El Barça resiste el pinchazo de Navarro

No fue una canasta, no fue un rebote, no fue un robo de balón. Nada de eso. Fue un pinchazo en la pierna derecha de Navarro, en los isquiotibiales, mientras caminaba por el centro de la cancha, lo que cambió por completo el guion del partido de dos de los colosos que se baten por la supremacía del baloncesto europeo. Acababa de dar inicio la segunda parte. El marcador no se había movido. El 41-32 reflejaba el dominio del Barcelona Regal sobre un Olympiacos tan bien contrarrestado como amenazante.

Se fue Navarro y la congoja se apoderó del Palau Blaugrana, como si el equipo se hubiera quedado huérfano, como si no se diera suficiente crédito al espléndido rendimiento de los bases, Sada y Marcelinho. Y también de Jasikevicus, cada vez más entonado, nada que ver con sus primeros meses tras su regreso al Barcelona. El lituano, por baja forma o por falta de minutos, apenas había podido desempeñar ese papel entre sedante y revulsivo, según vayan dadas, que tanto le gusta. Contra el Olympiacos se encontró en su salsa. Con minutos y cada vez más en forma, absorbió todavía más el juego cuando tuvo que retirarse Navarro. Y Jasikevicius remató la labor esencial que había iniciado Sada con su excelente marcaje sobre Spanoulis, el talentoso base griego, el mismo que un día destrozó a la selección de Estados Unidos en el Mundial de 2006 y en la última final de la Euroliga se zampó al CSKA de Moscú. Spanoulis no pudo manejar los hilos tanto como suele y el entrenador del Olympiacos olvidó en el banquillo durante muchos minutos a Printezis, que fue quien lideró el tirón que le metió el miedo en el cuerpo al Barcelona y estrechó el margen a cinco puntos (45-40).

Fue en ese momento cuando Jasikevicius tomó la bandera y lideró a los suyos. Tomic, que carece precisamente de esa virtud, que parece que no está, pero sí está, secundó a Saras con una actuación magistral, con 15 puntos y 12 rebotes. El Barcelona llegó a dominar por 11 puntos, 66-55, pero no se llamó a engaño. El equipo al completo se aplicó, muy consciente de la que le esperaba, de que los griegos son unos maestros en el arte de apretar donde más duele a medida que se acerca el final. Y así fue. la temible pinta de Antic despista porque es un consumado triplista.

Y a base de triples y de caputar rebotes en ataque, el Olympiacos le puso el pie en el cuello al Barcelona. Se situó a solo seis puntos en un par de ocasiones, 72-66. El Barcelona volvió a pifiarla en los triples, con solo uno en sus nueve intentos, pero logró igualar en el rebote y sacar rédito de su mejor balance de pérdidas y robos. La estupenda labor colectiva, con sobresaliente para Jasikevicius, Tomic y Mickeal, y notable para Sada y Marcelinho e incluso para Jawai y Wallace, salvó el discreto día de Lorbek y sobre todo, el inquietante pinchazo muscular de Navarro.