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La espera de Nairo, un purasangre

Quintana deslumbra en la gran montaña

C. A.
Nairo Quintana recibe el maillot al mejor corredor joven en la novena etapa
Nairo Quintana recibe el maillot al mejor corredor joven en la novena etapa YOAN VALAT (EFE)

Cuando habla de Nairo Quintana, Alejandro Valverde no se muerde la lengua: “Es junto a Froome el mejor escalador de este Tour, y posiblemente mejor que Froome incluso. Seguro que ganará más de una grande”.

El murciano habla del futuro, claro, porque en este Tour, él es el líder, situación que no desagrada en absoluto al joven colombiano, que a los 23 años debuta. “Quizás”, dice, “habría actuado diferente en las dos etapas pirenaicas [en la primera, atacó de lejos, en el terrible Pailhères, para incendiar la carrera; en la segunda, debió refrenarse en el Hourquette d’Ancizan, pues sus ataques, si hubieran sido más duros, podrán haberle aislado a él en la cabeza, solo con Froome, con Valverde atrás]. Si fuera líder absoluto, pensaría diferente, pero he venido a hacer el papel que me toca, que es el de trabajar para Alejandro. Tengo que estar calmado y pensar en mi equipo”.

Mi objetivo es acabar entre los 10 primeros y mejor joven"

Quintana, su frescura, su osadía juvenil, la hermosura de su pedaleo en montaña (tan alejado de la gestual cadavérica de Froome, tan efectiva a la hora de hacer girar rápido los pedales), su maillot blanco, ha despertado la imaginación soñadora de los aficionados que quieren volver a creer en el ciclismo, que han convertido al colombiano —y su historia de enfermedad infantil, pobreza, superación en la Cómbita del altiplano rural y sumiso— en un símbolo, en una especie de antiFroome y de antitodo lo conocido, el pasado de sombras. Y le animan, aunque sea inconscientemente, a ser algo más que el mejor gregario de Valverde, como antes, mucho antes de que se conociera el pasado, a Ullrich a ser algo más que el gregario de Riis o a Froome a clavarle un cuchillo en la espalda a Wiggins.

El debate, que quizás se intensifique mañana si el colombiano supera en la contrarreloj a Valverde, quien solo le aventaja en 37s en la general, lo tenía ya asumido el equipo Movistar, que también sabe que Quintana es un purasangre al que no se puede coartar, pero al que su condición de joven y debutante en el Tour, y pese a que muestra unas capacidades de recuperación tan asombrosas como son sus dotes escaladoras, le hace más proclive a una crisis que pudiera dejarle en nada. “Mi objetivo”, aseguró ayer Quintana, “es acabar entre los 10 primeros y mejor joven”. Y, educado como está en la escuela del coach Ignacio Vélez y Luis Fernando Saldarriaga, lo que dice es lo que hará, aunque ello conduzca, terminado el Tour, al otro eterno debate sin solución: ¿Y qué habría pasado si el líder hubiera sido Quintana?

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Sobre la firma

C. A.
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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