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El Deportivo se desploma

El Granada golea (0-3) en Riazor y parte de la grada pide la dimisión de Lendoiro

El jugador del Deportivo Bruno Gama disputa un balón con Mainz.
El jugador del Deportivo Bruno Gama disputa un balón con Mainz.Cabalar (EFE)

El Deportivo se viene abajo. Lo hace entre reproches, lamentos y el previsible desapego hacia una plantilla en la que abundan los temporeros, el único proyecto posible en un club que primero se ahogó en los despachos y ahora lo hace sobre el césped, derrotado en su enésima final de los dos últimos meses ante un Granada que en los siete últimos días, justo desde la llegada de Lucas Alcaraz, se ha situado en una inmejorable posición para culminar el objetivo de la salvación, seis puntos sobre el descenso, nada menos que diez y el golaverage sobre el Deportivo, colista, al que ya se le acaban los rivales a perseguir en la pelea por dejar al menos tres por detrás. Sin soluciones por parte de los futbolistas, la grada no tuvo piedad. Apuntó primero al césped, pero acabó por disparar a lo más sagrado, al hombre al que nadie había puesto en la diana, al que edificó el milagro del Deportivo y gestó un gigante que en realidad nunca dejó de ser un modesto. Una parte significativa de la afición del Deportivo gritó lo que nadie en 25 años se había atrevido a gritar: ¡Lendoiro, dimisión! Al término del encuentro, el presidente se reunió con Domingos Paciencia que le puso su cargo a disposición.

DEPORTIVO, 0; GRANADA, 3

Deportivo: Aranzubía; Manuel Pablo, Marchena, Zé Castro, Evaldo; Assunçao, Álex Bergantiños (Juan Domínguez, m. 78); Bruno Gama (Nelson Oliveira, m. 45), Pizzi, Salomão (Valerón, m. 63); y Riki. No utilizados: Lux, Silvio, Kaká, André Santos.

Granada: Toño; Nyom (Juanma Ortiz, m. 52), Iñigo López, Mainz, Siqueira; Mikel Rico, Recio; Torje, Ighalo, Nolito (Iriney, m. 81); y Aranda (Buonanotte, m. 69). No utilizados: Roberto, Brahimi, Borja Gómez y El Arabi.

Árbitro: Ayza Gámez. Amonestó a Zé Castro y Mainz. Expulsó a Manuel Pablo (m. 90)

Goles: 0-1, m. 45. Marchena, en propia puerta; 0-2, m. 50, Ighalo; 0-3, m. 90, Siquiera, de penalti.

Incidencias: Riazor. Unos 29.000 espectadores.

Hay detalles en los partidos que son los mejores delatores. Ocurrió mediada la primera parte, tras un inocuo trasteo de media hora. Assunçao recogió la pelota en su posición de mediocentro y, sin excesivos apoyos, se quedó petrificado entre los abucheos de parte de la grada, no hace tanto entregada, ahora enojada. Sin apoyos, sin lucidez, terminó por tomar la solución más sencilla, la cesión a Aranzubía, que se quitó la pelota de encima para mandarla a los pies de un rival. Ese es el Deportivo. Demasiados desastres le paralizan, sin dinero en la caja, sin fútbol sobre el césped, quién sabe si en los estertores de un ciclo glorioso, un equipo que ha mutado sin medida en demasiados ámbitos. En lo que se percibe sobre el verde, el cambio de técnico no lo ha mejorado. Quiso cerrar el grifo de la sangría goleadora que sufría con Oltra, pero ha vestido un santo para desvestir otro porque por el camino se ha quedado sin gente que maneje la pelota con pausa y criterio en mediocampo. El plan puede valer ante equipos superiores, siempre que tampoco se concedan ventajas en forma de autoexpulsiones, pero chirría ante los que le esperan. Assunçao y Bergantiños son una mala mezcla porque ambos están dotados para jugar en la cabeza del área, pero fracasan cuando se descuelgan o combinan. Bergantiños es un futbolista ejemplar por entrega y casta, pero se ve obligado a transitar por terrenos que no son los suyos mientras tipos como Domínguez o Valerón le ven desde el banquillo.

El Granada se tapó, no arriesgó y se esforzó como sólo lo hacen los equipos solidarios

Ocurre además que, en esas situaciones, cuando todo puede salir mal sale peor. Y el Deportivo anda en esas. El Granada se tapó, no arriesgó y se esforzó como sólo lo hacen los equipos solidarios. Y marcó dos goles en cinco minutos, justo antes y después del descanso, cuando más le puede doler al oponente, que sintió esos golpes como dos directos a la mandíbula. El primero llegó en los últimos segundos de la primera parte, justo después de que Riki desperdiciara la única ocasión de gol creada en tres cuartos de hora, hasta cuatro pupilos de Domingos fueron incapaces de frenar al coriáceo Nyom, que cabalgó hasta la línea de fondo para sacar un globo que remató Nolito en el segundo palo. La pelota golpeó en el larguero, un poste y el cuerpo de Marchena para besar la red justo diez. El segundo en la siguiente aproximación al área, una acción en la que Siqueira puso en evidencia a Manuel Pablo para regalar el gol a Ighalo. El lateral se fue expulsado al final, desesperado ante un penalti intrascendente que valió el tercer gol del Granada.

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