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Un esprint que vale el mundo

Javier Gómez Noya se corona campeón mundial en un agónico final a brazo partido con Jonathan Brownlee

Juan José Mateo
Noya gana el esprint ante Jonathan Brownlee.
Noya gana el esprint ante Jonathan Brownlee. Sang Tan (AP)

El reloj marca 1h 48m 16s de sufrimiento (primero nadando, luego doblado sobre la bici, finalmente a la carrera durante 10 kilómetros), pero no cuenta que es en los últimos segundos, en los últimos 50 metros, cuando se decide el título: bajo la lluvia de Londres y en un esprint que vale el mundo (vídeo), Javier Gómez Noya se corona como el mejor triatleta del planeta, superando a Jonathan Brownlee en la última prueba de 2013 pese a entrar segundo en la última recta. El pulso reunió a los tres hombres que se subieron al podio en los Juegos de Londres 2012. Alistair Brownlee, el favorito y oro entonces, partía con 120 puntos de ventaja. En medio de la batalla, sufre de una pierna, dolido en el tendón de aquiles. Se descuelga. Ve marcharse a Noya, plata ese verano, y a su hermano Jonathan, entonces bronce. Después de casi dos horas pegándose codazos en el agua, superando aguadillas, apretando sobre los pedales y quemándose los pulmones a la carrera, se impone el gallego por solo un segundo y tras correr los 10.000m en menos de 30 minutos. Un dato reflejó el esfuerzo: Mario Mola, español de 23 años y tercero, llegó a 54s.

“Y aunque los Bronwlee”, cuenta Iván Raña, campeón mundial en 2002; “tienen ese toque de mentalidad agresiva en la carrera, en un triatlón no se puede hablar de un esprint puro, porque llegas un poco tocado [tras 1,5 kilómetros de natación y 40 de bicicleta]. Ahí, en esas circunstancias, no se mide quién tiene la mayor punta de velocidad, que igual es el que llega el 50, sino quién llega más entero, con el depósito lleno”, prosigue. “Ahora, las carreras son muy tácticas. Los bestias que salen delante del agua tiran en la bici pero reservando energías por si hay un final apretado”, añade. “Y Javier”, dice admirado de su amigo, compañero a veces de entrenamientos y siempre de confidencias; “físicamente es una bestia". "Acompaña sus cualidades aeróbicas con una resistencia y una capacidad de recuperación que muchos no tienen ni por asomo. Es un tema mental, de disciplina diaria. En su caso, se juntan el hambre con las ganas de comer: a las cualidades le une que no perdona ni un día de trabajo”.

Probablemente corrí mejor que nunca, no solo físicamente sino tácticamente Javier Gómez Noya

“Probablemente corrí mejor que nunca, no solo físicamente sino tácticamente, el titulo mundial estaba en el aire y había que tener cuidado con las tácticas a utilizar”, reflexionó Noya nada más cruzar la meta. “Fue una gran carrera. Emocionante. He entrenado las últimas semanas específicamente para estar muy rápido en los últimos kilómetros y aquí está el resultado", dijo. "Jonathan (Brownlee) me ha ganado sprints cuando son carreras de 5 kilómetros, pero hoy era de 10 y he demostrado estar más fuerte”.

Con su fornida percha, 1,78m y 69 kilos, Noya aprovecha sus inicios como buen nadador para mandar en el agua, y sus kilos para triturar kilómetros sobre ruedas en la carretera. Como corredor, dicen, es un hombre de alto ritmo, con menos cambio, menos punch que los Bronwlee. No en Londres. No en la última prueba del Mundial. No cuando Alistair desfallece y Jonathan enseña los dientes sonriendo como un lobo. Ahí, en la última recta, Noya esprinta, cruza la meta, levanta los brazos. Campeón por tercera vez en los últimos cinco años, cierra las manos con la excepción de un dedo en cada una. El número uno.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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