_
_
_
_
_

El Espanyol no se entiende

El equipo de Aguirre gobierna el duelo pero no las áreas y cae ante el Villarreal tras fallar un penalti en el minuto 91

Jordi Quixano
Sergio García pugna con Jokic
Sergio García pugna con JokicJOSEP LAGO (AFP)

El fútbol del Espanyol no dicta los resultados de un equipo de contrastes y sinsentidos, capaz de descomponer a los rivales cuando destila un juego aburrido y primitivo, del mismo modo que suma batacazos cuando adelanta las líneas y protege el balón. Frente al Villarreal, por más que se encasquillara con el cuero entre los pies, renunció a su versión tacaña y fue tan protagonista en la composición como estéril en la finalización, desquiciado en el último pase y el remate, también en el penalti sobre la bocina que Sergio García no acertó a embocar. Penuria que no padece el equipo de Marcelino, que se presentó tres veces en el área de Casilla y atinó en dos, suficiente para doblegar a un Espanyol que olía a Europa y se quedó con las ganas.

Espanyol, 1 - Villarreal, 2

Espanyol: Casilla; Javi López, Colotto, Moreno, Fuentes; David López, Víctor Sánchez; Stuani (Álex Fernández, m. 77), Abraham (Pizzi, m. 46), Simão (Córdoba, m. 46); y Sergio García. No utilizados: Germán; Mattioni, Sidnei y Lanzarote.

Villarreal: Asenjo; Mario, Musacchio (Dorado, m. 53), Gabriel, Jokic; Nahuel, Bruno, Pina, Moi Gómez (Trigueros, m. 74); Gio y Perbert (Uche, m. 70). No utilizados: J. Carlos; Román, Costa y Pereira.

Goles: 0-1. M. 37. Moi Gómez. 0-2. M. 51. Perbet. 1-2. M. 77. Córdoba.

Árbitro: Teixeira Vitienes. Expulsó al entrenador del Espanyol, Javier Aguirre (m. 93). Amonestó a Giovani, Víctor Sánchez, Stuani, Moreno, Colotto, Uche, Asenjo y Gabriel.

Cornellà-El Prat: 12.650 espectadores.

Le tiene pillada la medida el Villarreal al equipo blanquiazul, toda vez que los quebraderos de cabeza de Aguirre nacieron en el duelo de la primera vuelta, cuando en un ataque de técnico decidió hacer ocho rotaciones en el once. Desde entonces, tras remover el dibujo táctico y sus intérpretes hasta la saciedad, ha encontrado dos fórmulas válidas, la de los tres ejes y un punta, además de la del 4-4-2, con Córdoba como escudero de Sergio García. Así, consciente de que el Villarreal se expresa por los pasillos interiores, validado por su buen pie para filtrar el pase definitivo por dentro, optó el Espanyol por agolpar efectivos en la medular con Abraham, Víctor Sánchez y David López, los tres mosqueteros, todo brega y despliegue, denuedo y esfuerzo. Se hicieron con el campo y el balón, atrevidos a la hora de dar un paso al frente —por más que David López hiciera de tercer central a la hora de sacar el cuero—, con rupturas desde la segunda línea y disparos lejanos. Más fuegos artificiales que chicha porque Asenjo blocó sin sobresalto alguno.

Tampoco es que padeciera demasiado el Espanyol, encimando a Gio para que no se girara ni recibiera con sus diagonales, fijando a Perbert para que no facilitara jugadas con la descarga. Solo Víctor Sánchez, en un error descomunal, en un pase atrás, facilitó la galopada de Perbert, que se lio en el quiebro sobre Casilla y que lanzó flojo, con tiempo para que Moreno deshiciera el desaguisado sobre la línea de gol. Pero el Espanyol no tuvo en cuenta a Nahuel, interior de 17 años que asemejaba temblar sobre el césped porque siempre escogía la opción más difícil. Era, sin embargo, un espejismo. Nahuel es imaginación, gallardía y bravura. Dio la pista con un disparo envenenado desde el balcón del área, cuando armó la pierna en un santiamén y el balón, juguetón, le hizo cosquillas al palo. Y se laureó después, inteligente, porque ocupó el lateral del campo, donde nadie le esperaba. Ahí, aguantó el esférico a la espera del desmarque de Moi Gómez. Centro raso; remate y gol del Moi.

Desaparecido Stuani, habitual cojín para los balonazos directos, quedó difuminado Sergio García, que no enlazó con la medular. Y sin el 9 no hay magia ni fútbol, y menos gol. Una losa para el Espanyol, que remarcó su destartalada faceta de francotirador, pero que trató de corregirse en el segundo acto con la inclusión de Pizzi y Córdoba, pase y velocidad. No encontró, sin embargo, las rampas al gol. Un problema desconocido para el Villarreal.

Lo probó Pina con un zapatazo que le cuchicheó al palo y festejó Perbert, que recogió un balón muerto después de una picada de Giovani deshecha por Casilla. Fue un gol polémico porque Gio arrancó en fuera de juego por milímetros, pero no fue un espejismo, sino la realidad de este Espanyol, que requiere de retos homéricos —como vencer con 10 al Granada o ajar el nuevo San Mamés— para mostrar su mejor versión. Así, con dos tantos en contra, Córdoba resolvió una contra con un zurdazo y estrechó el duelo. Mordió y achuchó el equipo blanquiazul —reflejo de Aguirre; de nuevo expulsado— y logró un penalti por mano de Gabriel. Pero Sergio García falló el chut.

Un castigo a la alegría futbolística del Espanyol y al 9, delantero que tanto da y que tan poco se llevó anoche.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_