_
_
_
_
_

Alaba, el canterano precoz que odiaba al Bayern

El defensa austríaco de 20 años rechazó dos veces formar parte del equipo bávaro por la "arrogancia" que desprendían

Alaba celebra un gol ante el Schalke 04
Alaba celebra un gol ante el Schalke 04MICHAEL DALDER (REUTERS)

El Bayern no es un club que se prodigue en apostar por la cantera, pero ha encontrado en David Alaba una perla. El austriaco de 20 años llegó a las categorías del Múnich hace cuatro años y desde entonces no ha parado de quemar etapas hasta volverse un fijo en el once del primer equipo. Puede jugar de medio centro defensivo, pero se ha consolidado como lateral izquierdo. Sus condiciones atléticas le permiten subir y bajar la banda a gran velocidad. Además de su potencia, resulta muy fiable con el balón en los pies: comete muy pocos errores. Sin embargo, lo que le distingue como un jugador especial es su sangre fría y la seguridad que transmite en el campo, impropia de un futbolista de su edad. Juega como un veterano al que nunca le quema la pelota, capaz de asumir la responsabilidad en los momentos más comprometidos.

Fue el autor del primer lanzamiento de la tanda de penaltis durante la semifinales de la Champions disputada en el Bernabéu el año pasado. Resolvió la papeleta con pasmosa tranquilidad colocando el balón en la escuadra izquierda de Casillas. Llamó la atención la serenidad que transmitía su rostro antes de la ejecución, como si no tuviera el mayor atisbo de duda de que cumpliría con su cometido. Es de esos jugadores tocados por una varita mágica a los que todo les sale bien.

Desde su temprana irrupción en el fútbol no ha dejado de acumular récords: a los 17 años se convirtió en el debutante más joven tanto en su selección como con el Bayern (en Liga, Copa y Champions). Van Gaal, que le dio su primera oportunidad en un choque de Liga contra el Dinamo de Dresden, había quedado impresionado con su pupilo tras verle en acción en un encuentro amateur: “No es bueno, es muy bueno”, comentó después del aquel partido.

A los 17 años se convirtió en el debutante más joven con el Bayern en Liga, Copa y Champions

Su fichaje por el conjunto bávaro no resultó tarea fácil. Alaba militaba en las categorías inferiores del FK Austria Viena y “odiaba al Bayern porque llegaban a los campeonatos de canteras con el chándal más fino y los autobuses más bonitos, como si te permitiesen jugar contra ellos”. Se hizo de rogar y en dos ocasiones rechazó una oferta de los muniqueses hasta dar el sí quiero en junio de 2008. Ahora, describe al Múnich como “un club con esa arrogancia necesaria que requiere el fútbol”. Recuerda en el portal de internet Radio Afrika TV que “los entrenadores de la cantera del Bayern saben motivar de tal forma que uno solo piensa en hacer desaparecer al contrario”. Ya no le queda ni un ápice de la animadversión que profesaba a su actual equipo: “Después de conocer el club por dentro, siento que formo parte de una gran familia”.

El éxito y la fama le han venido de golpe, pero los ha asumido con mucha naturalidad, sin perder la cabeza. Puede que en su casa haya mamado el mentalizarse para aguantar la presión del gran público. Proviene de una familia muy religiosa, todos pertenecientes a la iglesia Adventista del Séptimo Día, incluido David, y de artistas musicales: papá George, de origen nigeriano, trabaja de DJ en un club de moda austriaco y fue cantante en un grupo, Two in One, que alcanzó dos veces el Top Ten en los años 90; mamá Gina, una filipina ganadora de un concurso de belleza nacional, llena las salas de conciertos con su voz y su hermana Rose es una cantante que se hizo célebre en el popular programa Popstars Misión Austria. El defensa lleva el ritmo en la sangre y su fútbol proviene de una mezcla explosiva: de la parte africana dice haber heredado la ambición y la fuerza de voluntad; de su madre ha adquirido la creatividad y del país en el que nació, Austria, la disciplina.

No es bueno, es muy bueno” Louis Van Gaal

Se siente vienés porque se ha criado ahí y por eso se decantó por la selección austriaca: “Para mí es un honor”, reconoce. No esperó a una posible llamada del combinado nacional nigeriano, descartó Filipinas y nunca contempló la opción de la Mannschaft: “No me une ningún vínculo a Alemania”, declaró en la revista Kicker. En el 2011 fue cedido al Hoffenheim para coger minutos en la competición liguera y regresó a comienzos de 2012 al Bayern donde se ha hecho indispensable. Ahora que saborea las mieles del triunfo, sabe muy bien cuáles son las claves para mantenerse arriba:“No parar y mucho sacrificio”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_