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Estadios y favelas

Muchos de los estadios de fútbol construidos o reconstruidos para este Mundial de fútbol se asientan cerca de favelas. No es algo muy raro, ya que las afueras de las grandes ciudades brasileñas son, de hecho, cinturones de favelas

Antonio Jiménez Barca
Hinchas brasileños en el estadio Itaquerão antes del partido inaugural.
Hinchas brasileños en el estadio Itaquerão antes del partido inaugural.EFE

No siempre es así: en Salvador de Bahía, el rehabilitado estadio, situado en el centro, también flota en torno a ciudades hechas de barracas. En Río de Janeiro, cerca de 700 familias de la favela de Metrô Manguieras, situada a medio kilómetro del Maracaná, fueron expulsadas de ahí para dejar espacio libre. Algunos fueron realojados pero otros no. El lugar, hace una semana, parecía un área bombardeada, un escenario de guerra, un vertedero lleno de escombros y basura por todas partes, pero sin habitantes que se interpusieran entre los turistas y el campo.

En São Paulo, el estadio Itaquerão se levantó de la nada, en la parte este de la ciudad, en un amplio terreno vacío. Aquí no se ha desalojado a nadie. Pero los habitantes de la cercana favela da Paz, emplazada a un costado del modernísimo (aunque inacabado) campo de fútbol han vivido muy atentos a las evoluciones urbanísticas del barrio, temiendo a veces que las excavadoras echaran abajo las casas. De hecho, el Ayuntamiento trató de echarles, pero los vecinos se opusieron al traslado forzoso hasta que no hubiera una vivienda digna en otra parte donde meterse. Las autoridades les han ido prometiendo casas desde hace años, pero el cumplimiento de la promesa se posterga día a día, mes a mes y año a año. La nueva fecha para que llegue la casa prometida es 2015. Muy pocos lo creen.

Los habitantes de esta favela, el día del partido inaugural entre Brasil y Croacia debieron de dar una vuelta de más de media hora para ir al metro por los estrictos controles policiales que se interponían, por razones de seguridad, entre el poblado y los turistas.

Los alquileres en São Paulo han subido un 165% de media. Esto no es culpa del Mundial (o no sólo) sino también de la galopante especulación que existe en la zona

Hay otro fenómeno urbanístico consecuencia de la construcción del estadio. Es cierto que el barrio ha mejorado, que las carreteras de acceso son más cómodas. Pero eso ha acarreado que los alquileres suban un 165% de media. Esto no es culpa del Mundial (o no sólo) sino también de la galopante especulación que existe en São Paulo y que merece un artículo aparte. La escalada de precios hace que mucha gente deje la zona y emigre a zonas aún más apartadas de la ciudad. O ni eso: Beatriz, una dependienta doméstica con tres hijos que pagaba 400 reales de alquiler (unos 100 euros) por un piso en el barrio de Itaquera, de repente se vio con una factura de 1.000 reales (300 euros). No podía pagarlos, así que se sumó a un campamento reivindicativo de gente sin hogar que reclama viviendas sociales, organizado por el activo Movimiento de los Trabajadores sin Techo, levantado a base de tiendas de campaña y lonas cerca del estadio.

Una suerte de nueva favela. Y la rueda vuelve a empezar.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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