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Retorno a Risoul

Allí donde Froome confirmó ganando que está preparado para el Tour, el nuevo ciclismo colombiano, liderado por Nairo Quintana, empezó a afirmarse en Europa

Carlos Arribas
Froome, durante la última etapa.
Froome, durante la última etapa.JEFF PACHOUD (AFP)

Quizás sería por la bruma, que todo lo confundía y desdibujaba los abetos de las laderas de la montaña, o por el frío de un junio frío y tan húmedo que achicaba a los corredores debajo de los chubasqueros y los manguitos y los escondía, pero este Risoul en el que Chris Froome esprintó de amarillo orgulloso para confirmar al mundo que ganado la Dauphiné estaba preparado para ganar el Tour dentro de tres semanas no parecía el Risoul en el que, hace ya tres años, el ciclismo colombiano había confirmado también al mundo que regresaba para ser nuevo, para marcar el camino a los demás.

Quizás fuera también por la bruma, tan teatral, por el frío y el sello dramático que imprime en el rostro de los ciclistas, o por su tendencia innata al disimulo como arma cargada en el ciclismo, por lo que antes de la llegada de Froome tras el héroe del día, el friulano Alessandro de Marchi, el escalador que como el joven belga Tim Wellens, hijo de un ganador de la Vuelta a Suiza, sabe que afirmar las ambiciones duele y obliga a luchar, el inglés y el Rival, Alberto Contador se entretuvieron y quisieron entretener a unos espectadores preparados para abuchear la función decepcionante, con un juego de parejas que como poco rozó sacrílegamente la noción sagrada de que los campeones son solos y son egoístas, aparte de limar el prestigio aventurero osado que se le supone a todos los australianos.

CLASIFICACIÓN FINAL

1. Christopher Froome (GBR-Sky) 29h 28:46s.

2. Richie Porte (AUS-Sky) a 58s.

3. Daniel Moreno (ESP-Katusha) a 02:12s.

4. Jakob Fuglsang (DIN-Astana) a 02:18s.

5. Daniel Navarro (ESP-Cofidis) a 02:20s.

6. Michael Rogers (AUS-Saxo-Tinkoff) a 03:08s.

7. Alejandro Valverde (ESP-Movistar) a 03:12s.

8. Rohan Dennis (AUS-Garmin) a 03:24s.

9. Samuel Sánchez (ESP-Euskaltel) a 04:25s.

10. Alberto Contador (ESP-Saxo Tinkoff) a 04:27s.

14. Haimar Zubeldia (ESP-RadioShack) a 07:47s.

16. Joaquim Rodríguez (ESP-Katusha) a 09:04s.

17. Mikel Nieve (ESP-Euskaltel) a 10:39s.

Quizás esa ficción ciclista –Contador, el español que responde en inglés cuando le preguntan en francés, descolgándose del grupo para acompañar a su gregario, el australiano Rogers, que está perdiendo su puesto en el podio justamente por una aceleración previa del mismo Contador; o Froome, el inglés que responde en francés y con una sonrisa, acelerando en el último kilómetro para ganar la etapa pero frenándose a medias porque le gustaría que la ganara su gregario australiano Richie Porte, que no puede resistir la velocidad de su jefe-, a la que, se supone, nunca se prestaría Nairo Quintana, también contribuyó a desacralizar la subida a Risoul, que quizás no tenga el peso de las grandes subidas del Tour pero sí su significado.

Hace tres años era otra cosa. Era septiembre y hacía calor y Nairo Quintana, un chavalín de 20 años entonces, quería ganar el Tour del Porvenir, debía ganar la carrera que tanto simboliza para Colombia –Alfonso Flórez, en 1980, y Martín Ramírez, en 1985, abanderaron allí la primera invasión colombiana—en las dos subidas, una el sábado en línea, otra cronoescalada el domingo final, que la organización había dispuesto a Risoul, la estación de esquí a 1.844 metros en medio del bosque blanco que llega hasta el coloso Vars, no muy lejos de la sombra del padre Izoard, en una subida regular y tendida de 13,9 kilómetros al 6,7%.

“Para mí esa ha sido la victoria más contundente del ciclismo colombiano de ruta en la historia: primero y tercero [Jarlinson Pantano] en la general, Puma [Darwin Atapuma] también top 10. Primeros por equipos, con varios minutos al segundo, que fue España, y la montaña con Pantano”, recuerda Ignacio Vélez, conocido como El Coach, uno de los responsables, junto a Luis Fernando Saldarriaga, El Profesor, de aquella selección colombiana en la que destacó Quintana. “Y creo, además, que fue el comienzo del regreso del ciclismo colombiano a Europa, que se vio cristalizado en el reciente Giro con los talentos de Urán y Betancur. Pero todo podría haber empezado en el 2009 con Sergio Henao, que tuvo una caída horrible el primer día del Tour del porvenir. Si no es por eso, la historia habría empezado un año antes”.

Para mí esa ha sido la victoria más contundente del ciclismo colombiano de ruta en la historia" Ignacio Vélez

El Coach y el profesor son los padres del Porvenir de Quintana, y también del siguiente, ganado por Esteban Chaves, y del siguiente, que perdió Juan Chamorro por 1s, y del nuevo ciclismo colombiano, el del estricto control antidopaje interno, el de la fe en la tecnología en el trabajo, el de la convicción, el que llega a Europa para batallar en todos los frentes, al que ahormaron en su proyecto 4/72, su principal sponsor, correos de Colombia, y del que surgió primero Henao, ahora en el Sky, y luego Quintana, ahora en el Movistar.

Pero todo empezó con Quintana, un ciclista de sangre campesina pero convertido en guerrero luchador por el trabajo de Saldarriaga y que al comienzo del Porvenir, cuando aún estaba todo por definir, le dijo a Vélez, con una seguirdad que impresionaba: “¿Sabe, Coach? yo me voy a ganar el Tour”.

Ese mismo Coach maneja el coche detrás de Quintana, ya de amarillo después de haber ganado la víspera ya la línea en la cronoescalada final, y va tan emocionado que su cabeza está siempre fuera de la ventanilla. “En la llegada a Risoul el día anterior todo el pelotón se puso en contra nuestra, especialmente Estados Unidos e Inglaterra”, recuerda Vélez. “Trataron de cortar a los nuestros antes de la subida con Taylor Phinney al frente los últimos 20 kilómetros de llano, en un recorrido quebrado, de corredor de potencia. El lote literalmente venía a 60 por hora y se quedaban y se quedaban cada vez más corredores, pero los tres nuestros siempre estaban muy atentos adelante. Cuando empezó la subida Taylor Phinney se tiró al piso y cuando pasamos a su lado estaba sentado al lado de la carretera casi sin respiración”.

¿Sabe Valverde que Quintana es muy bueno de verdad?”, preguntó hace nada Contador a un amigo del murciano

 La subida fue otra cosa. En la subida se fue Nairo solo, y por detrás se formó un grupo con Atapuma, el norteamericano Talansky y Pantano. “Al final soltaron a Pantano y perdimos el que sería luego el segundo puesto con Talansky, el mismo yanqui con el que Nairo disputó hace unos meses la subida a Lure en la París-Niza…”, dice Vélez. “Subí con Nairo la cronoescalada y desde el primer parcial interno le empezamos a descontar al holandés Slagter, que no hizo finalmente buena crono... Estaba conectado con el celular con Colombia, pero la señal era pésima, alancé a narrar en radio en directo cuando Nairo le descontó los primeros cinco segundos. Al final le llegó muy cerca, casi lo alcanza…”.

A Talansky se le volvió a ver en Risoul ayer, cuando un golpe de nostalgia le obligó a acelerar para terminar tercero la etapa tras De Marchi y Froome. A Quintana no se le espera por las carreteras europeas hasta su debut en el Tour dentro de tres semanas, y se le espera a lo grande. “¿Sabe Valverde que Quintana es muy bueno de verdad?”, preguntó hace nada Contador a un amigo del murciano, el líder oficial del Movistar para el Tour.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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