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El Rayo se quita el antifaz

Los de Jémez derrotan gracias a un solitario tanto de Bueno a un Getafe sombrío que no supo aprovechar sus ocasiones

GORKA PÉREZ
Los jugadores del Rayo Vallecano celebran el gol de Bueno
Los jugadores del Rayo Vallecano celebran el gol de BuenoBallesteros (EFE)

Aunque la niebla, junto al viento, son los dos peores enemigos del fútbol, en ocasiones sirve de aliado a quien necesita una nueva perspectiva para contemplarse. Le pasó al Rayo en el Coliséum Alfonso Pérez, donde consiguió iluminar esa propuesta ofensiva de la que hace gala cada encuentro pero a la que la sombra tiende a cazar a la mínima oportunidad. Gracias a un tanto de Bueno, el Rayo salió de la penumbra y se dio una alegría a costa de un Getafe sombrío, que sigue en esa tendencia irregular que le aleja de Europa.

Entre la espesura se movió mejor el Getafe, al menos en el primer cuarto de hora, por eso de que al Rayo la niebla le tiene calado hasta los huesos a pesar de que siga sin renunciar a sus ideas. El conjunto de Luis García tocó con mayor tranquilidad, pero sin menos intención, como sabiendo lo que quería pero sin capacidad para salirse del trazado. Todo lo contrario que el Rayo, un verso libre que solo rima con sí mismo, aunque por ello se encuentre en la situación en la que está.

GETAFE, 0 - RAYO, 1

Getafe: Moyà, Valera (Diego Castro, M. 62), Lisandro, Rafa, Escudero, Lacen, Borja, Pedro León (Gavilán, m. 75), Lafita (Colunga, m. 67), Sarabia y Ciprian. No utilizados: Codina, Roberto Lago, Juan Rodríguez, Alexis.

Rayo Vallecano: Rubén; Tito, Gálvez, Galeano, Nacho; Trashorras, Saúl; Lass, Castillo (Embarba, m. 74), Viera y Bueno (Adrián, m. 74). No utilizados: Cobeño, Galeano, Mario, Ramiro, Iago Falqué.

Goles: 0-1. M. 29. Bueno.

Árbitro: Clos Gómez. Amonestó a Escudero, Pedro León, Nacho, Gavilán.

Coliseum Alfonso Pérez. Unos 5.000 espectadores.

Con Trashorras como centro de operaciones, Lass y Bueno fueron haciendo hueco entre la defensa del Getafe a base de moverse alrededor de su posición, pero sin necesidad de mantenerse estáticos en ella. También Viera trataba de aprovechar esos espacios, pero el volante no pareció tener al día el tacto con el balón, tan necesario cuando el campo, duro y resbaladizo, no pone de su parte.

Pero a medida que se disipaba la niebla, los de Paco Jémez aliviaban la mente, a lo que contribuyó también que el Getafe cediera la posesión del balón. Con cautela el Rayo intentó arrastrar al rival estirándolo por las bandas y obligándole a doblar esa línea recta que conservaba en defensa. Más armónico que efectivo, consiguió llevar peligro con Bueno, que a la espalda de Castillo, parecía encontrarse a gusto. Algo que confirmó intentando primero un remate de chilena que acabó mansamente en las manos de Moyá. Tuvo más fortuna, sin embargo, el delantero cuando un rechazo de Lass llegó hasta Gálvez que centró desde la izquierda de primeras para que Bueno lo introdujera sin oposición en la red. Era el premio a la insistencia, a hacer los deberes con buena letra aunque el contenido del texto tampoco brille demasiado.

Sin Pedro León, que solo sacó la cabeza para comprometer a Rubén en jugadas a balón parado, al Getafe solo le quedaba la movilidad de Ciprian y la chispa de Sarabia para intentar dar la vuelta al marcador. El delantero rumano se convirtió en el receptor de todos los balones en largo a pesar de que tras domesticarlos poca ayuda tuvo a su alrededor para airear las jugadas. Intentó entonces el Getafe subir de revoluciones un partido que empezaba a dormir el Rayo, controlando con cabeza la tranquilidad que ofrecía el marcador, y valiéndose del balón para controlar los nervios.

Modificó el equipo Luis García con la entrada de Diego Castro, por el lesionado Valera, y Colunga, que aliviaron la soledad de Ciprian pero que siguieron sin sorprender a la defensa del Rayo, que enviaba el balón lejos de la portería de Rubén cuando el viento empezaba a asomar por su puerta. No se quedaron encerrados los vallecanos que con los remates de Embarba, Tito y Lass siguieron enseñando los dientes en ataque. De hecho, Adrián pudo sentenciar el partido, pero Moyá desvió su disparo ante la mirada desesperado de Viera que aguardaba sin marca junto al delantero. Solo se vio con el agua al cuello al final del encuentro cuando Nacho sacó bajo palos un disparo de Colunga a la salida de un córner.

Con la niebla desaparecida ya de un Coliséum de nuevo esquelético, el Rayo consiguió anular al Getafe y trasladarle esa venda blanquecina que no le ha dejado ver a lo largo de la primera vuelta.

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Sobre la firma

GORKA PÉREZ
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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