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Melancolía por un Balón de Oro

Ante el Valencia, Cristiano no remató entre los tres palos por primera vez en el Bernabéu

Diego Torres
Cristiano Ronaldo gesticula durante el partido frente al Valencia.
Cristiano Ronaldo gesticula durante el partido frente al Valencia.Emilio Naranjo (EFE)

Decían sus compañeros que Cristiano Ronaldo andaba ausente durante la pretemporada. Que parecía triste. Melancólico. Alejado incluso de aquellos amigos que hace poco le acompañaban continuamente, como Pepe. Atravesando uno de esos momentos de introspección tan propios de la juventud. Como cantaba Jackson Browne, el hombre transitaba por “esos días”.

Cristiano no ha parado desde los 12 años, cuando dejó su casa para intentar hacerse profesional. Su vida ha constituido un continuo vértigo competitivo. Un ejercicio cotidiano de autoexigencia y superación. Cristiano, que cumplirá 28 años en febrero, no sabe hacer otra cosa que derribar barreras. La transformación de su imagen en un fenómeno de masas es una circunstancia que impregna su vida cotidiana. Los jugadores del Madrid, cuando le observan, se integran inconscientemente en la audiencia mundial de la celebridad. La única diferencia es que le ven en primera fila. Y le ven atribulado. Y especulan. Se preguntan si su aparente desánimo se debe a que cree que ha perdido posiciones irrecuperables en la carrera por alcanzar el Balón de Oro.

Su actuación contra el Valencia, el domingo, contrastó con lo que los hinchas sabían de Cristiano después de contemplarle durante tres años. Dio la impresión de que se guardaba energía. Bajaba a recibir de cara en lugar de correr a los espacios, tiraba menos diagonales y llegaba con una décima de retraso al remate. No le ayudó el recurso excesivo de su equipo a jugar en largo. No le ayudaron los 38 grados que sofocaron la atmósfera. No le ayudó el haberse incorporado a la pretemporada con el grupo de los rezagados de la Eurocopa, con diez días de retraso, ni haber sufrido el marcaje férreo de su compatriota Pereira, siempre auxiliado por Ricardo Costa, también portugués. Al cabo de la velada, la afición había asistido a un caso inédito: Cristiano no había tirado entre los tres palos. Lo nunca visto en Chamartín, en donde los hinchas se han acostumbrado a producciones extraordinarias.

“Todavía no estoy bien”, dijo antes de buscar la Supercopa el jueves ante el Barça

El Madrid convirtió 121 goles en el último campeonato. El récord se explica gracias a Cristiano, que dio once asistencias de gol y metió 46 tantos (uno cada 75 minutos) en una sucesión de exhibiciones sin precedentes en la historia madridista. Sobrepasó números que hasta entonces habían pertenecido en exclusiva a Puskas, Di Stéfano y Hugo. Pero si en algo se diferenció de los mitos fue en su actividad frenética alrededor del área. El ejercicio no se mide mejor que contando los remates. Total: 161. Un disparo cada 13 minutos.

Hasta el domingo, Cristiano se había quedado sin probar al portero solo en tres partidos. El Osasuna-Madrid de la temporada 2009-2010, el Sporting-Madrid del curso 2010-2011, y el Racing-Madrid de hace un año. Siempre lejos del Bernabéu. “Todavía no estoy bien”, dijo, tras el empate (1-1) contra el Valencia. No perdió la sonrisa ni cuando le preguntaron por el partido de ida de la Supercopa, el próximo jueves, en el Camp Nou contra el Barça. “Va a ser muy lindo”, replicó.

El regreso de Cristiano al Camp Nou obliga a recordar su gol al Barça en la jornada que resolvió la última Liga a favor del Madrid. Fue su tanto más importante desde que juega en España. Un mazazo que no solo aseguró el título sino que le permitió soñar con recuperar el Balón de Oro. El premio que más prestigia el talento individual ha sido la pieza más ansiada por el atacante madridista desde 2009, cuando se lo arrebató Messi. Si la Eurocopa le alejó de su anhelo, la Supercopa se presenta como el último tren expreso.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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