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“He sobrevivido al cáncer y sí, he ganado siete veces el Tour”

Armstrong reafirma sus siete títulos en la ronda gala y reivindica su fundación, que facturó 400 millones de euros en los últimos 15 años

El País
Armstrong, en un charla contra el cáncer en Montreal. en agosto.
Armstrong, en un charla contra el cáncer en Montreal. en agosto.ROGERIO BARBOSA (AFP)

“He sobrevivido al cáncer, soy fundador de Livestrong, me encanta México y sí, he ganado siete veces el Tour de Francia”, dijo Lance Armstrong en español durante una conferencia en México en la que habló sobre su lucha contra la enfermedad. “De mi vuelta al ciclismo en 1998 y todo lo que me llevó a ganar el Tour de Francia, de todo eso, lo más importante fue iniciar una organización como Livestrong", añadió el corredor texano. Armstrong sigue predicando el mismo mensaje en su causa contra esta enfermedad como figura legendaria del ciclismo, pese a que será despojado de los siete títulos del Tour de Francia que conquistó de 1999 a 2005.

Esa fue la única referencia que hizo el estadounidense a las acusaciones de dopaje que pesan sobre él y que el 23 de agosto la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA) hizo públicas. El organismo mantiene que el ciclista texano empleó y consumió “sustancias prohibidas y/o métodos prohibidos, incluyendo EPO, transfusiones sanguíneas, testosterona, corticosteroides y agentes enmascaradores”. Armstrong lo negó, pero en un comunicado emitido a través de su cuenta personal en Twitter, el mismo día de la acusación, anunció que desistía en su lucha por demostrar su inocencia. El siete veces ganador del Tour de Francia puede ser desposeído de todos los títulos ganados a partir del 1 de agosto de 1998, cuando volvió al ciclismo tras una lucha victoriosa contra el cáncer. Su regreso triunfal a la bicicleta corre, por tanto, el riesgo de esfumarse y Livestrong sería el único vestigio de su vuelta a la élite.

Un día después de la acusación de la USADA, las donaciones a 'Livestrong' se multiplicaron por 25

El castigo, además de borrar un palmarés histórico generado entre 1998 y 2011, prohíbe que participe en competiciones reguladas por la AMA (Agencia Mundial Antidopaje). Armstrong, luchador y devorador insaciable de kilómetros, queda así relegado a participar en competiciones amateurs. Ahora, Livestrong se ha convertido en su gran obsesión. Pese a que desde su fundación se han quejado de que el veto al ciclista en la categoría profesional influía negativamente en la recaudación de fondos de la organización para la lucha contra el cáncer, el efecto se revirtió nada más conocerse la sanción. Al día siguiente Livestrong veía como las donaciones se multiplicaban por 25 y las aportaciones sumaron 62.000 euros frente a los 2.500 de la víspera. En 2011, la organización facturó 40 millones de euros y, en los últimos 15 años, sumó 400 millones para la causa contra el cáncer y la distribución de 14 millones de sus pulseras amarillas tan populares. Armstrong cobra unos 120.000 euros de media por cada charla en la que comparte su experiencia sobre la enfermedad. Da unas 20 conferencias al año, por lo que sus ingresos se estiman en 2,4 millones de euros al año.

La incógnita que queda por resolver es también peliaguda. Si el corredor pierde todos los títulos, como pretende la USADA, también debería devolver todo el dinero que trajeron esos triunfos, según el código de la AMA. Las cuentas no son fáciles de hacer: los casi 3,5 millones de euros solo por sus éxitos en la ronda francesa, que incluyen los días que vistió de amarillo (83), los triunfos de etapa (22) y los absolutos (siete), y un total de casi seis millones si se tienen en cuenta sus resultados en el resto de las carreras, según estimaciones de la revista económica Forbes. Además del dinero embolsado en las charlas y el procedente de sus patrocinadores.

Pese a haber decidido “pasar página” y no hacer frente a las acusaciones de dopaje, la imagen del Armstrong luchador sigue teniendo mucha más fuerza que la del Armstrong tramposo, aunque nunca se le atribuyera un positivo durante su etapa en activo. Su carismático lado humano queda reflejado en el éxito de su organización y respaldado por sus patrocinadores, el Kansas City (que paga unos seis millones por poner el nombre de su organización benéfica a su estadio a lo largo de seis años); y Nike, que le acompañó toda su vida, y lo sigue haciendo, al igual que el resto de las empresas que apoyaron al texano desde su retirada en 2011.

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