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La ‘marea roja’ es chilena

Los aficionados andinos ganan por mayoría en las calles de Río y poblarán casi la mitad de los 74.871 asientos de Maracaná

Aficionados chilenos en las calles de Río.Foto: atlas | Vídeo: LLUIS GENÉ

Por la Avenida Atlántica de Copacabana, en paralelo a la curva perfecta de una de las playas más famosas del mundo, una marea roja muestra su entusiasmo al mundo. Son aficionados chilenos, no españoles. Las aceras donde está permitido aparcar están repletas de coches, furgonetas y remolques que alternan el rojo con el blanco y el azul. El país andino, emocionado ante la posibilidad de clasificarse para octavos de final y eliminar al campeón del mundo de un solo plumazo, ha inundado Río de Janeiro en las últimas 48 horas y disputa el protagonismo a los aficionados argentinos y mexicanos que en los últimos días se habían adueñado de la Fan Fest de la FIFA. Los hinchas españoles, notablemente escasos en comparación, mantienen el tipo con buen humor y se animaron incluso a colgar una bandera rojigualda en el Cristo Redentor ayer por la tarde: “¡Necesitamos toda la ayuda posible!”, gritaba Juan Manuel, aragonés de 35 años, al regresar a Copacabana desde el cerro Corcovado con cara de satisfacción por el deber cumplido.

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El encuentro es también un duelo sobre nombres. La prensa chilena ha acentuado en los últimos días el malestar existente en su país sobre la paternidad del apelativo La Roja, que a sus ojos está siendo arrebatada por España desde que la consolidación de su estilo alegre y combinativo le convirtiera en potencia hegemónica del fútbol y alejase su personalidad de La Furia, el apodo que la había acompañado durante décadas. Molesta por la presunta apropiación de un apelativo que sigue a la selección desde la década de 1950, una cadena de televisión chilena produjo este mes un vídeo sobre sus orígenes titulado “La Roja es nuestra”. “Hoy vamos a demostrarles quién es La Roja”, vociferaban anoche un grupo de estudiantes universitarios empapados en caipiriña, cuando en las postrimerías del Brasil-México el barrio se convirtió en un tumulto impenetrable de aficionados brasileños, hinchas chilenos y policías con fusiles de asalto. “¡No nos quiten el nombre, huevones!”

Una gigantesca bandera chilena dejaba claro esta mañana quién manda en el recinto de la Fan Fest. En Maracaná, escenario de la batalla, sucede algo parecido desde que a las diez de la mañana empezara a cortarse el tráfico en los alrededores: camisetas rojas, blancas y azules, al grito de “¡Vamos Chile, carajooo!”, exhiben su entusiasmo ilimitado. “Dale, dale, dale, dale, dale, Chile…” La proximidad geográfica ha hecho que las hinchadas latinoamericanas colonicen algunos estadios de esta Copa hasta apropiarse de ellos por un día: sucedió en Belo Horizonte con Colombia y sucede hoy en Maracaná, donde casi la mitad de los 74.871 asientos estarán ocupados por aficionados chilenos.

La selección de Sampaoli juega en casa. “Si ayer había chilenos, hoy se han reproducido”, se queja Óscar, abogado argentino de visita en la ciudad. Jesús, empresario madrileño que dice haber aceptado la posibilidad de una derrota, expresa que “un campeón del mundo no puede perder 5-1 en su estreno en un Mundial. Me cuesta imaginar que podamos ser campeones otra vez”. “Ustedes ya ganaron el último: déjenos a los demás que también sea felices”, le responde entre bromas un nutrido grupo de aficionados latinoamericanos. Por cada aficionado español se ven cinco chilenos. Chile gana por goleada en las calles. Pero lo que importa es la cancha.

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