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El Málaga escribe su mejor capítulo

El equipo andaluz bate con buen juego y un gol de Joaquín a un Milan muy defensivo

Rafael Pineda
Joaquín celebra el tanto ante el Milan.
Joaquín celebra el tanto ante el Milan.Jorge Guerrero (AFP)

Como si 100 años de historia no significaran nada, el gran Málaga construido por Manuel Pellegrini se deshizo con aparente facilidad y con justicia de un Milan escandalosamente defensivo, muy venido a menos, repleto de jugadores intrascendentes en lo que se antoja una dura travesía en el desierto para el glorioso club lombardo. Venció el fútbol del Málaga, dinámico, preciso y solidario, que de esta forma engrandece su palmarés con esta victoria histórica. Lejos de verse alterado por los defectos de los nuevos ricos, como el amaneramiento o la falta de pasión en el juego, el Málaga combina clase y garra, pues lo mismo despuntan Isco, Joaquín o Saviola que emerge un sensacional Iturra. Líder de su grupo, acariciando el pase a octavos siendo el único equipo que todavía no ha recibido ni un gol en contra, el Málaga sigue haciendo historia.

MÁLAGA, 1 - MILAN, 0

Málaga: Caballero; Gámez, Demichelis, Weligton, Eliseu; Camacho, Iturra; Portillo (Onyewu, m. 92), Joaquín (Duda, m. 84), Isco; y Saviola (Santa Cruz, m. 70). No utilizados: Kameni; Recio, Seba y Fabrice.

Milan: Amelia; De Seglio, Bonera, Mexès, Acerbi (Bojan, m. 78), Constant (Pato, m. 69); Montolivo, Ambrosini; Emanuelson, Pazzini y El Shaarawy. No utilizados: Gabriel; Yepes, Antonini, Nocerino y Flamini.

Gol: 1-0. M. 64. Joaquín define con el interior dentro del área tras un excelente pase de su compañero Iturra.

Árbitro: Pedro Proença. Amonestó a Montolivo, Constant, Ambrosini, Mexès, Iturra y Bonera.

Lleno en La Rosaleda con 29.000 espectadores.

Resulta llamativo que en el partido más importante de la historia del cuadro andaluz, el Milan se disfrazara de equipo menor, consciente de la superioridad técnica del equipo andaluz, en plena forma, como fórmula para detener su caída e intentar controlar, en lo posible, el aluvión de juego que se le presuponía al Málaga. El disfraz consistió en alinear a tres centrales y dos carrileros, uno de ellos Constant, un centrocampista con cierta llegada que pasó un calvario pegado a la izquierda. Sin noticias de Boateng (ni en el banquillo), el catecismo conservador del Milan, en plena reconversión y lleno de dudas, sí tuvo la virtud de alterar los mecanismos habituales de juego del Málaga.

Quizás también por un exceso de respeto, el equipo de Pellegrini, bien pertrechado por los seis puntos conseguidos en las dos primeros jornadas, tampoco se fue a la yugular del Milan. Tenía posesión el Málaga, pero le faltaba un elemento fundamental para hacerla efectiva: profundidad y desmarques al espacio. En la aglomeración de efectivos en el centro del campo, ni Isco ni Joaquín fueron capaces de desarrollar su juego con la imaginación precisa para desmontar la revolución efectuada por Allegri. Quizás consciente de que su puesto está en el alambre, un empate podría saberle a gloria.

Joaquín falló un penalti y luego anotó el gol del triunfo, como en la Liga

En la confusión, fue incluso el Milan el que gozó de la primera ocasión clara del partido. Un excelente contragolpe con pase final de Emanuelson dejó solo a El Shaarawy. El delantero italiano de padre egipcio golpeó muy bien a la primera y el balón lamió el poste defendido por Caballero. El Shaaarawy tiene pinta de gran jugador, pero es joven y a veces escoge mal. Su cambio de ritmo es el de los escogidos, aunque la falta de continuidad lo lastra demasiado.

La casta de equipo grande mantenía al Milan hasta que Joaquín decidió darle un vuelco al juego. Miró a la derecha y decidió incordiar a Constant. En dos grandes internadas dejó el balón atrás para que Isco empalmara desde la frontal del área. Dos golpeos descomunales, uno por encima del larguero y otro salvado con una mano por Amelia. Abierta la brecha en la derecha, Joaquín, Jesús Gámez y Portillo acudieron como pirañas a incordiar a Constant. El milanista, superado una y otra vez, desplazó con el brazo a Gámez dentro del área en una acción en la que un árbitro de 100 pita penalti. Lo hizo Proença. Joaquín lanzó el penalti con la misma cara con la que falló en los cuartos de final del Mundial 2002 ante Corea con la selección. El balón se fue alto, como pasó el sábado pasado, un calco de su error ante el Valladolid.

El Málaga acaricia los octavos y es el único equipo imbatido de la competición

Tiene tal variedad de recursos el Málaga que no fue Isco el autor del pase magistral que permitió la redención de Joaquín. Iturra, además de recuperar, ofreció una pincelada de clase que habilitó al portuense. Su toque con el interior fue excelso. Estalló la Rosaleda.

Como le ocurre a los equipos mediocres, solo en desventaja en el marcador se atrevió el Milan a dar un paso adelante. Mientras el Málaga se gustaba, Allegri volvió a lucirse. Metió casi de una tacada en el campo a Pato y Bojan para jugar, prácticamente, con cuatro delanteros, despreciando el centro del campo y alargando sus líneas de manera lastimosa. Solo El Shaarawy, en un balón largo, puso en apuros a Caballero. Ni a las bravas inquietó el equipo italiano al andaluz, que selló su victoria histórica con desparpajo y permitiéndose el lujo de mantener la posesión lejos de su área. Escrito el mejor capítulo de su trayectoria, el Málaga persigue la creación de una obra completa y desmesurada.

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