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Partido grande, partido de Pedro

El canario, a las puertas del partido 200 con el Barça, atraviesa un momento dulce

Pedro, en el partido contra el Osasuna.
Pedro, en el partido contra el Osasuna.Alvaro Barrientos (AP)

Pedrito estaba en la calle el día que nombraron a Guardiola entrenador del Barcelona B; mañana, en el Santiago Bernabéu, cumplirá 200 partidos con la camiseta del Barcelona. “Si juego...”, avisa. “Está que se sale”, dicen en el cuerpo técnico, así que muy raro sería que el niño de Abades no volviera a acompañar a Messi en la delantera del Barcelona. “Sería un escenario fantástico”, reconoce el jugador antes de admitir: “El tiempo pasa muy rápido. Si me lo dicen hace cinco años, no lo creo”, confiesa.

Hace tiempo que perdió el diminutivo infantil al hacerse mayor en el Barcelona más grande de la historia, de manera que ahora es Pedro y, en ocasiones, Don Pedro. Por el camino, el número 17 aparece en todas las fiestas mayores azulgrana: la de Abu Dhabi, para ganar el primer Mundial de clubes contra Estudiantes; en Mónaco, contra el Shakhtar en la Supercopa; en Wembley, ante el United por la Copa de Europa... y en 14 partidos contra el Real Madrid. De todos, admite que es inolvidable el de la temporada 2009-2010: “Fue mi primer partido en el Bernabéu y le marqué un gol a Casillas”, recuerda. A Iker le ha metido cinco. “He tenido suerte”, sonríe.

Campeón del mundo y de Europa con España, futbolista de horizonte tan largo como su sonrisa, la grandeza de Pedro es que no se cree mejor de lo que es, no intenta hacer nunca lo que no sabe y no se esconde jamás, sino que va y viene con un empeño contagioso. “Si le vieras entrenar no os extrañaría tanto su capacidad de trabajo durante los partidos”, advierten en el vestuario barcelonista.

“El tiempo pasa muy rápido. Si me lo dicen hace cinco años, no lo creo”

A Tito Vilanova no deja de sorprenderle la generosidad con la que juega el canario, casi en la misma medida que a Xavi le sigue maravillando la facilidad que tiene para ofrecerse al pase y lo fácil que resulta encontrarle siempre donde se espera que esté, ya sea muy abierto, en banda, o metido por dentro sobre el pico del área grande. “Siempre, en corto o en largo, es una opción de pase y eso me da mucha vida”, dice Xavi. Pedro tiene, además, la facilidad de saber cuándo debe apartarse, arrastrar al lateral y abrirle camino para que llegue Alves, con el que forma una banda derecha que, cuando el brasileño está fino, funciona de memoria. “Tenemos muy automatizados los movimientos”, admite Pedro. El suyo es un juego que especula poco y resuelve mucho, porque, además de trabajo, tiene una llegada demoledora.

Del extremo siempre se ha dicho que es futbolista de perfil bajo, por eso de que tiene muy asumido su rol. A él le da igual. “Estoy para lo que estoy, para ayudar”, sostiene sin vergüenzas, sin creerse mejor que nadie, sin perder un minuto en olvidarse de que quien juega al lado de Messi debe conformarse con la gloria general, porque la individual siempre será para Leo. La Pulga y el canario mezclan de maravilla. “Es un fenómeno”, subraya Messi al hablar de Pedrito. Los dos tienen algo en común: saben estar, hablan poco y dan mucho.

Pedro se ha hecho mayor jugando partidos como el de mañana, porque nunca se asustó. Llegados a este punto, Tito Vilanova sabe que cuanto más grande sea el reto, más dará Pedro.

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