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Se busca reportero espartano

La Volvo Ocean Race recluta periodistas para narrar durante 135 días la vida a bordo de los barcos

El reportero Rick Deppe, a bordo de una embarcación en 2008.
El reportero Rick Deppe, a bordo de una embarcación en 2008.Puma Ocean Racing

De existir un tablón de anuncios en la base general en Alicante de la Volvo Ocean Race, el anuncio que más tiempo colgaría de su corcho sin duda sería el siguiente: se busca periodista como noveno tripulante de embarcación para pasar 135 días en el océano, posiblemente bajo severas circunstancias. Absténgase gente que no sepa sufrir, bienvenidos los amantes de la vida más austera y de la constante entrega. En los cuarteles de la regata más romántica del mundo han recibido más de 2.000 solicitudes para el puesto, “pero el 99% no vale”, cuenta Rick Deppe, el primer periodista que se subió a bordo de un barco de la Volvo Ocean Race. No es fácil encontrar el perfil.

Deppe es el responsable del programa de reporteros a bordo de la organización, uno de los pocos reporteros con experiencia en periodismo de pesca y marítimo del mundo. Trabajó por primera vez para la Volvo en 2008, cuando los barcos introdujeron al noveno tripulante. Dos veces ha dado la vuelta al mundo. Deppe apunta que “lo básico es contar una historia bien, entenderlas, saber hilvanarlas y además de buen escritor, ser cámara de televisión al tiempo que fotógrafo, estar tecnológicamente al día”.

El periodista Rick Deppe.
El periodista Rick Deppe.

Y probablemente un alto porcentaje de las solicitudes recibidas reúnan todas estas características, pero lo que da el trabajo solo lo alcanza un 1%. Hay que tener cierto espíritu de lobo de mar: “Los marineros son como soldados. No quieren a nadie depresivo al lado, sino alguien equilibrado, calmado, con un sentido de la libertad y al mismo tiempo de determinación. Todo es un reto, hay que saber hacerse un café con una inclinación de 23º como si estuvieras bajo una mesa”, advierte Deppe.

Ese 1% comparte cualidades afines a unos navegantes que romántica o masoquísticamente se meten en un monocasco durante cuatro meses y medio en los que se atracarán hasta en nueve puertos. Quizás lo más importante del trabajo es lo que advierte Deppe: “La actitud cuenta, como cuenta cada pulgada en esta regata. El frío, la humedad, los golpes es algo a lo que uno ha de acostumbrarse”, trabajando en un recogido miniestudio flotante que cuenta con cinco cámaras fijas y cuatro micrófonos distribuidos por el barco.

El aspirante debe enviar cada día dos minutos de vídeo, entre cinco y 10 fotografías de calidad, un artículo de unas 200 palabras además de un reportaje de radio durante los 12 minutos de conexión por satélite de los que dispondrá diariamente. “Tienen que ser historias que conecten con el público, no hay que olvidar que los barcos están 20 minutos regateando en puerto y luego se pierden en el horizonte”, señala Deppe que advierte que un sentido de la épica es imprescindible cuando cuentas una historia desde alta mar: “Hay días de calma en los que deseas que pase algo malo, al final acabas metido en una bella contradicción: cuanto peor la situación, peor la historia”.

El periodista Pedro Freitas, trabajador de la organización de 26 años, vivió una experiencia cercana a lo descrito por Deppe durante nueve días entre La Gomera (Canarias) y El Salvador: “Duermes en literas de tela, la comida está deshidratada, no hay comodidades. Nunca he ido en un tanque pero me lo imagino como lo que viví. Pasas calor, pasas frío, es oscuro, siempre estás mojado y te preguntas muchas veces 'qué hago yo aquí'. Es como vivir en una lavadora”, advierte, divertido, quien espera poder volver a embarcarse en un barco durante la próxima Volvo: ”Es un infierno, y eso que tuve buenas condiciones climatológicas; pero cuando estás en tierra firme lo único que quieres es volver a bordo”. Hermosa contradicción, dicen los que la han vivido. Falta por saber como bien pregunta el anuncio audiovisual de la campaña de la organización Se busca periodista, ¿es el mejor o el peor trabajo del mundo? Quien piense lo primero, que mande el currículo. Quien no tenga miedo a la adversidad, también.

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