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Degenkolb, coleccionista de víctimas

El velocista alemán gana su tercera etapa y añade al italiano Viviani a su lista de damnificados

El ciclista alemán John Degenkolb celebra su victoria de la séptima etapa.
El ciclista alemán John Degenkolb celebra su victoria de la séptima etapa.JOSE JORDAN (AFP)

En el día más negro de Armstrong, el sol iluminó al de siempre, al buen alemán, a Degenkolb, que volvió a hacer su eterna travesura, a juguetear con sus rivales, a hacerles ver que pueden ganar cuando sabe que el botín es suyo, que la última pedalada le subirá al podio. Su víctima fue el italiano Elia Viviani, que está loco por ganar una etapa y que había anunciado que esta era la suya, que iba a coger la rueda del alemán para batirle en esa calle ancha del circuito motociclista.

Allí, bajo el calor infernal, con algunos valientes en las gradas, paraguas como sombrillas en ristre y las máquinas de agua agotadas, llegó un sprint vertiginoso, motociclista, con Viviani a rebufo de Degenkolb, pero luego Degenkolb a rebufo de Viviani. Por detrás, todo era un caso, con una caída masiva que no pareció tener consecuencias graves. Pero delante, en la línea de meta, parecía que el rey iba a ser destronado. En plena caída de los dioses, el alemán parecía batido por Viviano, por el calor, por el asfalto, quizás por la rutina.

Pero Degenkolb se diferencia de los demás sprinters en que siempre tiene una pedalada de más y un riñón de más. Cuando Viviani estaba a punto de levantar su brazo cantando victoria, llegó el cansino y le arrebató el triunfo como siempre, a última hora, en el último metro. Y Viviani, a refunfuñar golpeando el manillar, como sus anteriores víctimas. Un clásico.

Antes, los intrépidos que desafiaron a Los Monegros fueron conejillos de indias en una escapada controlada. Aramendia el combativo, Lechuga, del Andalucía, y un holandés, Lindeman, y un checo, Rabon, decidieron pasearse en los secarrales aragoneses hasta que el Argos Shimano decidió que había llegado el momento de llevarlos al redil y meter un ritmo infernal a los últimos kilómetros.

Luego, lo de siempre. Que gana el de siempre. Incluso en el día negro de Armstrong, Degenkolb lució su corpachón revestido por el maillot verde la clasificación por puntos. La pregunta que se hace el pelotón, una vez resuelta la cuestión de Armstrong, es: ¿Alguien puede batir a Degenkolb en una llegada masiva? Parece que solo si le para la Guardia Civil.

1ª etapa: Castroviejo, oreja y rabo

2ª etapa: El chupinazo alemán

3ª etapa: El contador se pone en marcha

4ª etapa: Un abanico tormentoso

5ª etapa: El indomable Degenkolb

6ª etapa: Froome le tira el guante a Contador

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