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Una victoria caída del cielo

El Barça remonta con dos goles en propia puerta un partido marcado por el recuerdo de Tito

Ramon Besa
Messi celebra el tercer gol con Cesc y Busquets
Messi celebra el tercer gol con Cesc y BusquetsAlberto Saiz (AP)

“Seny, pit i collons!”. Aunque el cáncer mató a Tito Vilanova, su lema tiene vigencia y su batalla gigantesca resulta contagiosa para los futbolistas del Barça, favorecidos sin duda por el Villarreal, solidario con el dolor y abatimiento del Barcelona. Los azulgrana se aferran a la Liga como Tito a la vida. Hasta que el Atlético y el Madrid no digan lo contrario, los barcelonistas aspiran a revalidar todavía el título que ganaron precisamente con Tito.

La temporada es un calvario para el equipo y para el club, sacudido en la cancha y en la calle, y sin embargo no se rinde el Barça. No hay día sin una mala noticia y se cuentan pocos partidos que últimamente hayan valido la pena, la mayoría exentos de fútbol, de corriente y de pasión, y también faltos de Messi. Algunos han servido en cualquier caso para mantener la esperanza y el de ayer sirvió para honrar a Tito. El encuentro empezó con la imagen del llanto de Busquets y acabó con una jugada de Busquets que firmó Messi: 2-3, ya con Cesc en la cancha, protagonista del arrebato barcelonista en compañía de Alves. La energía de ambos y las pifias del Villareal rehabilitaron a un equipo desanimado y destemplado, sin finura e inanimado, especialmente frágil y vulnerable, capaz de encajar un 2-0.

VILLARREAL, 2 - BARCELONA, 3

Villarreal: Asenjo; Mario, Musacchio, Gabriel, Jokic; Bruno, Trigueros, Pina (Aquino, m. 35); Cani, Giovani (Uche, m. 82); y Perbet (Jonathan Pereira, m. 13). No utilizados: Juan Carlos; Costa, Ó. Torres y Pantic.

Barcelona: Pinto; Alves, Bartra, Mascherano, Adriano; Xavi (Cesc, m. 62), Busquets, Iniesta; Alexis (Tello, m. 62), Messi y Pedro (Sergi Roberto, m. 90). No utilizados: Oier; Afellay, Song y Montoya.

Goles: 1-0. M. 45. Cani, en una contra. 2-0. Trigueros, de cabeza. 2-1. M. 65. Gabriel, en propia puerta. 2-2. M. 78. Musacchio, en propia puerta. 3-2. M. 83. Messi.

Árbitro: Fernández Borbalán. Mostró la cartulina amarilla a Alexis, Mario, Busquets, Trigueros, Cani y Alves.

El Madrigal. Unos 24.000 espectadores.

Muy aplicado, el Barcelona había atacado de manera constante e inocua al Villarreal. A Martino le ha quedado un equipo tan académico como manso por las ausencias de ilustres como Neymar, Piqué o Jordi Alba y la suplencia de Cesc. Jugaban los azulgrana con mucha atención e intensidad, agresivos con la pelota, muy resultones, siempre protagonistas en El Madrigal. A la ortodoxia barcelonista, expresada sobre todo en la presión de Pedro y Alexis y el delicado juego interior de Xavi e Iniesta, le faltaba sin embargo profundidad y el desequilibrio de Messi, tan presente como poco resolutivo, muy bien defendido por los zagueros y los tres mediocentros de Marcelino. Los equipos del técnico asturiano siempre fueron difíciles de batir, bien organizados, rápidos en la contra, irreductibles, hasta ayer en el Madrigal, cuando los zagueros emborronaron la excelente faena de los delanteros del Villarreal.

No sabía romper el partido el Barcelona, falto de contundencia y de tiro, débil en las áreas, y se recomponía bien el Villarreal a pesar de las lesiones de Perbet y Pina. Las transiciones locales acabaron por ser más importantes que el sostenido y plano juego ofensivo del Barcelona. La velocidad de Giovani y la verticalidad de Jonathan Pereira desarmaron a los laterales y centrales azulgrana, como ya es norma en cada salida del Barça. Bartra sacó bajo los palos un balón rematado por Aquino y poco después, justo antes del descanso, Cani empujó a la red una asistencia de Pereira, mal defendida por Alves y no cerrada por Adriano. Ya es norma que antes o después el Barça juegue con un gol en contra a la que sale del Camp Nou. Y también es sabido que le cuesta remontar si no da con Messi.

La timidez del 10 era manifiesta cada vez que se presentaba ante Asenjo. Messi chutaba a colocar y no a romper, como si no quisiera dañar al meta, reflejo de la flojera del Barça. La candidez azulgrana contrastaba con la vitalidad del Villarreal. Las llegadas al arco de Pinto eran el anuncio de una ocasión de gol en el Madrigal. El 2-0 fue tan anunciado como el 1-0: el pase filtrado de Cani, la entrada por la banda derecha de Aquino y el cabezazo desde el punto de penalti de Trigueros.

La temporada es un calvario para el equipo y para el club, sacudido en la cancha y la calle

Ante la falta de delanteros, el Barcelona encontró consuelo de forma sorprendente en los centrales del Villarreal. Gabriel se metió en propia puerta un chut de Alves después de una jugada tan bien diseñada como mal resuelta por los azulgrana, consecuente con el guion del partido: el excelente pase de Cesc y el taconazo de Pedro no tuvieron continuidad en el remate de Alves, solo habilitado por el error del defensa del Villarreal. Alves, siempre protagonista, tanto para lo bueno como lo malo, insistió en sus centros, empeñado en desmentir a la crítica, hasta conseguir que Musacchio cabeceara a la portería de Asenjo: 2-2. Las facilidades locales envalentonaron al Barcelona, que firmó el remonte con un buen gol de Messi, habilitado por la cabeza de Cesc, decisivo en sus apariciones para dar la vuelta al partido.

Ya no hubo más historia. No daba pie con bola el Villareal, desfallecido, incapaz de reponerse a sus errores, como si asumiera la fatalidad como una cosa del destino. Y tampoco hizo más el Barcelona, convencido de que aquella victoria era un premio caído del cielo, por más empeño. La cita tuvo multitud de guiños hacia Tito. Vilanova siempre supo entender el juego y cambiar para bien a la hora de corregir los partidos. Ayer las sustituciones resultaron decisivas por más ayuda que hubiera por parte de Gabriel y Musacchio. Aunque no le será fácil acabar la temporada, y la hinchada ya se olvidó del juego creativo y brillante, fino y preciso, el Barça parece dispuesto al menos a partirse el corazón para retener el título ganado con Tito.

Pedro y Aquino luchan por el balón.
Pedro y Aquino luchan por el balón.David Ramos (Getty Images)

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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