_
_
_
_
_

El Madrid se licencia como campeón

El conjunto de Laso conquista su 31ª Liga en un ejercicio de autoafirmación de su estilo ante un bravo y orgulloso Barcelona Felipe Reyes es elegido el mejor jugador de la final

Faustino Sáez
Rudy Fernández celebra una canasta del Madrid.
Rudy Fernández celebra una canasta del Madrid.álvaro garcía

Después de nueve meses de competición, 76 partidos oficiales (61 victorias y 15 derrotas), 3.775 puntos y seis años de espera, el Madrid llegó a la meta. Con cuerpo y alma de velocista los blancos alcanzaron la medalla de oro liguera tras un maratón disputado al sprint con un baloncesto excelso y recreativo que ya tiene un certificado de campeonato. Lo hicieron tras doblegar la furia competitiva de un Barcelona mayúsculo que ha hecho de su orgullo una oda a la supervivencia. Un equipo que a fuerza de arrojo, frialdad y veteranía ha llevado al conjunto de Laso al límite del combate psicológico en una final claustrofóbica para un grupo de jugadores que se ganó la gloria tras exorcizar a su demonio indeleble.

Tras romper el hechizo, celebraron el triunfo abrazados a un Palacio blanco y radiante en el que toda una generación anémica de éxito vivió su primera noche de apogeo en directo tras 20 años sin vivir una fiesta en casa. Del himno de gramófono de las mocitas madrileñas al we are the champions, que ejerció de banda sonora en la graduación de un equipo que tras escapar del diván azulgrana está destinado, por talento y proyección, a prolongar su dicha en los próximos años. La 31ª Liga madridista quedará para la enciclopedia como una de las finales más igualadas de la historia que exprimió el cuerpo y la mente de los contendientes.

R. MADRID, 79 - BARÇA, 71

Real Madrid: Llull (4), Rudy (15), Carroll (9), Mirotic (6) y Begic (4); Rodríguez (5), Draper (4), Darden (13), Suárez (-), Reyes (14), Hettsheimeir (-), y Slaughter (5).

Barcelona Regal: Huertas (2), Oleson (4), Navarro (0), Lorbek (3) y Tomic (9); Sada (0), Ingles (25), Rabaseda (0), Wallace (0), Todorovic (2) Jasikevicius (23), Mavrokefalidis (3).

Árbitros: Arteaga, Conde y Jiménez.

12.832 espectadores en el Palacio de Deportes. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Manel Comas.

Para estirar el pulso, Xavi Pascual se agarró desde el quinteto inicial al espíritu totémico y campeador de Navarro, de nuevo en el parte médico en la víspera. Un golpe de efecto que apenas se sostuvo durante tres minutos (solo pudo jugar 8m 33s y se quedó sin anotar). Pero, en otro movimiento psicológico, Laso reclutó a sus dos lanzadores más acreditados: Rudy y Carroll. Señalados por sus pobres porcentajes de tiro exterior en la serie (0 de 16 en triples el primero; 1 de 8 el segundo) aunaron voluntades y propósito de enmienda y entre ambos firmaron el 10-0 con el que el Madrid presentó credenciales. Una embestida inicial incontenible para la fatiga del magullado grupo azulgrana, que destinó sus esfuerzos a ralentizar el cronómetro y a cargar el rebote ofensivo para descontar pacientemente la diferencia del rival.

Cuando se desató Llull, el Madrid volvió a tomar impulso (20-10, m. 8), pero el compás de Jasikevicius y una zona de ajustes de la defensa azulgrana equilibraron las cuentas hasta el 20-18 con el que concluyó el primer acto. Carroll había encontrado el interruptor que le iluminaba el aro y Mirotic se había lucido en los primeros bailes con Lorbek y el Madrid aun encontraba resquicios para la carrera. Sin embargo, Tomic comenzó a hacer carrera en la pintura y, a base de agitar la rotación de sus torres, Pascual se llevó el partido a su terreno (31-32, m. 16). En un viaje al centro de la refriega, el quinto partido cambió su eje de rotación acercándose progresivamente al aro reproduciendo la secuencia de la final. El primer partido de la serie fue cosa de los bases, con Sergio Rodríguez y Sada acaparando la brújula, los puntos y los focos hasta la fotofinish; en el segundo, Rudy y Navarro se hicieron cargo de las operaciones en la frontera del perímetro; y, cuando la lucha por el título cogió el puente aéreo, Felipe Reyes primero y Ante Tomic más tarde situaron el epicentro del duelo en la pintura. Un western con pocos tiros y muchas escaramuzas que reclamaba músculo y bravura.

Laso se encomendó a Draper para incrementar la potencia en la primera línea de presión y Darden se sumó a la pelea reboteadora. Inopinadamente, el base de Baltimore le dio a su equipo la contención en defensa que le devolvió el dinamismo en ataque con un parcial que se quedó en 11-0 antes del descanso. Con dos de los actores menos habituales en su reparto, el Madrid volvió a parecerse a sí mismo, desenredándose de la tela de araña del Barça.

El título se recordará como una de las eliminatorias más igualadas de la historia

Dos irreverentes pérdidas de balón de los azulgrana culminadas al contragolpe por Rudy lanzaron a los blancos hasta los 13 puntos de diferencia nada más arrancar el tercer acto (45-32, m. 21). Seguros de haber encontrado la veta buena no se detuvieron ahí los blancos y a los 23 minutos se produjo el acontecimiento que puso en ebullición al Palacio y en órbita a los de Laso. Cuando ya sumaba un 0 de 19 desde el 6,75, llegó el primer y único triple de Rudy en la final (1 de 24) para poner el 50-33 en el marcador.

Jasikevicius rellenó entonces la instancia del Barça para la remontada, que vino acompañada de una nueva zona. Inasequible al desaliento y rebuscando en sus últimas reservas físicas, los azulgrana rebajaron la frontera psicológica de los 10 puntos sostenidos por el estado de gracia de Ingles que con la canasta que redondeaba sus 20 puntos colocó el 55-48 con el que se cerró el tercer cuarto.

Quedaban 10 minutos por delante y, peleaban el miedo y la fatiga. El partido se entregó a una sístole sin diástole ni dueño claro. Desenfundaron Darden y, de nuevo, Ingles, otro figurante que se ganaba definitivamente un papel protagonista (máximo anotador al final con 25 puntos). Los de Laso retomaron entonces su ideario de la mano de Sergio Rodríguez, que encontró el carril bueno (64-51 a falta de siete minutos). Pero tampoco ahí se rindió el Barça, que estiró el aliento y los puntos bajo el arrebato postrero de Jasikevicius. No bastó. La gloria y el éxtasis eran blancos. El capitán, Felipe Reyes, mejor jugador de la final, levantó el título seis años después.

El resumen del partido

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_