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La nueva vida de Joaquín

El delantero exhibe su madurez en un partido donde goleó y fue generoso hasta el límite

Rafael Pineda
Joaquín chuta ante Subotic para marcar el primer gol del Málaga.
Joaquín chuta ante Subotic para marcar el primer gol del Málaga.patrik stollarz (AFP)

Manuel Pellegrini ordenaba el tráfico en la banda. “Adelante, adelante”, gritaba a sus muchachos tras llegar a la concentración del equipo a eso de las tres de la tarde. El arquitecto de este formidable Málaga volvió a ofrecer su mano de entrenador con una serie de decisiones que hicieron más fiable a este Málaga.

La gran sorpresa en la alineación fue la inclusión del veterano Duda, pegado a la derecha, pausa, clase y pegada. La segunda pincelada de Pellegrini fue colocar a Baptista en la delantera acompañado de Joaquín. Lo del portuense en este Málaga supera con creces cualquier análisis optimista. Su grado de madurez le llevó a este verano a recibir los servicios de un preparador físico para adquirir el tono adecuado antes de comenzar la pretemporada. Algo impensable en etapas anteriores.

Consciente de que le esperaba una temporada larga, Joaquín reforzó la parcela física cuidando especialmente la velocidad. Ahora, con 31 años, sabe escoger las carreras desequilibrantes. En el minuto 25, Joaquín unió a su talento innato una eficacia sorprendente. Sobre todo, porque después de realizar una finta estupenda definió con la izquierda. A Schmelzer casi se le cayó la máscara. Su tiro, ajustado, sorprendió a Weidenfeller y abrió las puertas de la gloria.

Inquieto y rápido, Joaquín fue el mejor argumento en ataque de un Málaga inteligente, con las ideas claras. Ahora, Joaquín, feliz padre de familia de dos hijas, valora mucho cada minuto que disfruta del fútbol de élite. En San Sebastián, el avión que transportó a la expedición malaguista recibió el impacto de tres rayos y tuvo que abortar de forma abrupta el aterrizaje. El avión, desviado a Bilbao, pudo aterrizar por fin unos minutos después. Joaquín, a quien nunca le sentaron bien los viajes en avión, lo primero que hizo fue besar el suelo vasco al bajar del aparato. “Al llegar a casa, le dije a mi mujer que abriera una botella de vino”, recordaba en la víspera del choque en Dortmund, cuando todo eran caras serias en la expedición malaguista, donde se notaba la presión del partido.

Inquieto y rápido, fue el mejor argumento en ataque de un Málaga inteligente

Quizás por eso Joaquín es tan especial, capaz de hacer reír a un tipo tan serio como Pellegrini. “¿Ve míster por qué yo veraneo en Matalascañas?”, le dijo al chileno, que se partió de risa. Matalascañas es la playa más cercana a Sevilla, apenas a 90 kilómetros de la capital andaluza. La broma define el carácter de este jugador que en la previa del partido pisaba el césped del sonoro Westfalenstadium con una sonrisa en la cara, bromeando con Isco, al que intentaba rebajarle la tensión.

Cansado, fue retirado a falta de cuatro minutos y de los dos últimos goles del Borussia

Tan amplio es su actual repertorio que todavía gozó de una gran ocasión en la última jugada del primer tiempo. Una falta muy bien sacada por Duda fue al corazón del área. El toque del portugués, sutil y delicado, era perfecto. Ahí apareció Joaquín entrando desde atrás para rematar de cabeza con precisión pero sin demasiada fuerza. Weidenfeller hizo una buena parada. Mucho mejor fue la del minuto 47. Otra virguería a balón parado del Málaga pudo ser letal. De nuevo Duda, ahora apoyado en el toque de Demichelis para que Joaquín, con todo a favor, volviera a tener la posibilidad de hacer el segundo del Málaga. El vuelo de Weidenfeller fue imponente, cerrándole al delantero todas las opciones. Fue saque de esquina.

Joaquín se lamentó, pero luego le dio la mano al meta, quien ya le amargara la vida a Isco con otra parada en la ida. No contento con sus claras ocasiones, Joaquín encabezó contragolpes, como el que fue abortado con amarilla por Schmelzer. Aseado en el juego, casi siempre ofreció una salida al compañero, siendo un peligro constante para un Dortmund por momentos asustado. A medida que fue perdiendo fuerzas, soltó antes el balón, buscando la banda derecha y la segunda amarilla de Schmelzer. Sin duda, su sitio natural antes de que entrara en esa nueva vida en la que juega tanto de delantero como de extremo, ahora que valora las cosas importantes y disfruta de su segunda juventud en la elite. No hay rayos ni tormentas que se lo impidan.

Ni defensas que le hagan bajar su rendimiento. Cansado, fue retirado a falta de cuatro minutos y ovacionado por los suyos. Desde fuera del campo vio los dos goles del Borussia que acabaron con la marcha histórica del Málaga en la Champions.

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