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Un paso adelante

Nadal, mejorado en movilidad y convencimiento, se medirá en semifinales al francés Chardy tras ganar 6-1 y 6-4 a Gimeno Traver El español alcanza junto a Mónaco la final de dobles, en la que se enfrentarán al dúo Starace-Lorenzi

J. J. MATEO
Nadal ante Gimeno Traver
Nadal ante Gimeno TraverMARTIN BERNETTI (AFP)

Son cuatro bolas de break cuando Rafael Nadal saca por llegar a semifinales. Son cuatro pelotas que le recuerdan cuánto cuesta volver a ser uno mismo, lo caro que está jugar a la altura de la leyenda. Son cuatro peloteos que dejan al mallorquín victorioso (6-1 y 6-4) frente a Daniel Gimeno Traver, demostrando que por encima de las piernas está el talento, que la cabeza del ogro de la arcilla sigue estando en su sitio. Fue algo más que ganar en el torneo chileno de Viña del Mar el segundo partido individual tras siete meses de baja por una rotura parcial de ligamento rotuliano y una hoffitis en la rodilla izquierda.

Fue volver a ver movimientos olvidados y encerrados en el baúl de los recuerdos.A falta de que la competición le enfrente a rivales de más alcurnia, el mallorquín dejó algunas carreras, algunos esprints y alguno de los movimientos eléctricos que con tanto cuidado se evitó contra el argentino Delbonis, en su debut individual. Lógicamente lejos de su mejor versión tras una baja tan prolongada, el campeón de 11 grandes dio un paso hacia adelante.

Acunado por la arcilla, su superficie preferida, el número cinco mundial compitió con un vendaje compresor en la rodilla izquierda. Esta vez, sin embargo, prescindió del eje vertical, y apostó por una protección más sencilla, que recorría la articulación por debajo. Liberado, estuvo más eléctrico que en su debut, aunque aún le falten los pulmones y la chispa que dan la acumulación de partidos. Sin enfrentarse aún a un defensor de la categoría del serbio Novak Djokovic o el británico Andy Murray, Nadal pudo permitirse cerrar los puntos a pelotazos. Fue como un pistolero. Sin preguntarle a su contario, y aún sin la consistencia que debe acompañarle frente a los mejores, el mallorquín cerró con facilidad los debates.

El español se enfrentará ahora al francés Jeremy Chardy, que venció a Paolo Lorenzi (6-2 y 6-3) para jugar su primera final desde la que ganó en Roland Garros 2012. Llegue o no a ese duelo, celebre o no el título, seguramente valorará en positivo todo lo que le ocurre en Chile. El jueves consiguió la victoria 100 de su carrera en dobles, esta vez acompañado por el argentino Mónaco, con el que disputará la final de Viña del Mar al imponerse a los argentinos Carlos Berlocq y Leonardo Mayer (6-3, 6-4). En ella se medirán a Potito Starace y Lorenzi. El viernes tumbó a Gimeno. Queda aún abierto el sueño de sumar un nuevo título, aunque algo importa mucho más que eso: solo él sabe a cuánto dolor le somete su rodilla, pero cada paso que Nadal da en Chile parece un paso hacia adelante.

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Sobre la firma

J. J. MATEO
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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