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“El Madrid de la temporada pasada fue el mejor de la historia”

Hoy, con el Celta y a punto de cumplir 59 años, el técnico catalán se sentará por primera vez en el banquillo del estadio Santiago Bernabéu

Paco Herrera, en una cafetería de Vigo, durante la entrevista.
Paco Herrera, en una cafetería de Vigo, durante la entrevista.Lalo R. Villar

Nació en el fútbol de la calle, en el del barrio barcelonés de La Trinidad. Hijo de emigrantes granadinos, creció como futbolista en el Sabadell y el Sporting para madurar en el Badajoz, al que llegó con 25 años. Se retiró ocho después. De ahí se siente Francisco Herrera Lozano (Barcelona, 1953), un centrocampista de área a área (“un Lampard, pero en malo, aunque metí un gol a Iribar” apunta); tan antiguo para ser secretario técnico y tan contemporáneo para ejercer como director deportivo; dúctil para entrenar equipos filiales, escribir informes o ejercer de primer técnico; para trabajar en Extremadura o Liverpool. Hoy, con el Celta y a punto de cumplir los 59 años, se sentará por primera vez en el banquillo del estadio Bernabéu.

Pregunta. ¿Tiene que ser mediático el entrenador?

Respuesta. En un equipo grande, sí. En el Madrid, el Barcelona o el Atlético hasta es recomendable porque ayuda a quitar presión a los jugadores.

Un técnico mediático quita presión al equipo. En un club grande conviene serlo”

P. Eso nos lleva a la figura de José Mourinho.

R. Puede parecer prepotente, pero yo no le veo así y me lo confirman los comentarios de futbolistas suyos con los que he hablado y que le adoran. Me dicen que es un gran gestor de personas. Y su fútbol es tan brillante como el del Barça. Son obras de teatro diferentes que valen la pena desde el primer minuto al último. El mejor Madrid de la historia es el del curso pasado, tan ofensivo y sin tanta paciencia, un cañón.

P. ¿Se puede disfrutar como técnico?

R. Incluso si pierdes, pero a posteriori. No me gusta eso de “sal y disfruta”. El campo es para sufrir. Es después de la pelea cuando, al margen del resultado, puedes gozar y sentirte reconfortado si hiciste lo que debías. La concentración que se requiere no tiene que ver con el disfrute.

P. Al menos, debe reconfortarle ver que el Celta progresa.

R. Hace mes y medio tenía dudas: no de que lo fuéramos a conseguir, sino de cuánto íbamos a tardar en hacerlo. Tenemos futbolistas jóvenes que cogen las cosas con rapidez, pero, si no ganábamos de inicio, podían dejar de creer. Ahora ya tenemos donde agarrarnos en el caso de que comenzásemos a perder. El discurso no llega si pierdes.

P. ¿Cuál es el fútbol del Celta? Se combinan y contraatacan.

R. Tratamos de combinarnos a la mayor velocidad posible, pero no con urgencia. La velocidad tiene que llevar consigo exactitud. Utilizo mucho este concepto con los chicos. No podemos equivocarnos en el primer pase porque el segundo ya no tendría sentido.

Mourinho puede parecer prepotente, pero yo no le veo así. Es un gran gestor”

P. ¿Se desgasta en la gestión del vestuario?

R. No. Ahí no tengo mérito porque, además, estaría más relacionado con gente como Bermejo, De Lucas o Borja Oubiña, pero ellos no tienen ego y su humildad se la transmiten a los jóvenes. Los dos primeros son inconformistas que trasladan ese carácter si alguien baja la guardia. Borja es la calma. Todos los jóvenes acuden a beber de él. Los tiene siempre alrededor en la mesa, pero no les vende filosofía ni consejos. Lo único, un comportamiento ejemplar.

P. La base del equipo ha crecido desde la cantera y lo hizo de su mano, pero casi todos debutaron con Eusebio Sacristán. ¿Se ha valorado su labor?

R. Yo lo hago y así se lo he expresado en privado. Su trabajo fue un éxito no en cuanto a los resultados, que no fueron los que debe tener el Celta, pero sí en cuanto a trabajo, paciencia y entereza. La primera piedra de lo que disfrutamos la puso Eusebio.

P. Usted llegó en un momento clave para los jóvenes y para usted mismo, cuando, juntos, podían crecer.

R. Así fue. Estaba en el Villarreal B, pero, cuando me llamaron para que siguiera, ni les dejé hablar. Les dije que se me había pasado el arroz de entrenar a un filial. La cantera ha sido mi pasión, pero sabía que se cocía algo que valía la pena y quería romper con la imagen que se tenía de mí, lejos de un primer banquillo. Tras pasar por Liverpool, sin más remedio, acepté la oferta del Espanyol para ser director deportivo, pero lo que quería era entrenar, no estar en un despacho. En cuanto surgió la oportunidad de ir al Castellón, lo cambié a pelo.

P. ¿Aprendió o enseñó en el fútbol inglés?

R. Aprendí lo más importante: la seguridad en uno mismo. Estar con grandes jugadores, con un gran entrenador como Rafa Benítez, me hizo ver que tenía una capacidad que antes no me reconocía. Al regresar al banquillo, primero en el Castellón y luego en el Villarreal B, sentí que sabía en todo momento dónde estaba y qué tenía que hacer.

P. Pero eso tiene que ver más con haber pasado por un grande que con hacerlo por Inglaterra.

El fútbol inglés está un tanto mitificado. Yo no aprendí nada, aunque me divertí”

R. Seguro. A nivel futbolístico, en Inglaterra no aprendí nada. Me divertí. Tengo el recuerdo de que mi trabajo era apreciado. La estructura de los clubes es perfecta. También, la organización. Pero es un fútbol un tanto mitificado. El primer año estuve como segundo entrenador y el otro como primer técnico del cuadro reserva, pero hacía informes del resto de los conjuntos de la casa. Entraba en los vestuarios y todas las explicaciones que se daban a los chicos eran del estilo: “Nosotros somos los reds. Vamos a dejarlo todo en el campo, a partirnos el alma. Balón largo, segunda jugada, disputa y tackle”. Nosotros aportamos algo distinto.

P. ¿Hubo jugadores refractarios a ese cambio?

R. No. Lo tomaron bien. Creo que deseaban algo así. Cada explicación la recogían como un tesoro. Los jóvenes y los veteranos.

P. ¿Cómo conoció a Benítez?

R. Hicimos juntos el curso nacional de entrenador. Pasamos un mes en un colegio mayor en Albacete. Sintonizamos. Luego, yo cogí al Badajoz y él al Castilla. Seguimos hablando por teléfono. Cuando pasó tres años malos y solo le salió una oferta del Extremadura, le recomendé ir y nos unimos más porque venía por Badajoz cuando tenía un día libre. También, las mujeres… Me llamó para ir con él al Valencia. Y luego, al Liverpool. Entonces ya no me pude negar porque quería ver otra cosa, pero lo pasé mal lejos de la familia y regresé. Aun así, recomiendo salir si hay oportunidad. La dedicación era absoluta y te hace crecer mucho. Allí estábamos 12 horas en el club.

P. España aún es diferente en ese sentido para un entrenador.

R. Pero es aplicable, obviamente. Yo lo hago. He cogido un rigor que antes no tenía. Todas las tardes, en mi casa, me impongo un horario estricto de trabajo con tareas asignadas y veo vídeos, tomo decisiones sobre el trabajo que hacer en función del rival... Ahora tratamos de crear una conexión entre el primer equipo y la base para que hasta los cadetes realicen los mismos ejercicios, con las mismas ideas e intensidades.

Nuestro juego es combinar a la máxima velocidad posible, pero no con urgencia”

P. ¿Mantiene la relación con Benítez?

R. La hemos perdido, pero le sigo teniendo mucho cariño y creo que él a mí también.

P. ¿Se le valora en España?

R. Quizá menos de lo que él piensa. Pero tiene algo muy bueno: el método. Todo lo organiza y compartimenta con sentido.

P. Pero el fútbol es algo más que método.

R. Claro. Pero con el Liverpool ganamos mucho. Creo que Rafa redujo sus opciones a entrenar equipos muy grandes. Ahora intuyo que está en otra disposición.

P. ¿Aún se sigue quedando a ver entrenarse a los juveniles?

R. Lo que me gusta es ver a un joven y tratar de adivinar si va a llegar. Ahora tenemos a cinco o seis en el juvenil A que son de Primera sin lugar a dudas. Otra cosa es que lo consigan.

P. Para que no se pierdan...

R. Lo primero es conocerlos, ver qué necesitan. A algunos no les puedes enseñar fútbol porque ya lo saben. Otros tienen que entender el juego: que sepan ver a su equipo y al contrario. No es fácil. Y aquellos que nos necesitan el problema que pueden encontrar tiene que ver más con la profesionalidad y la humildad.

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