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Del desguace al podio

Hamilton logra el primer triplete de McLaren en cuatro años acompañado en el podio por Pérez y Alonso, todos ellos arrollados en Spa El español remonta siete puestos para acabar tercero

Oriol Puigdemont
Hamilton, al frente de la carrera tras la salida en Monza.
Hamilton, al frente de la carrera tras la salida en Monza.V. XHEMAJ (EFE)

Seis meses después, casi nadie se acuerda de los palos que se llevó la Federación Internacional del Automóvil (FIA) a raíz de su última intromisión en la normativa que rige el campeonato del mundo de fórmula 1. La regulación del uso de los difusores soplados fue una auténtica patada en el bajo vientre de Red Bull, el equipo que más partido le sacaba a un sistema determinante para entender los dos últimos títulos que Sebastian Vettel logró de carrerilla. A estas alturas de la pasada temporada, el alemán ya acumulaba una ventaja de 112 puntos respecto al español Fernando Alonso, su más inmediato perseguidor, y eso es un cojín de más de cuatro carreras, un mundo entero que permitió que el piloto de Red Bull celebrara el alirón en Japón, cuatro citas antes del final. Mientras la hinchada veneraba a su nuevo niño prodigio, los responsables del circo movieron ficha, los comisarios técnicos hicieron diana y como resultado surgió este nuevo Mundial, un vertiginoso tiovivo tan igualado como impredecible, capaz de llevarle a uno de la más absoluta desesperación al éxtasis en solo siete días. Los integrantes del podio que hizo hervir Monza fueron Lewis Hamilton, Sergio Checo Pérez y Fernando Alonso, por este orden, los tres que el domingo pasado, en el Gran Premio de Bélgica, en el circuito de Spa-Francorchamps, apenas completaron 300 metros por culpa del atrevimiento de Romain Grosjean, que decidió montar un desguace en la primera curva.

Este Mundial tan igualado lleva a uno de la desesperación al éxtasis en una semana

De entre tanto alboroto emergen con fuerza las figuras de Hamilton y McLaren. El chico de Tewin se ha impuesto en dos de las tres últimas pruebas (Hungría e Italia), mientras que Jenson Button (abandonó ayer), su compañero en la escudería, lo ha hecho en la otra (Bélgica). Hacía cuatro años que la estructura británica no encadenaba un triplete, precisamente desde 2008, cuando brindó por su última corona. A dos semanas de recalar en Singapur, la tropa de Woking se ha puesto las pilas y ha dado con la tecla adecuada, ha sabido menear el MP4-27 y lo ha revitalizado hasta convertirlo en una flecha inalcanzable para los demás. La radiografía más clara del potencial que esconde en su panza este prototipo lo hizo Felipe Massa nada más bajarse ayer de su Ferrari. “Los McLaren han sido los más rápidos en Hungría, un circuito que precisa de la máxima carga aerodinámica; en Spa, uno de carga media, y aquí, donde la influencia aerodinámica es la más baja”, desgranó el piloto brasileño, que cruzó la meta en cuarto lugar y, de esta forma, igualó su mejor resultado del curso.

La regulación en el uso de los difusores ha rebajado el potencial de los Red Bull

Si la FIA pretendía domesticar a Red Bull, este último gran premio despeja cualquier duda que pudiera haber al respecto. Anulado el turbo de los bólidos energéticos, Adrian Newey, su creador, se vio obligado a ir un paso más allá en sus diseños, ya extremos de por sí, hasta que la mecánica ha dicho basta. Ocurrió en Valencia, también bajo un sol de mil demonios, donde el RB8 de Vettel se quedó seco cuando Baby Schumi lideraba el pelotón con una mano, y la historia se ha repetido hoy, 40 grados en el asfalto, circulando el sexto (vuelta 48), absolutamente encendido después de cumplir un pase y siga por los garajes, y cuatro giros antes de que Mark Webber, su vecino, corriera esa misma suerte. “¡Por favor, detén el coche!”, le dijeron por la radio al actual campeón, en un mensaje tan contundente que ponía los pelos de punta. El foco del problema fue el sobrecalentamiento del alternador, la misma avería que le amargó la tarde en Valencia. La obsesión de Newey por prescindir de cualquier apertura en la fibra le ha vuelto a jugar una mala pasada en uno de los escenarios más exigentes del calendario, una planicie con solo cinco curvas en la que los conductores mantienen el pedal del acelerador accionado al máximo durante el 74% de la vuelta, lo suficiente para elevar la temperatura de cualquier monoplaza y, a la vez, del campeonato.

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