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El Málaga, en la gloria

El equipo andaluz se clasifica por primera vez para la fase de grupos de la ‘Champions’ tras mostrarse muy superior a un Panathinaikos sin juego ni ideas

Rafael Pineda
Katsouranis intenta arrebatarle el balón a Isco.
Katsouranis intenta arrebatarle el balón a Isco.louisa gouliamaki (AFP)

El Málaga vivió su noche más mágica y logró la clasificación para la fase de grupos de la Liga de Campeones con solvencia, autoridad y buen juego, cualidades que afloraron para que el conjunto español adornase su trayectoria con una histórica gesta que le coloca a la altura de los mejores equipos de Europa. Fue tan superior al Panathinaikos que ni sufrió en un duelo en Atenas marcado por la incapacidad del equipo griego, maniatado por la jerarquía de Toulalan, los desbordes de Joaquín e Izco y la suficiencia defensiva de un grupo que, después de haber padecido tanto durante el verano, toca con las manos la gloria de la máxima competición. Mérito de Pellegrini y unos jugadores que mostraron lo mejor en medio de los sinsabores de un club en plena transformación por los problemas económicos. Las penas, con los panes de la Champions, serán menos penas a partir de ahora.

PANATHINAIKOS, 0 - MÁLAGA, 0

Panathinaikos: Karmezis; Vyntra, Pinto, Velázquez, Spyropoulos; Vitolo, Katsouranis (Marinos, m. 70); Zeca (Mavrias, m. 46), Christodoulopoulos, Sissoko; y Fornaroli (Toché, m. 72). No utilizados: Kapino; Seitaridis, Triantafyllopoulos y Petropoulos.

Málaga: Caballero; Gámez, Demichelis, Weligton, Monreal; Toulalan, Camacho; Isco, Joaquín (Portillo, m. 91), Eliseu (Duda, m. 88); y Fabrice (Juanmi, m. 63). No utilizados: Kameni; Sergio Sánchez, Buonanotte y Seba.

Árbitro: H. Hagen (Noruega). Amonestó a Katsouranis, Weligton, Vitolo y Marinos.

Vuelta de la ronda final clasificatoria para la Champions: vencedor el Málaga por el resultado global de 2-0. El sorteo de la fase de grupos se efectuará mañana. Unos 30.000 espectadores en estadio OAKA Spiros Louis.

Hace ya algún tiempo que los tópicos en el fútbol se desmoronan como un castillo de naipes. Por eso los estadios griegos, catalogados hasta la saciedad como verdaderos infiernos, muestran un ambiente mucho menos fiero. Unos 30.000 espectadores se presentaron en el Spiros Louis, menos de la mitad de su aforo, para recibir al Málaga. Un buen escenario para que el cuadro andaluz, que se presentó con la única novedad de Camacho en vez de Maresca, emigrado al fútbol italiano, mostrara de nuevo la superioridad de la ida. Pellegrini, que no se casa con nadie, volvió a apostar por el joven Fabrice. En verdad, el chileno no tiene mucho más para elegir.

El Panathinaikos, reservón hasta la extenuación en la ida, apenas tiró de un par de acciones agresivas para intentar acogotar al Málaga. Un inicio de equipo desesperado, que usa acciones duras cuando las ideas claras y la imaginación no afloran en su fútbol. Ante tan escaso ímpetu, los de Pellegrini comenzaron a dominar el partido.

Joaquín e Isco, bien apoyados por el trabajo incansable de Camacho y Toulalan, se hicieron con el balón. Las conducciones de lujo de ambos desarmaron al lento centro del campo rival, obligando a Vitolo y Katsouranis a un suplicio en la defensa. En un minuto, el Málaga avisó. Un disparo de Isco y otro de Fabrice metieron mucho miedo al Panathinaikos, al que tan solo podía meter en la eliminatoria un balón parado o un detalle, pues el control que ejercía su adversario era casi absoluto. Siempre con el balón, ocupando de forma racional los espacios, el Málaga ni sufrió. Como en la ida, los jugadores del conjunto griego asistían atónitos a su rondo.

Las penas económicas, con los panes de la competición europea, serán menos penas

Los pocos recursos del Panathinaikos se limitaron a los antideportivos intentos del central Velázquez por intimidar al joven Fabrice ante la pasividad del colegiado, el noruego Hagen, bastante casero todo el partido. Perdido en su confusión, el equipo de Ferreira era incapaz de meter el balón en el área del Málaga. Ni siquiera con un pelotazo o un voleón. Todo era desorden frente a la elegancia del Málaga.

Abrumado por el paso del tiempo, el Panathinaikos se lanzó al final a un ataque caótico sobre el área, tan desordenado como improductivo, que abrió caminos al contragolpe blanquiazul. Así que acabó entregado. Y el Málaga se aupó hasta la élite europea.

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