido marcado por las circunstancias. Sea como fuera, España ya conoce su camino. Personalmente, el librarnos de Estados Unidos no supone ninguna liberación viendo el juego de nuestra selección. Aunque también, por la experiencia de otros años, conozco su talante competitivo y su capacidad para dar lo mejor en el momento justo. Pero eso no deja de ser un deseo. La realidad mostrada hasta ahora dice que mucho tendrá que mejorar para que esa soñada final que ahora vuelve a ser posible se convierta en realidad. Jugando como hasta ahora, está más lejos que nunca.

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