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GRAN PREMIO DE INDIA

Ferrari amansa a Alonso

El asturiano, que en su día fue deliberadamente crítico con Renault y McLaren, mide mucho sus reproches hacia La Scuderia

Oriol Puigdemont
Fernando Alonso, en Nueva Delhi
Fernando Alonso, en Nueva DelhiJENS BUETTNER (EFE)

Como bien saben los responsables de comunicación de Renault, McLaren y Ferrari, Fernando Alonso tiene un pico de oro aunque no siempre que abre la boca sea necesariamente para soltar piropos. El asturiano tiene un carácter muy fuerte y ese rasgo salta a la vista cuando está metido en el coche y también cuando se baja de él. En sus etapas anteriores, en Renault y en McLaren, cuando pensó que el rendimiento de su monoplaza estaba por debajo de lo que cabía esperar nunca se cortó un pelo y se mostró deliberadamente crítico, disparó con bala a la espera de que esos ataques sirvieran de acicate. Esa actitud tan beligerante, no obstante, dio un giro a principios de 2010, coincidiendo con su llegada a Ferrari. Será por la singularidad de la marca o por tener aún presente las consecuencias de aquella mítica frase de Alain Prost que le costó al francés el despido fulgurante en 1991: “Este Ferrari parece un camión”.

Tras lograr la primera de las dos coronas que posee (2005 y 2006), ambas con Renault, y anunciar que en 2007 pasaría a correr para McLaren, Alonso lideraba la clasificación en mayo de 2006, antes del Gran Premio de San Marino. A pesar de poseer una ventaja de más de una prueba sobre el segundo, que además era su compañero en la fábrica del rombo, Giancarlo Fisichella, el español no tuvo ningún reparo en venir a decir que, hasta ese momento, se las había tenido apañar prácticamente solo, sin nadie que le echara un cable. “Renault no me ha ayudado nunca en los últimos cuatro o cinco años que llevo con ellos. Si les necesité en algún test, en alguna carrera o en algún momento, obtuve muy poco. Por tanto, si este año se complican las cosas, tampoco espero demasiado por su parte”, soltaba en una entrevista a este diario. Aunque Michael Schumacher apretó al final, el título fue para él, y de este modo pudo presentarse en McLaren pletórico, por más que no se imaginara el cisco en el que se iba a ver envuelto.

A medida que la temporada 2007 fue quemando etapas, el aire en la estructura británica se contaminó hasta convertirse en irrespirable. La fulgurante irrupción de Lewis Hamilton al otro lado del taller, y las sospechas de que el equipo tomaba partido por el novato británico en los momentos decisivos, provocaron que Alonso se fuera calentando y terminara estallando en un muestrario de ataques a degüello hacia Ron Dennis, su director: “El trato que recibo no es el que merece no ya un bicampeón, sino una persona normal”, dijo en una ocasión. “En McLaren siempre se habla de igualdad. Dime de qué presumes y te diré de qué careces”, ironizaba. “Sabes que tu jefe [Dennis] siente un cariño paternal hacia tu rival [Hamilton], así que no puedes confiar demasiado en lo que vaya a hacer”, llegó a decir.

“No tenemos que enseñarle a ningún piloto qué es Ferrari, todos son conscientes de que las cosas aquí se hacen de forma distinta", esgrime Luca Colajanni, director de comunicación

Sin embargo, desde que corre bajo el símbolo de il cavallino rampante ya no hay ni rastro de ese tipo de arrebatos. Incluso ahora que atraviesa una dinámica negativa y que ha visto cómo Sebastian Vettel le rebañaba 45 puntos y el liderato del Mundial en solo tres carreras, sus lamentos son mucho más suaves y medidos. Según Luca Colajanni, director de comunicación de la Scuderia, el porqué de esa moderación es evidente. “No tenemos que enseñarle a ningún piloto qué es Ferrari porque todos ellos son conscientes de que las cosas aquí se hacen de forma distinta. Fernando no es una excepción”, esgrime Colajanni. Por un lado, el italiano niega que teledirija las opiniones de Alonso, aunque al mismo tiempo sí reconoce que habla con él sobre cómo enfrentarse a posibles preguntas incómodas. Eso, en cualquier caso, no siempre es posible.

En Suzuka, por ejemplo, un neumático del F2012 del ovetense reventó, su carrera terminó en la primera curva y él, cabreado, argumentó que la evolución de su bólido estaba en punto muerto, un extremo que Stefano Domenicali, su jefe, negó rotundamente poco rato después. Una semana más tarde, Alonso llegó a Corea con un discurso distinto, mucho más conciliador, en el que piropeaba a su gente y la calificaba como su “mejor arma” para luchar contra el RB8, el prototipo más rápido. “Fernando dijo eso porque quiso. Claro que nos gustó que lo hiciera, pero salió de él. Si anteriormente cargó contra otras escuderías cuando corría para ellas, fue porque le dejaron hacerlo”, zanja Colajanni, omnipresente cada vez que Alonso se pone delante de un micro, no vaya a ser que algún día reaparezca aquella versión guerrera que tanto sufrieron sus homólogos en Renault y McLaren.

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