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Messi deja huella en Maracaná

El ‘10’ de Argentina, empeñado en ser Maradona, logra batir a Bosnia y firmar la victoria albiceleste tras un eslalon de los suyos y un zapatazo desde fuera del área grande

R. B.
Messi chuta el segundo gol.
Messi chuta el segundo gol. RICARDO MORAES (REUTERS)

Messi marcó un golazo muy suyo el día que pisó Maracaná. No es un dato menor ni siquiera para un futbolista que promedia más de 40 en las últimas cinco temporadas y ha ganado cuatro veces el Balón de Oro. Tampoco se puede considerar una heroicidad por más que llevaba ocho años sin anotar en la Copa del Mundo y solo había dejado un tanto, contra Serbia Montenegro, en Gelsenkirchen, durante el torneo de Alemania-2006. La resultona presentación del 10 tiene sin embargo su importancia y un gran valor simbólico sin ser obviamente el Maracanazo. El gol valió por el partido porque Messi volvió fue por unos segundos Messi.

Hay escenarios y situaciones que demandan respuestas inmediatas e inequívocas: el Mundial se juega en Brasil, Argentina quiere volver el 13 de julio a Maracaná para disputar la final y Messi quiere ser Maradona. El 10 fue ayer de nuevo el número 1 en el segundo gol de Argentina. Una sola jugada marcó un partido áspero, poco bonito, presidido sobe todo por la inestabilidad de Argentina, confundida por los cambios de mensaje de su entrenador y por el poco oficio de la debutante Bosnia, que dejó un gol para agrandar la herida de la albiceleste, de momento sin responder a su condición de favorita de la Copa

No se sabe qué pasó en la concentración del equipo ni qué le dio a Sabella, más intervencionista que de costumbre, alejado por sorpresa de los supuestos gustos de Messi y más cercano a sus tiempos de técnico de Estudiantes. Mandó de salida el seleccionador y del 4-3-3 consensuado con el 10 se pasó a una 5-3-2. No jugaban ni Lavezzi ni Higuaín y en lugar de un tercer delantero apareció como tercer central Campagnaro. No es que el dibujo fuera una novedad, porque Sabella ya lo repitió precisamente hace muy poco en un amistoso contra Bosnia, resuelto con un 2-0. Aquel día, sin embargo, no jugó Messi.

A Sabella le gusta la disciplina táctica, el juego posicional, los detalles que ayudan a reducir el riesgo y trabaja especialmente la estrategia. Maxi y Messi se han cansado de lanzar córneres y tiros libres, de sacar centros en los últimos entrenamientos, convencidos los argentinos de que las jugadas a balón parado son la fórmula del éxito, tal y como se ha constatado por otra parte en varios de los partidos ya jugados en la Copa. También funcionó en Maracaná. Botó Messi una falta lateral nada más comenzar y Kolasinac sorprendió a su portero Begovic. La ingenua defensa bosnia puso el partido en franquicia para la Argentina de Sabella.

A falta de medios creadores, ausente un caudillo de campo, la albiceleste se entregó a un sufrido ejercicio futbolístico, nada agradable, solo bendecido por el marcador: 1-0. A Bosnia le cuesta contener a cualquier contrario, encomendada siempre a su buen portero, y por el contrario se asocia bien en la divisoria por la calidad de sus interiores, siempre pendientes de los desmarques del gigante Dzeko, el excelente goleador del Manchester City. Hubo un par de llegadas interesantes antes de alcanzar el descanso y una buena ocasión resuelta por Romero. Aunque fue poca cosa, tampoco aportó nada Argentina.

Los jugadores de los dos equipos dejaron momentáneamente el campo con la boca abierta, asfixiados por la humedad, paralizados después de un primer tiempo inocuo, también por parte de Messi. El 10 quedó alejado del área, apenas entró en juego, tropezó a menudo y no chutó en una actuación que recordó a las últimas que ha tenido con el Barça. Falto de explosividad, el capitán ejerció más de pasador que de futbolista desequilibrante, como si se hubiera olvidado de regatear, de ser el número 1. Tal mal vio Sabella a Messi y a su Argentina que se corrigió: entraron Higuaín y Gago por Maxi y Campganaro.

Esponjada Argentina, de vuelta al 4-3-3, el partido se entreabrió un poco, mejoró algo, ganó incertidumbre y profundidad y se dio un monumental cambio de ritmo de Messi. Asistido por Higuaín, el 10 agarró la bola en una punta del área, serpenteó por fuera de la línea, siempre en diagonal, recortando y gambeteando, perfilándose hasta encontrar el ángulo de tiro y colocar la pelota de rosca a la derecha del meta de Bosnia. El balón dio en el palo y se coló dentro para dar mayor plasticidad todavía al golazo de Messi. El eslalon del 10 tuvo tanto impacto sobre el partido que nadie reparó en el tanto de Bosnia.

El gol le dio la razón a Messi frente a Sabella. Argentina, en cualquier caso, no acabó de encontrar el equilibrio ante un adversario muy poco competitivo como Bosnia. Los rivales y el calendario juegan a favor de Argentina. Ayer, de momento, recuperó el gol de Messi, que no es poco, sobre todo porque con el 10 despertado, deseoso de ser Maradona, Argentina puede volver a Río a por el Maracanazo. A veces una jugada tiene más valor terapéutico que el mejor de los partidos si el protagonista es el número 1.

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Sobre la firma

R. B.
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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