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Nada nuevo para El Guaje

Villa marca un gol cada 55 minutos en la Liga tras superar una grave lesión

Villa celebra el primer gol del Barça en Vallecas.
Villa celebra el primer gol del Barça en Vallecas. ULY MARTÍN

A Villa le avisaron. “Esto es el Barça. En otro equipo, ya estarías jugando, pero aquí, tómatelo con calma”. Y eso hizo, trabajó y esperó su momento. Lo explicó en el acto de presentación de la VII edición del libro de Relatos Solidarios, cuando le preguntaron por cómo llevaba lo de no ser titular: “Debo tener paciencia. Otros han tenido esta misma lesión y no han podido volver a jugar. Debo ser paciente, cumplir los plazos y todo llegará”.

Titular contra el Granada y el Deportivo, repitió el sábado en Vallecas, donde jamás había jugado. “He pasado por varios equipos y ni en el Zaragoza, el Sporting y el Valencia tuve la suerte de jugar aquí”. El sábado descubrió un campo especial y volvió a marcar. Lo suyo es hábito. Por vez primera en esta temporada jugó al lado de Messi y Pedro, la delantera de Wembley, la de la cuarta Copa de Europa. Ninguna otra combinación le mezcló mejor a Guardiola en cuatro años y en la calle del Payaso Fofó quedó claro por qué. Villa, el mejor goleador de la historia de la selección española, ese que se quitó del café para fortalecer la solidificación del hueso, ese que dijo un día que aprendió a jugar de 7 en el Barça viendo a Pedrito, ha vuelto a sonreír porque se sabe futbolista y había temido lo peor.

El sábado estiró el campo como acostumbra —cayó cuatro veces en el fuera de juego por la adelantada defensa de Paco Jémez—, pero lo abrió, trabajó en la recuperación del balón y buscó la espalda de la zaga vallecana. Jugó bien porque está ligero: pesa tres kilos menos que antes de romperse la tibia y se le nota.

Si no hace mucho se dudó del compañerismo de Messi al recriminarle una acción, el sábado fue La Pulga quien le pidió perdón al 7 por tirar mal una pared en el segundo tiempo. Un detalle que demuestra que su relación va más allá de lo que se interprete. Les une algo más que el respeto que se tienen como jugadores, algo que señala a la amistad que les ha generado Xavi. Y eso les hace grandes.

Villa, contento por jugar 62 minutos, por acumular 265 minutos entre los siete partidos de Liga tras ocho meses de baja, se remite a la advertencia que le hizo Begiristain, que llegaba para ayudar al Barcelona. El asturiano arrima el hombro, empuja la piedra y con eso basta.

Lleva Villa cuatro goles este curso y pocos pueden decir lo mismo: cada 55 minutos mete uno, a pesar de que sale de una lesión tremenda en la tibia. “Para un delantero es importante, pero para el equipo de lo que se trata es de ganar los puntos y eso es lo que me hace feliz”, dijo en Vallecas como si con él no fuera la vaina.

Lo cierto es que el mejor goleador del fútbol español reniega de cualquier grandilocuencia. Más delgado, con una perilla que le alarga el rostro, a punto de ser padre por tercera vez, Villa enfila, apunta y marca: nada nuevo para el mejor goleador de la historia de la selección.

No falla El Guaje en la cancha y cuando le enfocan en el banquillo, la última vez se le vio comentar la jugada con Cesc. No deja de ser curioso que a la que se encontraron en la cancha como titulares fabricaron el 0-1 en Vallecas.

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