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Un Madrid por las malas y por las buenas

Los de Ancelotti, otra vez con pruebas, reaccionan bien ante la Juve tras un pésimo primer tiempo

José Sámano
Cristiano marca el 1-1 ante Buffon
Cristiano marca el 1-1 ante BuffonMAX ROSSI (REUTERS)

Tiene de todo, porque no está formateado. Va y viene con alfileres, al azar de su técnico, que cambia de partitura y agita el árbol en mil direcciones. En medio de la zozobra, en Turín se vio a un Madrid de naderías, en el primer tramo, y a un Madrid autoritario, firme y picante tras el intermedio. Primero tuvo a Casillas, luego a la caballería. El principio y el final de un conjunto que ya tiene los deberes casi hechos para octavos. Está a un pelo de la clasificación. De lo que se espera de su fútbol, a mucho más.

Tenaz, no se harta Ancelotti de borrar y borrar su pizarra, o donde demonios intente resolver sus jeroglíficos. En Turín dictó su 16ª alineación en otros tantos partidos oficiales. En el tiovivo, otra vez Sergio Ramos, que lleva unas semanas de trajín: mediocentro en el Camp Nou, central por Vallecas y lateral derecho ante la Juve. Ningún efecto inicial tuvo sobre el juego, porque el Madrid entregó la cuchara durante todo el primer tiempo. Empezó medio bien, con Alonso al timón y la pelota abanicada. Un espejismo absoluto.

JUVENTUS, 2 - R. MADRID, 2

Juventus: Buffon; Cáceres, Barzagli, Bonucci, Asamoah; Vidal, Pirlo, Pogba, Marchisio; Tévez (Quagliarella, m. 82) y Llorente (Giovinco, m. 88). No utilizados: Storari; Ogbonna, De Ceglie, Isla y Padoin.

Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Varane, Pepe, Marcelo; Modric, Xabi Alonso (Illarramendi, m. 71), Khedira; Bale (Di María, m. 75), Benzema (Jesé, m. 81) y Cristiano. No utilizados: Diego López; Arbeloa, Carvajal e Isco.

Goles: 1-0. M. 42. Vidal, de penalti. 1-1. M. 52. Cristiano. 1-2. M. 60. Bale. 2-2. M. 65. Llorente.

Árbitro: Howard Webb (Reino Unido). Amonestó a Modric, Pirlo, Varane y Bonucci.

Unos 40.000 espectadores en el Juventus Stadium de Turín.

Tan indefinido es el equipo, tan poco concreto, que de repente se destartaló. Alonso pasó de ser el guía a meter el cogote al borde del área, con Modric como un azucarillo, Khedira ni aquí ni allá, Ramos impreciso en el pase, Bale y Benzema extraviados... En algunos instantes, el Madrid se cosía con todos los reclutas por detrás de la pelota; en otros, con sus tres delanteros descolgados en el horizonte. En cada posesión solo había vértigo, prisas, con más de un atolondrado. Fue un Real Madrid encogido, sin orden, falto de nervio, perdedor en cada disputa, depresivo, mediocre en casi todo menos en la portería.

A excepción de una ocasión que se sacó de la nada un genio como Cristiano, cuyo remate cruzado se alejó un dedo del gol, al peor Madrid le sostuvo Iker Casillas, el suplente de la Liga. Con las manos, con los pies... Ayer y hoy, Casillas es Casillas. Primero evitó un autogol a bocajarro de Pepe, luego metió la puntera en un cabezazo a quemarropa de Marchisio. El Madrid, como antaño, en el tendal de su gran capitán. Ya sean el Sevilla, el Rayo o el Juventus, a los porteros del Madrid no les falta tajo.

Al compás de Pirlo, un reloj con botas, y ese brillante alumno que es el joven Pogba —potente, con criterio—, el grupo de Conte metió al Madrid en el cuadrilátero sin mayor oposición. No fue el Juventus de Chamartín. No precisó de la mejor versión de Vidal o Tévez, ni nada de Llorente, hasta que Varane, dentro del área, se fue al suelo frente a Pogba, al que derribó un leve toque. Vidal reventó la red, imposible hasta para Casillas. Fue el quinto penalti contra el Madrid en las tres últimas citas, unos por patinazo arbitral y otros por desatinos propios.

Primero fue un Madrid encogido, sin nervio, depresivo, sostenido por un gran Casillas

Al decepcionante Madrid del primer periodo sucedió un Madrid con otra muda, con alma, con decisión. Dio un golpe de mano y se puso al frente del encuentro. Los mismos jugadores, otra mentalidad, otro ánimo, nada de corsés. El partido dio un vuelco. Alonso gobernó ya sin recular, los laterales avanzaron sin freno, Benzema puso en circulación a Cristiano y a Bale. Suficiente para que La Juve cediera hasta contemplar como mal menor un empate que le deja colista de un grupo en el que transitan el Copenhague y el Galatasaray, que no son precisamente dos galaxias del fútbol.

Con brío y de cara, el Madrid encontró el premio merecido en una pifia de Cáceres, que acogotado por Cristiano cedió atrás a Benzema. El galo asistió al portugués, que se plantó como un tiro frente a Buffon y le superó a lo Cristiano, de sopetón, sin miramientos. Su octavo gol europeo del curso, el 59º en sus cien partidos en la Copa de Europa. Sin palabras.

Después fue un equipo firme, decidido, con ánimo y con CR al frente de la caballería

Por fin un Madrid con entereza, con vocación ganadora. Con Alonso en la periferia del área rival, como en un zurdazo con la pelota picada que se estrelló en el larguero; con Bale ya activado. El galés aún no tiene continuidad en el juego, pero ya ha demostrado lo poco que requiere para martillear la red o dar recetas para el gol. En Turín no fue asistente, él se procuró la diana con un zurdazo marca Bale.

El partido era del Madrid, aunque en estos tiempos de desequilibrios concediera más aire de la cuenta a un adversario que estaba desinflado. Al conjunto de Ancelotti, con una defensa u otra, le llegan con inusitada facilidad. En el angustioso trance juventino lo hizo Llorente, que cabeceó sin levantar los pies mientras Varane miraba las musarañas. No es fácil rebobinar un solo partido en el que el central francés cometiera dos errores. A él, como a Alonso y Bale, todavía le falta recorrido. Como le resta a este Madrid capaz de retratarse por las malas y por las buenas. Al entrenador corresponde dar con la idea de una vez.

El resumen del partido

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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