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Gabi y la resistencia silenciosa

El capitán del Atlético, el jugador de toda la Champions con más kilómetros, ejerce su liderazgo sin aspavientos y con un sacrificio que no tenía cuando subió al primer equipo

Ladislao J. Moñino
Gabi presiona a Poli durante el Atlético-Milan del miércoles.
Gabi presiona a Poli durante el Atlético-Milan del miércoles. LUIS SEVILLANO

El Gabi (Madrid, 30 años) que dejó Diego Pablo Simeone en 2005, cuando abandonó el club en su segunda etapa como jugador rojiblanco, no jugaría con él en este Atlético. Por entonces, el mismo futbolista que ahora es el que más kilómetros recorre de toda la Liga de Campeones (93,085), pensaba que tendría un hueco en la élite como centrocampista ofensivo, que viviría más de su técnica en el golpeo que del esfuerzo. También le perseguía la fama de ser un futbolista blando, un gritón que se quejaba y teatralizaba con exceso las faltas que recibía. Nada que ver con el atleta al que las pruebas físicas señalan como uno de los de mayor resistencia de la plantilla junto a Raúl García y Filipe Luis.

El futbolista que se encontró Simeone a su regreso como entrenador le sorprendió para bien. Los recelos hacia su valía que los recuerdos le podían generar desaparecieron cuando comprobó su metamorfosis en un centrocampista más sacrificado y completo, con una capacidad de liderazgo capaz de levantar al Atlético en los dos momentos más delicados en el campo por los que ha pasado en las dos últimas semanas. Gabi reanimó al equipo en el último derbi después del madrugador gol de Benzema que le descolgaba de la lucha por la Liga y el miércoles, cuando el Milan empató y parecía imponer el peso de su historia, cambió la dinámica del partido. Primero mantuvo una conversación con Simeone en la que convinieron el reajuste táctico que llevó a Raúl García a la banda derecha para tapar a Emanuelson. Después, se arrancó desde el centro del campo para presionar la salida de balón de Rami. En un equipo en el que los demás cabecillas, Simeone, Germán Burgos, Godín, Raúl García o Diego Costa, tratan de influir en los partidos desde una mímica abrupta, Gabi marca el camino a seguir desde ese tipo de señales futbolísticas. “Antes era un jugador de balón al pie, de tocar, y no presionaba como ahora”, le recuerda Pepe Murcia, que le dirigió en el Atlético B y en su breve paso como entrenador del primer equipo en 2006. “Cuando él va a presionar todo el equipo le sigue. Estimula a los demás desde su ejemplo en el campo y fuera siempre está para sus compañeros”, le reconoce Adelardo, el capitán por excelencia en la historia del club. El martes, sin ir más lejos, Gabi percibió que Courtois estaba alicaído por las noticias sobre su futuro y conversó con él.

“El respeto y lo que es ahora se lo ha ganado el solo. Ningún entrenador ni nadie pueden hacer cambiar a un jugador tanto. Gabi entendió que el de futbolista es un oficio y lo ha aprendido. Y se ha reciclado para olvidarse de ser un jugador ofensivo y convertirse en un mediocentro defensivo, aunque mantiene su capacidad para llegar al área rival”, abunda Murcia. Los exámenes físicos también le revelan como un jugador capaz de soportar un ritmo muy alto y también para esfuerzos cortos y explosivos.

El martes vio a Courtois alicaído por las noticias sobre su futuro y habló con el guardameta

La mayoría de testigos que han comprobado su crecimiento señalan su paso por el Zaragoza, con descenso y capitanía incluidas, como su punto de inflexión. “Allí conoció el infierno y aprendió a liderar un grupo que sufría y al que salvó de otro descenso a Segunda con goles decisivos y un trabajo descomunal”, relatan en su entorno más cercano.

“Me olvidé los goles en Zaragoza”, bromeaba cuando no lograba ver puerta. Aunque ya había marcado esta temporada, el cuerpo le pedía un gol como el que le hizo al Madrid, en casa y ante el eterno rival. Él mismo reconoce en privado que ese tanto le ha venido bien incluso para soltarse más con el balón en los dos últimos partidos. En Vigo, pegado a la banda izquierda y acosado por dos jugadores del Celta, se le vio enlazar un control, un recorte y un cambio de orientación. El miércoles, su interpretación del partido con el balón rozó la perfección en el juego largo y en el corto. “Le ha sentado bien este nuevo ciclo físico que ha iniciado el equipo. Es más, creo que el bache de resultados también tuvo que ver conque él no podía hacer todo lo que hizo el miércoles”, concluye Adelardo.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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