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Una historia teñida de desgracias

Las enfermedades de Tito, Abidal y Mickeal alargan la lista de dramas del barcelonismo, como las muertes de Gamper y Benítez, el secuestro de Quini y el infarto de Cruyff

Jordi Quixano
Sandro Rosell y Andoni Zubizarreta, durante la conferencia de prensa
Sandro Rosell y Andoni Zubizarreta, durante la conferencia de prensaQUIQUE GARCIA (AFP)

Acumula y encadena el Barcelona en las dos últimas temporadas abundantes desgracias, todas humanas. A la repetida enfermedad del técnico Tito Vilanova se añadió la del defensa Eric Abidal —querido como nadie dentro del vestuario—, que combatió durante dos años y con éxito contra un tumor de hígado. Y, en la sección de baloncesto, Pete Mickeal recayó el 23 de marzo de este curso de un tromboembolismo pulmonar, la misma dolencia que había sufrido hace dos años. Esta vez, sin embargo, debió abandonar el equipo para tratarse en Estados Unidos. Un drama con tintes similares al de ayer, con todos los jugadores y la directiva en primera fila, caras largas, lágrimas en las cuencas de los ojos y miedo nervioso. Fueron tres minutos y medio terribles, suficientes para que Sandro Rosell anunciara la renuncia de Tito Vilanova al banquillo azulgrana. “Un golpe muy duro”, admitió el presidente. Pero no el único en la historia del club.

Aunque no se puede considerar al Barça como un club de historia funesta —como, por ejemplo, el Torino y la tragedia de Superga (1949), el accidente aéreo de Múnich del avión del Manchester United (1958) o la tragedia de Heysel que azotó al Juventus y Liverpool en la final de la Copa de Europa de 1985—, sí que cuenta con varios dramas. No en vano, su fundador y primer presidente, Joan Gamper, se suicidó de un disparo en 1930, probablemente por la catastrófica caída de la Bolsa de Wall Street, por el crac del 29.

Joan Gamper, se suicidó de un disparo en 1930, probablemente por la catastrófica caída de la Bolsa de Wall Street

Otro de sus primeros episodios negros ocurrió el 6 de agosto de 1936, en plena Guerra Civil, cuando el presidente Josep Sunyol, de ideología nacionalista catalana y miembro de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), fue detenido y fusilado en la sierra de Guadarrama. Su chófer equivocó el camino, cayendo en una zona controlada por los sublevados.

Ya en 1968, sucedió la misteriosa muerte del lateral derecho uruguayo Julio César Benítez. Resulta que aprovechó un día libre con su esposa y un matrimonio amigo para viajar a Andorra, donde ingirieron mejillones, presumiblemente, en mal estado. De la intoxicación inicial, Benítez pasó al coma y al fallecimiento, explicado como una fibrilación ventricular consecutiva a una sépticopiohema, pero que a nadie pareció convencer. Así, en 2006, la viuda de Benítez atribuyó la muerte a un envenenamiento.

A muchos conmocionó, ya en 1981, después de un partido ante el Hércules, el secuestro del goleador Enrique Castro, Quini. Dos tipos le encañonaron para iniciar así un calvario de 25 días. Aunque Quini aceptó el perdón de sus secuestradores, al barcelonismo le costó más olvidarlo, sobre todo porque el Barça perdió esa Liga a manos de la Real Sociedad; el equipo, conmocionado, solo sumó un punto en los cuatro duelos que se perdió el delantero.

También sacudió al barcelonismo el 26 de febrero de 1991 cuando el entrenador Johan Cruyff, que estaba de compras con su mujer por la ciudad, notó unas molestias que al principio atribuyó a una úlcera del duodeno. Pero era una insuficiencia coronaria, un infarto del que tuvo que ser operado al día siguiente. Se quedó en un susto, un golpe. “Y el Barça se ha sobrepuesto a todos”, recordó Rosell.

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