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Una Carla de fuego

La canaria remonta en el set decisivo un 2-4 ante Kerber, la número nueve, y tras un partido detenido por el exceso de calor es la primera española en cuartos desde 1998 (4-6, 6-3 y 7-6)

Juan José Mateo
Carla Suárez devuelve una bola ante Kerber.
Carla Suárez devuelve una bola ante Kerber.JASON SZENES (EFE)

El final es de alto voltaje, eléctrico y ardiente. La temperatura sube a partir del segundo set. Por primera vez en lo que va de Abierto de Estados Unidos, la organización aplica la regla del calor extremo en un partido. Justo antes de que comience el tercer set del duelo que mide en octavos a Carla Suárez con Angelique Kerber, los termómetros alcanzan los 30 grados, y con la humedad subiendo hasta el 66% la juez de silla ordena un parón de diez minutos. La alemana, que es quien se lo solicita, respira pesadamente en el banquillo. Desfondada, pierde su primer saque en la reanudación. Nada hace pensar en lo que vendrá luego. Kerber remonta y se pone 4-2 entre gritos y tiros de fuego. Suárez es la que entonces parece eliminada, pero se resiste y recupera la distancia perdida (4-6, 6-3, 5-4 y saque para ganar el partido). Se compite al límite, y en el límite se decide todo: Kerber rompe en blanco a la española cuando esta ya se ve en cuartos y Suárez se impone finalmente 4-6, 6-3 y 7-6 en un tie-break tremendo.

“Ha sido dificilísimo. Luché todo el tiempo”, acertó a decir aún sobre la pista la número 20, convertida en la primera española en cuartos del último grande del año desde 1998 (Arantxa Sánchez Vicario). “Pasé muchísimos nervios para cerrar. Hice tres errores en un minuto”, dijo sobre el juego en el que no pudo sellar el encuentro. “Espero que el público esté conmigo en el próximo partido”, le lanzó un guiño a la grada, consciente de que jugará con Serena Williams.

“Espero que el público esté conmigo en el próximo partido", dijo, consciente de que jugará ante Serena

La canaria, que con su victoria entra virtualmente entre las 15 mejores, clasificación en la que no ha estado ninguna española desde que se retiraron Arantxa y Conchita Martínez, tuvo 4-2 en la primera manga, 5-0 en la segunda y 1-0 y saque en la tercera, donde también sirvió 5-4 por el duelo. Sus oportunidades quedaron neutralizadas por razones que más tuvieron que ver con ella misma que con su contraria. Pocas veces quedó mejor retratado el poco peso que tiene el servicio en el tenis femenino, donde se suceden los breaks con la continuidad de lo inevitable y la mayoría de competidoras se sienten más cómodas viviendo agresivamente al resto: hubo 14, siete para cada una. Pocas veces se vio mejor cómo la canaria, de inteligentes planteamientos tácticos, carece aún de un tiro que desborde por fuerza a sus contrarios y le permita cerrar los peloteos. Cada punto suyo es una sutil obra de orfebrería.

Kerber vendió cara su piel. Zurda, defendió de un lado al otro de la pista con la persistencia del que cree en lo imposible. Con sus recuperaciones obligó a la española a ganar una y otra vez el punto, abriendo ángulos. La española, con el rostro enrojecido por el esfuerzo, compitió bien pero por momentos se chocó contra ese muro.

A veces se sintió frustrada. En la primera manga, se encaró con la juez de silla, que le hizo volver a jugar un punto que el Ojo de Halcón había certificado como suyo. En la tercera, cuando estaba a punto de perder el break que tenía de ventaja, estrelló una pelota contra la pared, quizás porque se le llevaban los demonios frente a las oportunidades desaprovechadas.

Eso no la frenó. En el puñado de peloteos de fuego que decidieron el encuentro, Suárez maniobró con maestría. De un lado al otro, obligó a Kerber a agarrarse a la pista sin tener mayor argumento que el de su esfuerzo y el desgaste de sus piernas, porque la alemana apenas llegaba a la pelota para devolverla. Sin embargo, con la pista abierta y todo a favor, la número 20 del planeta emborronó su bella partitura. Entonces, se llegó al desempate. Un terreno que debía favorecer a Kerber, con más saque, mejor clasificación y más experiencia. No en Nueva York. A los 24 años, una Carla de fuego llegó a los cuartos: con esa agresividad, esa intensidad y un poco más de colmillo afilado, el top-10 puede dejar de ser una quimera.

Tercera remontada de Granollers

Cuando llega la victoria, Marcel Granollers no puede contenerse. "¡Con dos huevos!", grita tras culminar su tercera remontada en tres partidos en el Abierto de EE UU (6-4, 4-6, 0-6, 6-3 y 7-5 al estadounidense Smyczek).

El español, que iba perdiendo 1-4 en la manga decisiva, se cruzará ahora en octavos con Novak Djokovic, el número uno del mundo, que se deshizo sin problemas del portugués Sousa (6-0, 6-2 y 6-2).

La victoria de Granollers, además, significa que Estados Unidos no tendrá un representante en la ronda de octavos del grande que se disputa en su país por primera vez en la historia.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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