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Los focos ciegan a Iceman

Raikkonen se debate entre renovar con Lotus o fichar por Red Bull, que le ofrecería el mejor monoplaza pero triplicaría sus compromisos publicitarios, algo que detesta

Oriol Puigdemont
Raikkonen y Vettel, en el podio de Nürburgring
Raikkonen y Vettel, en el podio de Nürburgringlars baron (GETTY)

Para un periodista que cubre el Mundial de F-1, entrevistar a un personaje del calibre de Kimi Raikkonen es lo más complicado. Y lo mismo le ocurre al pobre peón del departamento de mercadotecnia que debe acompañarle, o mejor dicho llevarle de la oreja para que cumpla con todos los compromisos que adquirió el día que firmó su contrato. Si hay algo que se hace difícil con el finlandés es la comunicación. Ni siquiera las radios quieren saber nada de este asunto: en Nürburgring, como líder del rebaño, las interferencias impidieron que pudiera dialogar con el taller para convencerles de que podía ahorrarse la última parada. Que la verborrea no es uno de los puntos fuertes de Raikkonen lo sabe todo el paddock. Pedro De la Rosa, probador de Ferrari y que coincidió con él en McLaren (2002-2006), asegura que es capaz de sentir el coche como pocos. Los problemas llegan después, cuando debe transmitírselo a los técnicos.

Kimi prefiere dedicarle sus horas al motocross y al equipo del que es propietario 

El año que viene, con la marcha de Webber a Le Mans, Kimi, de 33 años, se convertirá en el piloto más veterano de la parrilla —“algo que no suena muy bien”, dice él—. Lo que hoy no está claro es en qué equipo correrá, por más que las opciones se reducen a dos: seguir en Lotus o fichar por Red Bull. Desde que debutó en el Mundial con Sauber en 2001, Iceman ha pasado por cuatro equipos, entre ellos McLaren y Ferrari, con quien se coronó en 2007. Ese bagaje ha obligado a quienes han tenido que trabajar con él a adaptarse a su agenda, esa que trata de evitar cualquier compromiso con los patrocinadores, que reduce al mínimo las entrevistas y no tiene espacio para las relaciones públicas. Él prefiere dedicarle sus horas al motocross —es propietario de un equipo que en breve recibirá el apoyo oficial de Husqvarna—. Aquello que Lotus incluso vende como parte de su encanto es inadmisible en Red Bull, que vive de su imagen y que la mima como si se tratara de una religión. Ese es uno de los puntos que menos gustan a Raikkonen y que más le echan para atrás a la hora de firmar por la escudería energética, aunque la balanza de pros y contras parece bastante equilibrada entre la estructura de Enstone y la de Milton Keynes.

Un aspecto a tener muy en cuenta es el potencial del monoplaza que conduciría en 2014, una temporada absolutamente condicionada por el zarandeo técnico del reglamento. Hay dos factores que juegan a favor de Red Bull: el presupuesto y Adrian Newey, cuyos trazos han dibujado aparatos campeones en tres equipos distintos (Williams, McLaren y Red Bull), y que con sus últimos prototipos se ha llevado de carrerilla los tres últimos dobletes. Lotus asegura tener cerrado un presupuesto que le ofrece garantías para afrontar el reto, pero habrá que ver el efecto que tendrá la deserción de James Allison, exdirector técnico.

Lotus establece unos 10 eventos anuales lejos de los circuitos, en Red Bull estos llegan a la treintena

El dinero no es un problema para alguien con el pedigrí del nórdico, que cuando dejó Ferrari (2009) se embolsó un finiquito próximo a los 35 millones de euros. Su ficha actual no supera los tres millones, pero las variables obtenidas complementan un total que en 2012 pudo llegar a los siete. En Red Bull firmaría un buen contrato y probablemente se aseguraría un volante con garantías, y correr al lado de Sebastian Vettel no supone un problema para él.

Todos esos elementos convencerían en un segundo al 99% de la parrilla, pero resulta que Raikkonen es distinto, y en este punto vuelve a tomar cuerpo lo mismo de siempre: la empatía. Si la agenda de Lotus establece unos 10 eventos anuales lejos de los circuitos, en Red Bull estos llegan a la treintena. Kimi está en una encrucijada para desgracia de todos aquellos que deben contarlo, como por ejemplo un reportero que se le acercó el jueves pasado a su llegada a Nürburgring para preguntarle cómo estaba la cosa: “Ya me hiciste esa pregunta hace cuatro días [en Silverstone], deja de joderme ya con lo mismo”.

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