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Bienvenida, Costa Rica

Los Ticos se meten en octavos, fulminan a Inglaterra y dejan ante el abismo a otros campeones como Italia y Uruguay Italia tiene dos caras en función del juego de Pirlo

José Sámano
Bryan Ruiz marcando el gol de Costa Rica.
Bryan Ruiz marcando el gol de Costa Rica.RUBEN SPRICH (REUTERS)

El fútbol es tan universal que en ocasiones reparte sonrisas donde nadie lo espera. Es su magia, la de un juego que se reserva sus insondables arcanos. Su último secreto era Costa Rica, que hoy brinda con confetis y serpentinas por la gesta de su selección. Una proeza en toda regla como supone haberse ganado ya la clasificación para octavos en solo dos jornadas. Por si fuera poco, por el camino ha fulminado a un campeón mundial, Inglaterra, ya eliminado, y ha dejado contra las cuerdas a otros dos, Italia y Uruguay, que se lo tendrán que jugar todo a una carta en su duelo directo de la próxima semana. Eso sí que es armar el gran taco. Costa Rica, la gran revelación por ahora, era la cenicienta de un grupo de tanta hidalguía que sus tres contrarios suman siete títulos. Pues ¡caray con Los Ticos!, un país que no llega a los cinco millones de habitantes y con un equipo que participa solo por cuarta vez en la Copa del Mundo. El séquito costarricense y sus gentes en las gradas lo celebraron con una emotividad desbordante. El fútbol no siempre es de los plutócratas y Costa Rica ha emergido en este Mundial como un fulgurante cometa.

Si ya resultó asombrosa su remontada ante Uruguay, más fascinante fue aún su encomiable respuesta ante Italia, un clásico entre los clásicos, el actual subcampeón de Europa, el representante máximo del calcio y toda su liturgia. La Italia que despuntó ante Inglaterra se quedó de piedra ante un rival con una fe ilimitada, un entusiasmo infinito, mucho orden en el campo, la solidaridad por bandera y algunos jugadores interesantes, como Keylor Navas, Bryan Ruiz, Campbell y Bolaños. Todos, sin excepción, se agigantaron ante una Italia encapotada, y por la efervescencia de su técnico, el colombiano Jorge Luis Pinto, al que muchos atribuyen este milagro de autor.

Existen jugadores tan determinantes que su sello marca a todo un equipo. Por eso hay dos Italias, la de Pirlo y otra que en nada se parece. La primera, con su fenomenal centrocampista activado es más armónica y punzante; si el jugador del Juventus se desenchufa, su selección, menos cicatera que antaño, vive en un cuarto oscuro. El caso de Pirlo es extraordinario, juega mejor y mejor en la medida que cumple años. Como ya tiene 35 es en sí mismo un tratado de fútbol.

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Frente a Costa Rica, Prandelli puso un doble cepo en el eje, con Motta y De Rossi como escoltas de Pirlo, que se vio fuera de foco, empujado hacia Balotelli, una zona forastera para él. Entonces, La Azzurra era barbecho, de pelotazo en pelotazo hacia su único delantero. Un monólogo inútil hasta que Pirlo borró la pizarra, dio un paso atrás, tiró de escuadra y cartabón y puso a Balotelli en la sala de espera del gol. El milanista se dislocó en la primera ocasión, un remate sencillo, con la pelota en bote, por encima de Keylor Navas, y en la segunda fue el portero del Levante quién atajó su disparo. Lo mejor de Italia con el mejor Pirlo.

Cuando más sentía Costa Rica el oleaje rival, un desengaño le metió en el partido, lo contrario de lo que suele suceder. El exbético Campbell, un velocista, enfiló la portería del eterno Buffon y Chiellini le arrolló con descaro. El árbitro miró a la luna. Cuando los costarricenses aún estaban con la bronca, Ruiz, su capitán, un zurdo con clase que se alista en la Premier con el Fulham, cazó un cabezazo en el segundo palo, a dos pelos de Buffon y un paso del descanso.

Prandelli reaccionó con la entrada de Cassano en lugar del improductivo Motta, con lo que logró despejar el medio campo a favor de Pirlo y De Rossi y al tiempo ganó un polvorilla cerca de Balotelli. El conjunto italiano exigió aún más firmeza de su adversario, que pese a su poco cuajo en la esfera internacional no perdió la compostura y siempre tuvo un valor seguro en su arquero Navas. El grupo de Prandelli metió varias marchas más y su repertorio ya no se limitó al juego directo por la vía central. A Italia le faltaron respuestas convincentes y cada vez fue más previsible, sin tanto palique de Pirlo con la pelota. Su oponente, con muchas proteínas, le cerró las salidas y mantuvo el chasis hasta la apoteosis final. Bienvenida, Costa Rica, en el paraíso del fútbol a veces hay hueco para todos.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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