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Campeones de la épica

Nadal se cita con Ferrer en la final, donde intentará convertirse en el primer tenista en ganar ocho títulos en cualquier grande Un Djokovic brillante aguanta al mallorquín hasta el quinto set

Juan José Mateo
Nadal golpea una bola ante Djokovic.
Nadal golpea una bola ante Djokovic.CLIVE BRUNSKILL (GETTY)

Esto es historia viva, leyenda conjugada en presente, un monumento a la superación en la vida. Rafael Nadal jugará la final de Roland Garros tras tumbar 6-4, 3-6, 6-1, 6-7 y 9-7 a Novak Djokovic, el número uno, tenista de siete vidas, competidor irreductible, uno que rompe el saque del español cuando saca por el duelo (6-4, 3-6, 6-1 y 6-5); que se adelanta con break en la quinta manga; y que siempre tiene tiros con los que agarrarse al encuentro. Gane o pierda la final, que disputará mañana contra David Ferrer (6-1, 7-6 y 6-2 a Tsonga), Nadal ya es el campeón del deseo, ya tiene la Copa que le reconoce como rey de lo imposible. Luchará por convertirse en el primer hombre que gana ocho veces un grande y nueve cursos seguidos un título del Grand Slam. Tras volver en febrero de una lesión de siete meses, habrá jugado el partido decisivo de todos los torneos que ha disputado (nueve) y podrá decir que ha vuelto a derrotar al mejor del planeta, Djokovic el temible.

"Rafael ha demostrado otra vez que es un combatiente increíble. Después de estar muy cerca de la victoria, con 6-5 y 30-15 en el cuarto set, y de verse break abajo en el quinto, no arrojó la toalla. Es destacable de él", valora tras el encuentro Toni Nadal, tío y técnico del número cuatro. Físicamente le he visto muy bien", añade, y entonces, tras 4h 37m de sufrimientos y penas, de alegrías y pelotazos llameantes, el gesto del técnico cambia, porque alguien le recuerda que su sobrino llega a la final después de siete meses lesionado. ¿Un milagro? "Un milagro", contesta. "Lo que ha pasado, es increíble... para nosotros...". Toni Nadal se disculpa y se marcha al vestuario porque está emocionado.

Los sets que se apunta Nadal son claros porque es capaz de neutralizar las virtudes del serbio

Esto es lo que le espera a Ferrer, granítico ante Tsonga, al que nunca deja soñar con ser el heredero de Noah, el último francés en ganar en París (1983).

Un tenista capaz de ganar una batalla como la de la final del Abierto de Australia 2012, como la del partido decisivo de Roland Garros del mismo año, un clásico del tenis y del deporte, un concentrado único de fuerza, talento, clase y épica. Los dos contrarios llenan de llamas su partido, que va de cataclismo en cataclismo. Al mallorquín le favorece el día caluroso, que acuna su efecto liftado, y que esta es su pista, que París es su reino. A Nole, su impresionante capacidad al resto, que pilla casi siempre a pie cambiado al mallorquín, y su ira, su violenta respuesta, cuando el marcador le dice adiós, chao, está todo perdido, nos vemos en la próxima.

El número uno recupera breaks de desventaja en la segunda y la cuarta manga. Logra uno a su favor en la quinta y parece que nunca va a soltarlo, por mucho que Nadal le apriete. Niega bola de break con 0-1. Otra con 3-4. En ese juego toca la red y concede una segunda, que neutraliza. Sin embargo, ahí que sigue Nadal, que nunca desespera. Llega la tercera, y el español iguala el duelo. Es 4-4 en la quinta manga, cuatro horas de batalla que dejan a los dos contrincantes agotados, y sin ventaja para ninguno. El partido ya no es de tenis. Esto es un pulso de voluntades, campeón contra campeón en un día eterno. Nadal gana aprovechando que en su cabeza hay un diamante y en su raqueta dinamita.

Durante casi toda la tarde, Nole no tiene respuesta para eso. Los sets que se apunta Nadal son limpios y claros, fruto de su gran trabajo para neutralizar las más de las veces algunas virtudes del serbio, su revés paralelo y el cruzado. Nadal construye su asalto a derechazos profundos y con alto ritmo. Y sin embargo, este es el número uno. Djokovic construye su vuelta al partido desde el resto. Sin esfuerzo aparente, empieza a devolver los saques de Nadal con tiros que se posan en las líneas. Sus gestos técnicos, pies rápidos y muñeca fina, son maravillosos. Al aderezar eso con algunos pelotazos antológicos, el número uno remonta varias veces. Del 4-6, 2-3 y saque de Nadal, Djokovic pasa a ganar la segunda manga (4-6 y 6-3). Pega. Ruge. Castiga el segundo saque del mallorquín y aprovecha cuando este saca contra el viento. No se rinde y lleva el duelo al quinto set.

Ahí es Nadal quien se niega a perder. Su banquillo se llena de puños. Su garganta de gritos. Sus manos, de tiros divinos. Igualada esa manga (4-4), Djokovic no entiende por qué está en ese sitio. El partido ya debía ser suyo. Se suceden los juegos de tanteo. Nadal saca el garfio, recupera pelotas imposibles, y Nole, como en la semifinal de los Juegos de Pekín 2008, empieza a fallar remates que llevan su nombre escrito.

Así llega el mallorquín a la cita del domingo, donde espera Ferrer, titánico ante Tsonga, fortísimo durante la quincena, a la caza de su primer gran trofeo sin haber perdido un set todavía. Antes, Nadal ganó a Djokovic. El mallorquín buscará su 12º grande, 8º Roland Garros. La pista, el cuadrilátero que ha visto sus victorias y sus derrotas, sus sonrisas y sus lágrimas, dice otra cosa: como este tenista no habrá ninguno.

Nadal renuncia a Halle

Antes de la final de Roland Garros, Rafael Nadal, que ya ha disputado 44 partidos, el segundo que más en el circuito, anunció que no disputará el torneo de hierba de Halle, con lo que por primera vez disputará Wimbledon sin antes haber tocado la hierba.

"No podré ir a Halle", explicó en un comunicado;"porque después de los últimos meses y de todos los partidos que he jugado, mis doctores me han recomendado que descanse después de Roland Garros y que tras unos días empiece mi preparación para la hierba. Todos sabemos que la transición [de tierra a hierba] no es fácil y tras los últimos meses tengo que afrontar esto de una manera diferente".

Nadal volvió a jugar en febrero tras siete meses de baja por una rotura parcial de ligamento rotuliano y una hoffitis en la rodilla izquierda. Ahora, según fuentes de su equipo, se impone "el sentido común". "La rodilla está bien, pero tras tantos partidos debe descansar".

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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