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El Bayern se entrega a Guardiola

Los directivos del conjunto de Múnich reciben con adulaciones al entrenador El técnico asume “la presión” y responde con prudencia: “Yo soy el que debe adaptarse a los futbolistas”

Pep Guardiola, ayer en el vestuario del Bayern MúnichVídeo: PETER KNEFFEL
Ramon Besa

Pep Guardiola ha pasado en dos años de tomar café solo y de forma disimulada en el restaurante VIP del Allianz Arena a ser presentado en la sala de prensa del mismo estadio ante 200 periodistas de 11 nacionalidades y 30 espectadores como entrenador del Bayern Múnich. No fue el preparador catalán el que se acercó a Karl Heinz Rummenigge y Uli Hoeness con el número de su móvil apuntado en un papel —“porque puedo imaginarme algún día entrenando aquí”, dijo—, como pasó el 26 de julio de 2011 cuando todavía era el rey del Barça, sino que el vicepresidente ejecutivo y el presidente del club bávaro presumían de tener a su lado al técnico con el que aspiran a convertirse en el mejor equipo del mundo en detrimento del Barcelona que dirigió el mismo Guardiola.

No es que las cosas vayan mal en el Camp Nou, ni mucho menos: el Barça de Tito Vilanova ha ganado la Liga con 100 puntos y ha fichado a una estrella llamada Neymar. Y es difícil explicar que el Bayern haya cambiado de técnico después que el equipo de Jupp Heynckes alcanzara un triplete histórico. Copa, Liga y Champions. El contrato Bayern-Guardiola se ofrece por tanto como uno de los mayores desafíos del fútbol. “El mejor entrenador del mundo llega al mejor equipo de Europa”. La voz que ilustró la conferencia de prensa no ofreció dudas sobre la personalidad del técnico y la del club. “Un perfeccionista, un purista, que logró 14 títulos sobre 19 en cuatro años se atreve a tomar las riendas de una plantilla que lo acaba de ganar todo”.

“Estoy listo para dar lo mejor de mí mismo. Necesitaba un reto”, comenta el técnico

Ante la grandilocuencia del escenario y las pompas y el boato institucional, frente a la presentación más multitudinaria en la historia del club, Guardiola nunca ejerció como si fuera un jefe de Estado ni una estrella del pop, ni siquiera la figura ayer más importante del fútbol, sino que respondió con serenidad y cautela y también seguridad y autoridad. Rebajó la euforia, midió sus palabras, concentrado como estaba en expresarse gramaticalmente de forma perfecta en un alemán aprendido en seis meses, y se esforzó por ser más un miembro de la entidad bávara que un gran seductor, sabedor de que en Alemania se impone la cultura del esfuerzo en equipo. El técnico del Bayern se ganó a la audiencia por su voluntad de integración y su discurso futbolístico políglota.

“Aunque estoy un poco nervioso, ahora mismo siento una gran alegría por el regalo que me ofrece el Bayern”, argumentó ante sus familiares más próximos, amigos, periodistas y empleados. “Me enorgullece que hayan pensado en mí”, añadió después de un año sabático y 422 días sin entrenar. “Es un honor. Estoy listo para dar lo mejor de mí mismo en este nuevo desafío después de una maravillosa etapa en el Barcelona. Necesitaba un reto”. Y, una vez marcado su estado de ánimo, elogió a su nuevo club: “Cuando te llama el Bayern, hay que ponerte firmes. Por su historia, por sus jugadores, por lo que representa. Hay pocos clubes tan especiales. Ahora lo que necesito es un poco de tiempo. Hay que ir paso a paso”.

Guardiola necesita familiarizarse con el equipo, la institución, la Bundesliga y con Alemania. “Yo soy el que tengo que adaptarme a los jugadores, porque el fútbol pertenece a los futbolistas y no al entrenador”, explicó. “La gente no va al campo a verme a mí, y sé muy bien que los jugadores del Bayern son diferentes a los del Barcelona”. Y remachó: “Asumo la presión. Me parece normal que las expectativas sean altas después de que el año pasado se ganaran cuatro títulos. Voy a intentar continuar el alto nivel de mi predecesor Heynckes, al que respeto y con el que espero hablar pronto. No convienen grandes cambios cuando un equipo es bueno. Y sería presuntuoso por mi parte pensar que vamos a marcar una nueva época. Hay que jugar bien y ganar”.

“Nunca me imaginé que Pep quisiera trabajar con nosotros”, admite Hoeness

La prudencia de Guardiola en sus palabras contrastó con el coro de adulaciones por parte de los directivos del Bayern. La mayoría aspiran a que el éxito sea instantáneo. “Yo estoy convencido de que la etapa de Guardiola en el Bayern va ser exitosa y fructífera para el Bayern y para el fútbol alemán”, aseveró Rummenigge. “Le hemos recuperado 10 puntos al Barça en el ránking de la UEFA, pero seguimos siendo los segundos por detrás del equipo azulgrana que armó el que hoy es nuestro entrenador. Tengo una gran curiosidad para ver cómo trabaja en el día a día”. Y añadió después Hoeness: “Aunque nunca pude imaginarme que Pep quisiera trabajar en el Bayern, después de charlar cinco minutos me di cuenta de que era el entrenador adecuado para nosotros”.

“Una cosa es llegar a la cima y otra mantenerse”, acabó el plenipotenciario presidente Hoeness. “¿Quién mejor para manejar un desafío de tal envergadura? ¿Quién si no él?”. A sus 42 años y con tres temporadas por delante, Guardiola no respondió ni tampoco se ruborizó después de constatar que su dicción, tono y conocimiento del alemán le habían permitido mantener su carisma y responder a su etiqueta de técnico moderno, elegante e inteligente. A ninguno de cuantos le conocen le extrañó por tanto que, una vez dominado el escenario, acabada su defensa y ganado el público se despidiera con una frase muy suya: “A mí me gusta atacar, me encanta atacar, mi idea del fútbol es atacar”.

Guardiola cambió de número móvil y ya utiliza el que le ha dado el Bayern Múnich. Ahora habrá que ver si su código y fórmula funcionan igual de bien en Alemania que en el Barça.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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