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El humilde Bacca

El colombiano, último descubrimiento de Monchi, explota con 27 años en el Sevilla tras ganarse al vestuario por su sencillez

Rafael Pineda
Bacca celebra el segundo tanto anotado ante el Real Madrid.
Bacca celebra el segundo tanto anotado ante el Real Madrid.p.fuentes (EFE)

"Los buenos delanteros en Colombia son caribeños", sostiene alguna vez Carlos Bacca (Puerto Colombia; 1986) cuando abandona la timidez que suele acompañarle. Falcao, el goleador del Mónaco, también es de la Colombia atlántica, tierra de grandes atacantes. En Puerto Colombia, el gran puerto de Barranquilla por donde llegó el fútbol a principios del siglo XX, Bacca se crió en una familia humilde. Sus primeros pasos como jugador los dio en la escuela de fútbol de Iván Lozano.

Su padre Gilberto, apodado el Peluca, hizo un gran esfuerzo para que ingresara en las categorías inferiores del Junior de Barranquilla. Su actual mujer le pagaba el transporte para desplazarse a Medellín y mientras se hacía futbolista se ganaba a vida vendiendo pescado o los pasajes del autobús de línea entre Barranquilla y Puerto Colombia. Con 22 años, dejó de trabajar en el autobús para asentarse en el Atlético Junior. Fue el 1 de marzo de 2009, cuando le hizo dos goles al Pasto. Tras dos temporadas y media en el primer equipo del Junior, el colombiano dio el salto a Europa firmando por el Brujas en el mercado invernal de la temporada 2011-12.

Emery ha hecho que pierda cinco kilos y motivado por el Mundial lleva ya 17 goles

En la temporada 2012-13 se salió en la Liga belga. Anotó 28 goles en todas las competiciones. Juan Carlos Garrido era su entrenador. "Lo tiene todo para ser un gran delantero. Velocidad, ambición, carácter y, por supuesto, gol", afirma el ex técnico del Betis.

"Era uno de los nombres que teníamos escrito con rojo en nuestra agenda", afirma Monchi, director deportivo del Sevilla, a quien le llamó la atención los números del colombiano en la Liga belga. Los planes de crecimiento del Sevilla pasaban por la venta de Negredo y Monchi volvió a sacarse un as de la manga. En el club andaluz, varios técnicos se desplazaron a Bélgica y emitieron informes positivos del jugador. Consensuado el nombre, Monchi se desplazó para ejecutar la operación. No le importó pagar cerca de 8 millones de euros por un futbolista de 26 años. "Sabíamos que tenía recorrido, motivado, además, por el Mundial", sostiene el director deportivo. Bacca vive en Sevilla entregado a su familia, a su mujer y sus dos hijos. Como si se tratara de una premonición, vive de alquiler en la casa de Luis Fabiano en una zona residencial a las afueras. En su piscina tiene dibujado un enorme escudo del Sevilla. Durante las pasadas Navidades, no se marchó a Colombia. Trajo a su familia para que conocieran Sevilla. En el vestuario, donde es muy querido, es inseparable de Carriço, al que define como su pana, mientras que se lleva muy bien con el ruso, Cheryshev, y Coke. Su gran devoción religiosa y su mujer, entonces su novia, le ayudaron cuando no se comportó como un buen profesional, en sus inicios en Junior.

Mientras espera disfrutar de la Semana Santa sevillana, Bacca va como un tiro: 14 goles en Liga y 3 en Liga Europa. Le ayudó la dieta que le impuso Emery: perdió cinco kilos y ganó masa muscular. Sus dos goles ante el Madrid le han colocado en las portadas de medio mundo. "Será algo que podré contar a mis hijos", declaró tras despachar al equipo de Carlo Ancelotti.

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