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La desesperación de Cristiano

El portugués marca, dispara al palo y acaba expulsado en una acción que origina una tangana en la prórroga

Diego Torres
Cristiano Ronaldo se lamenta durante la final.
Cristiano Ronaldo se lamenta durante la final.Daniel Ochoa de Olza (AFP)

Thunderstruck, de AC/DC, hizo vibrar los baffles del Bernabéu y la afición visitante empezó a cantar desde el fondo norte del estadio: “Atleeeeeeeti… Atleeeeeeeti…”. Poco a poco, desde el calentamiento, los seguidores rojiblancos se habían ido adueñando de la banda sonora de la final ante la perplejidad de los madridistas, que debieron sentirse desorientados en su propia casa. La hinchada del Atlético no hizo silencio hasta que no se hilaron dos sucesos conocidos por todos estos seguidores. El eslabón de la causa se enganchó al del efecto. Courtois titubeó y Cristiano hizo su trabajo. Acallar a la multitud colchonera. Corría el minuto trece.

El Madrid apenas gozó de oportunidades para imponerse. Fue en un córner. Modric lo lanzó al cogollo del área, el balón cayó entre el punto de penalti y el área chica, Courtois se amilanó, como suele ocurrirle en los derbis —aunque luego se agigantó ante Higuaín y Özil y salvó a su equipo—, y a la mala defensa se sumó la irrupción de Cristiano. El goleador se elevó sobre Godín para meter el frentazo y enviar la pelota al segundo palo, donde no había nadie que tapara el hueco. Tampoco apareció el portero, que no estuvo ni para salir ni para estirarse.

Courtois no tuvo que hacer ni una parada en toda la primera parte, además del cabezazo de Cristiano. El gol del atacante madridista fue el único remate entre los tres palos de su equipo en los 45 minutos que abrieron la final. Sumó el noveno tanto en nueve encuentros contra el Atlético. La cifra habla del impacto del portugués en el Madrid. Sea en partidos de cabotaje como en duelos definitivos, su respuesta es constante, mecánica.

Dejó cojo a Juanfran, vio la amarilla por protestar y la roja por una patada a Gabi

José Mourinho tiene bien adiestrado al Madrid. Con el 1-0, la reordenación suele ser automática. Sobre todo en partidos importantes, como el de ayer. No hizo falta que saliera del banquillo a dar indicaciones (lo hizo en el minuto 27) para que su defensa diera diez pasos hacia atrás, los centrales dejaran de salir jugando con los volantes, y sólo subieran con decisión a presionar en los saques de Diego López. El portero inició en largo para que Alonso, Khedira, Cristiano y Benzema se batieran por aire con Gabi, Mario, Godín y Miranda. En este tipo de maniobras, Mourinho y Simeone comulgan con ideas parecidas. Si hay dudas, se resuelven a pelotazos. Cuando las dudas se multiplican, el espectáculo es un fragor de imprecisiones. Quizá la diferencia sea de índole espiritual. Los jugadores del Madrid creen menos en ese tipo de fútbol. Mourinho también ha dejado de creer en su plantilla. Su expulsión, pasado el minuto 75, fue producto de un exceso, un desafío al árbitro impropio de un hombre tan calculador, a menos que lo que busque es desaparecer de una escena que le resulta incómoda. Con el 1-1 y enfilando la prórroga el horno no estaba para bollos.

“Palo, palo, palo”, se lamentaba mientras con una mano se golpeaba la otra

Se fue Mourinho y se quedó Cristiano para discutir con el árbitro, Clos Gómez. Se quejó el delantero de la dureza con que le marcaron los jugadores del Atlético. “Palo, palo, palo”, se lamentaba mientras con una mano se golpeaba contra la otra. Desde Juanfran a Gabi, pasando por Mario, le persiguieron cada vez que recibió el balón para que no se girase. Si logró encarar, le rascaron de frente. No hubo tregua para el elemento más peligroso del Real Madrid, que perdió el control. Dejó cojo a Juanfran dándole una patada a destiempo, tiró otra mala coz a Gabi, fue amonestado por protestar, y recibió la roja directa por patear a Gabi, el capitán del Atlético, en la nariz. Su expulsión fue el desenlace anunciado.

El descanso antes de la prórroga reunió a los dos equipos en dos montones sobre el campo. Diego Simeone dio las instrucciones en el centro del grupo del Atlético. Expulsado Mourinho, en el medio del pelotón madridista quienes hicieron la arenga fueron Ramos, Casillas y Alonso. Preludio simbólico de un final de temporada desgarrador en el vestuario y muy mal jugado en el campo. Demasiada carga para Cristiano.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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