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El Niño va al dentista

Sergio García, peleado otra vez con el campo, no pasa el corte, y la lucha que le falta la pone Olazábal para seguir vivo

J. M.
Sergio García saca la bola de un búnker en el hoyo 10.
Sergio García saca la bola de un búnker en el hoyo 10.DAVID CANNON (AFP)

Da igual como lo mire, si de cara o del revés, de un lado o de otro. No hay manera de que Sergio García vea con buenos ojos al Masters de Augusta. Tiene atravesado este campo El Niño, todo son malas sensaciones no ya desde que pone la bola con su logo en el tee del uno, el jueves, sino desde que recibe la carta con el membrete del Augusta National. Ya entonces pone morros el castellonense, un dolor de tripa que luego, claro, es evidente en el campo. Para García competir en el Masters es una semana del calendario en la que quiere pasar página pronto. Una visita al dentista. Cuanto menos duela, mejor.

La jornada de este viernes fue una fotografía perfecta del desencuentro del español con el Masters. Cuando asomó por el tee del uno su rostro reflejaba ya que los 18 hoyos por delante no le entusiasmaban. Cuando en ese green firmó el primer bogey del día, el final de la película estaba claro: bogey. Entre medias El Niño deambuló por el campo, más que andar, sin alma, con los ojos clavados más de una vez en los zapatos, los hombros caídos, algún que otro resoplido de resignación. Necesitó tres putts en el hoyo seis, el birdie del siete fue un espejismo que no le alegró, en el nueve volvió a inflar la tarjeta, no arañó ni un golpe en los pares cinco y… bogey en el 17, bogey en el 18. Como el día anterior. Como en tres de las cuatro jornadas del pasado Open Británico en los dos últimos hoyos. Cuando el día está cuesta arriba, al Niño le falta ponerse los guantes de boxeo en Augusta. Y aquí, lo sabe, se paga.

En el Masters no me siento cómodo ya desde el lunes Sergio García

“No soy capaz de sacarle nada al campo”, dijo García, tres golpes arriba en el día, cinco en total, y fuera del corte por primera vez en el Masters desde 2008. En los últimos cuatro años había escalado progresivamente en sus posiciones en la tabla (45º, 35º, 12º y 8º), hasta volver a caer en el precipicio. “Ni jugando bien ni jugando mal. Llevaba una racha muy buena aquí, pero me cuesta muchísimo. Es lo que es. Las sensaciones en el tee del uno ya no son buenas. No me siento cómodo ya desde el lunes. No sé cómo atacar al campo. Así es, no hay una explicación lógica, son sensaciones”. Luego se lo tomó con humor y tuiteó: “Nada mejor que una buena comida y helado después de un duro día en el campo”.

Olazábal, en el séptimo hoyo.
Olazábal, en el séptimo hoyo.TANNEN MAURY (EFE)

La apatía del Niño contrastó con el vigor de uno de sus compañeros de ronda, Bubba Watson, líder con siete bajo par y cinco birdies seguidos en la segunda vuelta del día. No le sirvió de ejemplo al Niño, un alma en pena.

A García le falta en Augusta todo el corazón que desborda Olazábal para agarrarse al campo. El vasco escribió un tratado en los primeros nueve hoyos de cómo minimizar daños y sacar el máximo provecho a su juego. Fue cada hoyo a contracorriente, peleando por recuperarse de unas malas salidas hasta salvar el par e incluso ganarse un birdie, colosal su golpe a green desde la calle, en el cinco. Así llegó en la pomada al tramo final, cuando Augusta le recordó quién manda: cuatro golpes de más entre los hoyos 14 y 17 y el corte pasado por los pelos. Su segundo año seguido jugando el fin de semana en el Masters, objetivo cumplido. “He batallado bien, he luchado mucho”, explicó. Un par de “accidentes” le afearon su buen hacer con los hierros, esa bola que rodó al agua en el 15 después de un golpe “que no merecía ese castigo” y el borde del hoyo 17 que escupe la bola y convierte el birdie en bogey. “Todos sabemos lo que es Augusta, hay que aceptarlo y conseguir que no te afecte”, asumió. “Las he luchado todas, cada golpe. No me he dejado nada”.

Gonzalo, pensativo.
Gonzalo, pensativo.AP

A Gonzalo Fernández-Castaño le sirvieron las horas de prácticas la tarde del jueves, hasta que llegó a casa de noche y se olvidó la acreditación porque el vestuario ya estaba cerrado. El trabajo salió a la luz y recuperó los tres golpes con los que cargó el primer día. Y por fin, después de nueve rondas seguidas con bogey en el 18 (la última con gritos de Nick Faldo incluidos), se apuntó el par. “He mejorado mucho desde el tee, y eso que estaba inseguro. Me he dejado muchas oportunidades de birdie, putts metibles. Me ha gustado mucho la actitud. Venía de un mal día y he podido engrasar la máquina, no jugar encogido, sino fluido. Hay mucho por lo que jugar, estoy con muchas ganas”, resumió.

Y Jiménez bajó de la nube del primer día a la realidad, la que le decía que había que ponerse "el mono de trabajo" en los últimos hoyos para salvar el cuello. "No ha rodado la cosa como quería", dijo. Solo un birdie y muchos "golpes de chino", que en la jerga del Pisha viene a decir situaciones forzadas con las que se ha encontrado "en un día delicado por el viento". "Paciencia y mucha" necesitó para no perder la calma y seguir en liza, a partir de ahora con "un puntito de agresividad" para atacar mejores posiciones. Y de la angusta del Niño a la filosofía de Jiménez. "Yo aquí me siento en la gloria. No es mi campo preferido, pero hay que disfrutarlo, es manicura". Cuestión de perspectiva.

Clasificación tras la 2ª jornada: 1. B. Watson (EE UU), 137 golpes, siete bajo par. 2. J. Senden (Aus), 140. 3. T. Bjorn (Din), J. Blixt (Sue), A. Scott (Aus) y J. Spieth (EEUU), 141. 15. G. Fernández-Castaño, 144. 37. M. Á. Jiménez, 147. 46. J.M. Olazábal, R. McIlroy (N. Irl), 148. 52. S. García, P. Mickelson (EE UU), fuera del corte, Tv: de 21.00 a 1.00, C+Golf.

Así está la clasificación completa.

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Sobre la firma

J. M.
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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